Ministra de la iglesia



“Les recomiendo a nuestra hermana Febe,  diaconisa (diakonos) de la iglesia de Cencrea. Les pido que la reciban dignamente en el Señor,  como conviene hacerlo entre hermanos en la fe;  préstenle toda la ayuda que necesite,  porque ella ha ayudado (prostatis) a muchas personas,  entre las que me cuento yo” (Romanos 16:1-2) 

Las distorciones históricas son usadas a menudo para esconder o negar lo que es obvio, es lo que ocurre con Febe, mencionada por Pablo en Romanos 16. Febe, fue quien llevó la carta de Pablo a la iglesia de Roma. El apóstol al describirla usa dos palabras: “diakonos” y “prostátis”.

Es interesante que la primera palabra “diakonos”, cuando Pablo la usa para referirse a sí mismo o a otros como Timoteo, Epafras o Apolos, la mayoría de los traductores la traduce como “ministros” que están dedicados a la predicación. Sin embargo, es tendencioso que en este versículo, Febe, por ser mujer, es llamada “diaconisa”, disminuyendo con ese su función ministerial.

Sin embargo, si se analiza con más propiedad, el trabajo de un diácono o diaconisa, como inferior al ministro, tal como se usa hoy, no existía en la mente de los cristianos de la iglesia primitiva. Recién en el siglo II comienza a crearse la tradición de la jerarquía eclesiástica con una iglesia gobernada por un obispo y secundada por presbíteros y diáconos. Sin embargo, ese fue un invento sin base en la práctica de los apóstoles.

Por lo tanto, cuando se llama a Febe “diaconisa” y con eso se le asigna una tarea social, es simplemente, minimizar su ministerio, intentando, hacer una diacronía al atribuirle a la “diaconisa”, tareas que sólo fueron minimizadas siglos más tarde, pero no en ese momento cuando Pablo escribe.

El otro término es “prostatis” cuya traducción es “alguien que se pone al frente, alguien que preside”. Tanto en el Nuevo Testamento como en la literatura secular, dicho término se usa para alguien con autoridad y que preside la congregación (1ª Tesalonicenses 5:12; Romanos 12:8; 1ª Timoteo 5:17).  Pero, por tratarse de Febe, una mujer, los traductores le quitan ese carácter.

Febe fue una ministra de la iglesia primitiva, que la historia haya querido silenciar su labor, es simplemente, por los prejuicios que se introdujeron después, no por ella que fue una mujer extraordinaria. Cualquier mujer puede aspirar a ser ministra si es llamada por Dios y se le otorga el don del pastorado. No hay exclusión por sexo en la iglesia de Dios.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Ministra de la iglesia
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Cambio de sexo



“Saluden a Andrónico y a Junías, mis parientes y compañeros de cárcel, destacados entre los apóstoles y convertidos a Cristo antes que yo” (Romanos 16:7)

Pablo menciona en este versículo a Junia o Junias, como aparece en algunas versiones, quien junto a Andrónico “son muy estimados entre los apóstoles” (NC). Hasta allí, todo parece ir bien, el gran problema de este texto es que durante siglos se ha pretendido convertir a Junia en varón, por considerar que ninguna mujer podría ser llamada “apóstol”.

No obstante, los antecedentes históricos desmienten este supuesto. Orígenes (185-253), destacado teólogo e historiador de la iglesia primitiva, que vivió a fines del siglo II, la reconoce como mujer. Lo mismo hacen Jerónimo  (340-420) y Juan Crisóstomo (347-407), que vivieron en el siglo IV, en sus comentarios de Romanos, la consideran mujer. La primera propuesta en contra y que señala que Junia es varón fue Aegidus de Roma, a fines del siglo XIII. Es decir, durante 13 siglos se consideró a Junia mujer y luego, se cambió la interpretación diciendo que un varón llevaba nombre de mujer.

La evidencia histórica muestra, que sin duda, Junia es el nombre latino de mujer. Quienes la convirtieron en varón agregaron una “s” al final para señalar, de manera infundada, que era un diminutivo del nombre latino Junianus, del cual no se tiene ningún antecedente histórico. Por otro lado, el problema con este argumento es que en latín los diminutivos se hacen alargando el nombre y no reduciéndolo. Por otra parte, no existe fuente extrabíblica para “Junias”, pero si hay casos de mujeres con el nombre “Junia” (Muñiz, 2011:39).

En la actualidad es casi unánime la opinión entre los exegetas bíblicos en que Junia fue una mujer, sin embargo, muy pocos asumen las consecuencias y las implicancias que eso tiene para muchas interpretaciones sexistas de la Biblia que abundan en el pueblo cristiano.

Si Junia fue considerada por Pablo como una mujer destacada entre los apóstoles, es porque él no creía que ser apóstol fuera una labor privativa sólo para varones. Junia, en un ambiente tan hostil como el de su tiempo, fue destacada entre los líderes cristianos. Eso implica que era una mujer extraordinaria. Lo mismo puede ocurrir en la actualidad, no hay ningún argumento que haga suponer que una mujer no pueda ser líder del pueblo de Dios.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Cambio de sexo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Una esclava indefensa



“Saray,  la esposa de Abram,  no le había dado hijos.  Pero como tenía una esclava egipcia llamada Agar” (Génesis 16:1)

Por mucho que lo intentemos es casi imposible que podamos imaginarnos todo el dolor y sufrimiento asociado a la esclavitud. Seres humanos sometidos a las más crueles humillaciones y desvaríos. La esclavitud ha sido y es una de las peores muestras de la crueldad humana.

Agar, era una joven de origen egipcio, que fue arrancada, probablemente muy joven de su hogar de origen para convertirse en la esclava de Sara. Por mucho que lo adornemos con expresiones de buena crianza o con idealismos absurdos, era una esclava privada de su libertad y en manos de alguien que la trataba no como humano sino como alguien que no merecía mejor trato que un animal.

Un día supo, sin que se le consultase, que debería convertirse en la amante de su amo, porque tenía la misión de convertirse en madre de un hijo que no sería considerado suyo, sino de su ama.

Hay en esto una contradicción profunda entre la fe que Abraham y Sara tenían y su conducta abusiva. Seguramente en su hogar no se hablaba de los dioses egipcios ni cananeos, sino de Jehová, pero aún así, la imagen que presentaban era deplorablemente pobre. Más de algún conflicto existencial debe haber tenido Agar al escuchar las palabras de sus amos y luego ver sus acciones. Agar siempre fue la parte inocente en esta historia.

Cuando fue ofrecida como la amante de su amo no tuvo nada que opinar, simplemente se esperaba que ella obedeciera sin más. Sin embargo, Sara y Abraham demostraron la poca fe que tenían en Dios y cómo estaban dispuestos a ocupar cualquier medio para lograr lo que querían.

Agar, posteriormente fue expulsada del único hogar que conocía y dejada en el desierto para morir, otra mala decisión de Abraham. Pero Dios, en su misericordia, como siempre hace con los desvalidos y desamparados no la abandonó y la salvó de una muerte segura. ¡Cómo Dios resolvía los entuertos de Abraham!

¿Por qué fue un error lo que hizo Abraham? ¿Qué lección se aprende de la forma en que Dios trató a Agar y a Sara y Abraham, pese a sus errores?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Una esclava indefensa
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La injusticia de la historia



“El hombre llamó a su mujer ‘Eva’, por ser ella la madre de todos los vivientes” (Génesis 3:20)

La tradición misógina del cristianismo de mano de autores como Tertualino y Agustín de Hipona se encargaron de convertir a Eva en un personaje de caricatura. La hacen aparecer como la “culpable” de que el buen Adán hubiese caído en pecado, se dice que por su curiosidad el pobre hombre terminó haciendo algo que no debía, y que si se hubiera mantenido al lado del varón nada de eso habría ocurrido.
Como todos los mitos, estas ideas son alimentadas simplemente porque no nos damos el trabajo de examinar los hechos con detención.

¿Quién fue Eva? Pues nada más y nada menos que la mujer más inteligente que ha pisado la tierra. De hecho, poseía, al igual que Adán todas las características perfectas de alguien que no es copia de nadie sino el original.

¿Es culpable? No, en absoluto. No hizo ni más ni menos que lo que habría hecho Adán en circunstancias similares. Tertualino vendió la idea de Satanás se acercó a la mujer porque ella era moralmente inferior al varón, al que no podía ser tentado. Eso es no sólo una interpretación sesgada, sino que además tiene tintes sexistas y misóginos. El varón no fue tentado, en ese momento, simplemente, porque no estaba, pero al primer intento, calló redondito, al igual que Eva.

Asumir que si se hubiera mantenido al lado del varón nada habría pasado es un insulto. Es suponer que como mujer no poseía las dotes suficientes para poder elegir claramente, como si el varón poseyera características superiores que de algún modo lo convirtieran en una persona superior.

La historia es injusta, contada con rasgos misóginos simplemente distorsiona la realidad. Eva, al igual que Adán, poseía toda la inteligencia que se necesitaba para elegir en conciencia. Tomó, junto al varón, una mala decisión, pero eso no es señal de invalidez cognitiva, sino todo lo contrario. Tenemos que tener cuidado de no traspasar nuestros prejuicios misóginos y sexistas a la relación con el sexo opuesto porque eso es comer el fruto prohibido una vez más, esta vez, como manzana envenenada por la ignorancia.

¿Comprendes que Dios hizo al varón y a la mujer con las mismas dotes? ¿Qué pasa cuando introducimos mitos en la relación entre los sexos?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo La injusticia de la historia
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La historia que no se cuenta



“Por la fe Rahab la ramera no pereció juntamente con los desobedientes, habiendo recibido a los espías en paz” (Hebreos 11:31)

En muchas ocasiones en conferencias o en clases suelo hacer la siguiente pregunta: ¿Quién fue Rahab?
La gente suele responder en voz baja temerosas de decir en voz alta lo que está en sus mentes, poco a poco se van animando y terminan diciendo: La ramera de Jericó.

Les pregunto: ¿Están seguros?

Todos asienten convencidos de que han dado la respuesta correcta. A continuación, sabiendo que he captado su atención les digo: Ustedes están equivocados. No conocen toda la historia.

La reacción siempre es de incredulidad y la gente comienza a negar con el rostro, porque toda su vida han escuchado el mismo mensaje. Luego cuando veo que están confundidos les digo: La próxima vez que les pregunten quién fue Rahab la respuesta correcta es decir, Rahab fue la bisabuela de Jesucristo.

Algunos me miran incrédulos, otros comienzan a asentir con la cabeza y no falta el que dice amén, como sacándose un peso de encima.

Lo vuelvo a repetir Rahab fue la bisabuela de Jesucristo. Una mujer cananea que se convirtió al judaísmo y no sólo eso, se casó con Salmón, un príncipe de Israel. Luego tuvo un hijo llamado Booz quien tuvo el mismo tipo de misericordia que su padre tuvo por su madre, y se enamoró de una mujer extranjera despreciada con la cual se casó y tuvo un nieto llamado Isaí, quien fue padre del más importante rey de Israel, David.

La tendencia humana es a quedarnos pegados en los errores ajenos, pero pocas veces nos damos el trabajo de ponernos en la perspectiva divina. Dios nunca piensa en Rahab como una prostituta, sino como la mujer que es parte de la ascendencia de Jesús. Una mujer valiente, decidida y que confío plenamente y por fe se entregó plenamente a una fe que no era la que conocía desde niña. Por esa razón, es una de las pocas mujeres que aparece en la galería de los héroes y heroínas de la fe de Hebreos 11.

¿Estás conciente que la perspectiva divina es diferente? ¿Entiendes que a Dios no le interesa tu pecado pasado sino tu vida presente?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo La historia que no se cuenta
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

En la mesa del rey



“Dijo David: ¿Ha quedado alguno de la casa de Saúl, a quien haga yo misericordia por amor de Jonatán?” (2 Samuel 9:1)

Mefi-Boset estaba lisiado, para su tiempo, era una condición que lo condenaba a la vagancia porque no había ningún tipo de ayuda social para las personas con diferencias especiales. Vivía en casa de Maquir, una persona que lo había cobijado compadecido de su condición. Vivía de la caridad ajena y no poseía nada más que el recuerdo de haber sido hijo del príncipe heredero de Israel.

Un día aparece en su casa Sibá, quien había sido uno de los empleados de su padre y le dice que el rey David quiere verlo. Mefi-Boset imaginándose lo peor acude a la cita y se postra delante del rey. En ese tiempo acudir donde un rey podía ser una condena a muerte o una dispensa real extraordinaria.

El rey le dice que no tema, que por amor a su padre él quiere hacerle el bien. Ordena a Sibá que todas las propiedades que pertenecían al rey Saúl y su familia le sean devueltas a Mefi-Boset y allí mismo organiza un sistema para que los campos que pertenecían a Saúl sean labrados y sirvan para alimentar a la familia de Mefi-Boset.

Mefi-Boset no sabe qué decir y se humilla a sí mismo diciendo:

—¿Qué es tu siervo, para que te fijes en un perro muerto como yo?

El rey no hace caso a esa autoagresión y le comunica que el resto de su vida comerá a la mesa del rey, una forma de decirle que él es un ser especial y que merece todas las atenciones que se le darán.
Todos, de algún modo, somos Mefi-Boset. Estamos heridos, sangrantes, maltratados, acorralados, temerosos y con la autoestima por el suelo, y de pronto, un día, alguien nos invita a la presencia del gran Rey. Vamos con miedo, llenos de dudas, con las mentiras que nos han contado de Dios y de su drasticidad y nos quedamos boquiabiertos cuando él nos dice que el resto de nuestra vida comeremos junto a él, en la mesa del rey. ¡Qué privilegio! ¡Qué alivio! ¡Qué alegría pertenecer a la corte del Rey de reyes!

¿Has entendido que estás invitado a comer a la mesa del rey? ¿Sabes que Dios ha preparado la gran cena del cordero para que todos los que lo deseen participen con él y coman a su mesa? ¿Quieres aceptar la invitación?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo En la mesa del rey
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Comerciante al servicio de Dios




“Una de ellas, llamada Lidia, vendedora de púrpura, natural de la ciudad de Tiatira, y que adoraba a Dios, nos escuchaba. El Señor le abrió el corazón para que se adhiriese a las palabras de Pablo” (Hechos 16:14)

En ocasiones he escuchado el prejuicio de que no se puede ser comerciante y a la vez cristiano. También he oido que dicen que los comerciantes son insensibles al evangelio porque están preocupados de ganar dinero. Por último, más de alguna vez alguien ha dicho que son personas egoístas y que sólo piensan en sí mismos. Pues, Lidia refuta con su vida estos tres prejuicios absurdos.

Para empezar, era vendedora de púrpura, un tintura o colorante muy caro, de un color muy intenso entre rojo y morado, y que se usaba para teñir ropas, habitualmente extraída de un caracol marino llamado Murex y que aún existe en el Mediterráneo  De la secreción de este gastrópodo se producía la tintura que después era comercializada a altos precios por su escasez  De allí que esa tintura era asociada con riqueza porque los únicos que podían pagar el valor para pagar el teñido de sus telas con ese tinte eran personas ricas. Para producir un gramo de púrpura se necesitaban al menos 9000 moluscos, por lo tanto, en esa época era un artículo de lujo.

Eso implica que Lidia no era pobre, si tenía la capacidad de comerciar con púrpura, era porque tenía el capital suficiente para armar un negocio con dicho producto.

Ella, rica y comerciante, escuchó el mensaje y lo aceptó. Se entregó de lleno al evangelio. No poca cosa considerando que vivía en una comunidad pagana y el cristianismo estaba asociado al judaísmo, una religión más bien resistida en esa época.

Luego, cuando aceptó plenamente el evangelio, invitó -prácticamente obligó- a Pablo y a sus acompañantes a que fueran a hospedarse a su casa. Con el tiempo se convirtió en un puntal de la iglesia de Filipos.
Tenemos que tener cuidado con dejarnos llevar por los prejuicios, muchas veces son un impedimento para la proclamación del evangelio.

¿Qué prejuicios hay en tu vida que pueden impedirte proclamar el evangelio? ¿Qué virtudes observas en la actitud de Lidia?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Comerciante al servicio de Dios
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Doce años de educación



“La mujer de Amram se llamó Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de Amram a Aarón y a Moisés, y a María su hermana” (Números 26:59). 

Jocabed estaba casada con su sobrino Amram, cosa no poco habitual en esa época, donde personas de una generación se casaban con otros de una generación diferente. Difícilmente podemos elaborar un juicio moral de esa práctica, porque son otros los tiempos y condiciones que se viven en la actualidad.

Lo que llama la atención de Jocabed es el martirio por el cual pasó. Tuvo que enfrentar un decreto absurdo, cruel y criminal. Se resistió a ver morir a su hijo simplemente por ser varón y en un acto desesperado lo puso en una cesta con el fin de que una persona caritativa la viera y lo salvara. Nunca supuso que esa persona sería la misma princesa del palacio real.

Su hija mayor, María o Miriam, se dio cuenta y tuvo la inteligencia de proponer a su propia madre como la nodriza del niño. Ni corta ni perezosa y sin aparecer como demasiado interesada, pero seguramente con el corazón latiendo a mil, le fue encomendada la tarea de criar al niño, que seguramente durante todo ese tiempo fue protegido, cuidado y observado desde el palacio. Jocabed sabía qu tenía su tiempo limitado, así que en esos años de cuidado intensivo, hizo todo lo posible por darle a su hijo las mejores herramientas para que pudiera vivir en la corte, sin olvidar sus raíces.

No me imagino el dolor que habrá sentido, si como padre me quitaran a uno de mis hijos y fuera entregado en adopción a otra persona sin que pudiera hacer algo, seguramente me sentiría destrozado. Ella vivió durante doce años sabiendo que en algún momento su hijo partiría y tendría que entregarlo a la princesa y sería educado en un contexto totalmente diferente y con todas las argucias propias de un sistema pagano y perverso como lo era el palacio del Faraón.

Jocabed dejó una lección de vida. Los primeros años de vida de un niño son los que marcan el resto de su existencia. Sin saber psicología ella lo entendió, lo aplicó y luego pudo gozar de los resultados. El principio sigue estando vigente.

Si eres padre o madre, ¿entiendes la importancia de los primeros años de tu hijo?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Doce años de educación
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Buenas obras no para salvación



“Había en Jope una discípula llamada Tabita (que traducido es Dorcas). Ésta se esmeraba en hacer buenas obras y en ayudar a los pobres” (Hechos 9:36)

Muchas personas, aparte de Dorcas, han hecho buenas obras y han ayudado a los pobres, no es por eso que se recuerda a Dorcas en especial, sino por haber sido parte de un milagro. No es habitual que alguien resucite después de estar muerta.

¿Qué son las buenas obras? Son acciones que hacemos a favor de otros, que de un modo u otro, están en condiciones de recibir ayuda por estar desvalidos o necesitados.

¿Para qué sirven las buenas obras? No para salvación, sino para mostrar que hemos pasado de muerte a vida, que el evangelio ha producido un cambio en nuestras vidas, y que este cambio se manifiesta en acciones concretas de ayuda a otras personas.

¿Sirven las buenas obras para salvación?
Definitivamente no. Una persona que pretende ganar la salvación portándose bien simplemente no entiende el concepto “gracia” que en síntesis significa recibir un regalo inmerecido, pero que de ninguna forma se puede pagar. Intentar compensar el obsequio de la salvación mediante una buena acción, no sólo es absurdo, de un modo u otro supone un desaire a Dios porque le decimos que su esfuerzo de salvación no es suficiente.

¿Debe un cristiano tener buenas obras? El “debe” es un concepto relativo, porque así como un “manzano” no debe portarse como “manzano” para probar que es manzano, un cristiano que ha sido transformado por Cristo mostrará, de manera natural, su condición conversa, y lo hará mediante obras que exalten a Dios no a él como ser humano. Por lo tanto, no es el “debe” el que importa, sino si un ser humano es convertido o no al evangelio, pero ahí entramos en un punto álgido, porque nadie puede comparar sus “buenas obras” con las de otro, de hacerlo, entonces entramos en una perversión del evangelio.

Jesús murió, cuando aceptamos su gracia somos transformados, todo lo demás es verso.

¿Estás cuidándote de juzgar las buenas obras de otros? ¿Estás convertido?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Buenas obras no para salvación
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Ofrenda de amor



“Y Abel trajo también de los primogénitos de sus ovejas, de lo más gordo de ellas. Y miró Jehová con agrado a Abel y a su ofrenda” (Génesis 4:4)

Hay relatos extraños en la Biblia, y por más que algunos intenten justificar lo injustificable, este es uno de ellos. Dos hermanos, dos ofrendas, un asesinato.

Abel era pastor de ovejas, su hermano un agricultor. Evidentemente tenían dos formas de ver la vida, perspectivas diferentes. Uno tenía que cuidar el rebaño, llevarlo a pastar, protegerlo de peligros, alimentarlos, darles agua, y sobre todo, hacerlos sentir cómodos, para que pudieran producir más ovejas. ¿Dónde aprendió el oficio Abel? Es un misterio, era uno de los hijos del primer ser humano, tal vez experimentó, ensayó con otros animales, no se sabe qué hizo para aprender.

Lo mismo sucede con Caín. No se sabe cómo aprendió a labrar la tierra para hacer que ésta produjera frutos, sin embargo, a juzgar por los resultados sabía muy bien lo que había que hacer. Todo agricultor sabe que producir frutos necesita constancia, tiempo, dedicación y paciencia, cualidades que aparentemente sí tenía Caín.

Cuando llegó el momento de agradecer a Dios Abel trajo una oveja. No hay nada escrito que sugiera que Abel sabía qué tipo de ofrenda debía presentar, sin embargo, tomó a uno de sus corderos, lo asesinó y lo puso sobre un altar, dando pie a lo que sería el sistema de sacrificios. Cuando algunos sugieren que Dios se lo indicó agregan algo al texto bíblico que no está allí. Caín trajo los frutos de la tierra, en esencia, hizo lo mismo que su hermano, ofreció lo mejor que tenía. El problema no es la ofrenda, sino la actitud que asumió cuando entendió que a Dios le pareció mejor lo que traía su hermano.

Tal vez era el momento de preguntarse el por qué del agrado de Dios, sin embargo, movido por la envidia y el resquemor optó por odiar, tal como hacen todos aquellos que no quieren saber los por qué y simplemente se dejan esclavizar por sus emociones. Abel hizo lo correcto, Caín también. Sin embargo, eligió enojarse, lo cual siempre es una opción, no una imposición.

¿Qué estás haciendo para agradar a Dios? ¿Estás consciente que no tienes todas las respuestas pero que es posible acercarse a Dios para que te guíe por su camino?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Ofrenda de amor
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

El hombre que caminó con Dios



“Caminó Enoc con Dios” (Génesis 5:22)

En muchos sentidos la vida de Enoc es un enigma. Aparece mencionado en sólo tres ocasiones en la Biblia, en Génesis cuando se da cuenta de su vida en tan sólo cuatro versículos (Génesis 5:21-24), en el libro de Hebreos en la lista de los hombres y mujeres héroes de la fe (Hebreos 11:5) y  en Judas, donde se menciona un libro que habría escrito (Judas 1:14) y del cual existe un texto que se atribuye a él. Nada más. Pero, lo que se dice es suficiente para entender algunas verdades que necesitamos conocer.

Fue hijo del primer asesino de la historia, Caín (Génesis 4:17) y padre del hombre más longevo de la tierra, Matusalén (Génesis 5:21) quien vivió la friolera de 969 años, casi un siglo.

Sin embargo, la característica más importante de este hombre es que “camino con Dios”, expresión que en el original hebreo implica “andar con alguien”, “acompañar”, “servir de compañía” y es interesante la forma en que está planteado, porque no sugiere que fue Dios el que acompañó a Enoc sino al revés, lo que supone un giro en la forma en que entendemos habitualmente los textos bíblicos, en esta ocasión, es un ser humano el que acompaña a Dios, evidentemente, es una forma de decirlo, pero que está haciendo énfasis en que para Enoc no había nada más importante que estar en compañía de Dios.

Luego, se menciona, casi al pasar que de pronto desapareció y no se lo vio más porque “desapareció” (Génesis 5:24). No está diciendo que murió, eso lo explica claramente Pablo en Hebreos cuando afirma categóricamente que “por la fe Enoc fue sacado de este mundo sin experimentar la muerte; no fue hallado porque Dios se lo llevó, pero antes de ser llevado recibió testimonio de haber agradado a Dios” (Hebreos 11:5). Es por tanto, el primer ser humano en experimentar este milagro, que por mucho que especulemos, no lo podremos entender plenamente. Lo único válido es que es posible acompañar a Dios, estar con él en todo momento, hacer de su presencia en nuestras vidas, lo más importante.

¿Por qué cuesta tanto caminar con Dios? ¿Qué había en la actitud de Enoc que debemos aprender? ¿Por qué Dios eligió llevarse a Enoc?

Copyright: Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo El hombre que caminó con Dios
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

El ladrón arrepentido



“Resulta que había allí un hombre llamado Zaqueo, jefe de los recaudadores de impuestos, que era muy rico” (Lucas 19:2)

Nunca ha sido sencillo tener una diferencia que haga que una persona se sienta menoscabada frente a los demás. Las diferencias físicas generalmente son relativas, una persona morena entre otros morenos pasa desapercibido, pero en una comunidad de blancos resulta llamativo, lo mismo sucede a la inversa. Una persona de estatura alta es uno más entre otros altos, pero resulta ser un gigante en una comunidad de pigmeos. Así que las diferencias son subjetivas siempre, no es la diferencia en sí el problema, sino la manera en que las personas deciden vivir esa situación.

Zaqueo era bajo de estatura. Los semitas no se caracterizan por ser muy altos, así que seguramente Zaqueo resultaba ser más pequeño, tal vez acercándose al enanismo o derechamente enano. Como siempre pasa, en muchas de estas situaciones las personas buscan compensar aquello que los hace distintos a los demás. En el caso de este personaje decidió ser más rico de lo que por herencia sería.

Para ser recaudador de impuestos en el imperio romano había que tener cierta fortuna, porque los puestos de recaudadores se compraban. Seguramente tenía dinero de su familia o de alguna herencia. La cosa es que cuando se convirtió en publicano ya tenía recursos. Sin embargo, el puesto le trajo aparejadas otros problemas. En vez de ganar respeto por el trabajo odioso que realizaba al recaudar impuestos para los romanos, que eran los usurpadores, se ganó la odiosidad de sus coterraneos que lo veían como un traidor.

Zaqueo, en vez de entender se convirtió en ladrón. Cobraba de manera usurera, pero nada de eso calmaba su fuerte necesidad de aceptación. Cuando escuchó hablar de Jesús fue una revelación. Se enteró que el nuevo maestro no tenía problemas en visitar a publicanos y se decía que uno de sus discípulos había sido uno de ellos. El resto de la historia lo sabemos. Cuando logramos entender que sólo Jesús calma nuestras necesidades más profundas, no necesitamos nada para probar algo, sólo nos sentimos dignos.

¿Estás buscando tu árbol para encontrarte con Jesús? ¿Entiendes que todos, en algún sentido somos Zaqueo?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo El ladrón arrepentido
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Sin distinción



“Saluden a Priscila y a Aquila, mis compañeros de trabajo en Cristo Jesús” (Romanos 16:3).

La mayoría de los textos de la Biblia que mencionan este personaje dicen “Priscila y Aquila”. Esto no es casual, en el mundo antiguo, cuando se mencionaban nombres de personas se ponía, habitualmente, al líder primero y luego el nombre de los demás. En este caso, en el matrimonio formado por Priscila y Aquila, ella es la líder y en quién confía Pablo para dar algunas directrices para la iglesia.

En muchas ocasiones se ha acusado a Pablo de ser chauvinista o misógino, sin embargo, no hay tal cosa. En muchos aspectos el apóstol rompe con las reglas de su tiempo concediendo a la mujer un lugar que no le estaba permitido en la sociedad, en este caso, reconoce el liderazgo de Priscila sin duda.

Junto a su esposo eran fabricantes de tiendas, y habían salido de Roma, su lugar de origen, a consecuencia de las persecuciones que había iniciado el emperador Claudio en contra de los judíos (Hechos 18:2), aunque Priscila era romana, su esposo era judío. Por el oficio que tenían se hicieron amigos de Pablo que realizaba la misma labor y en ocasiones, trabajaron juntos.

Al estar Pablo en Corinto se alojó en su casa (1 Corintios 16:19), y cuando Pablo hizo el viaje a Éfeso ellos le acompañaron (Hechos 18:18). Pablo los consideraba sus colaboradores (Romanos 16:3). Eran personas que habían entendido plenamente el evangelio, por eso fueron capaces de tomar a un lado a Apolo e instruirlo correctamente (Hechos 18:26). Finalmente, volvieron a Roma y en su casa se reunía la comunidad de cristianos de esa ciudad.

Se cree que Pedro fue quien le enseñó el evangelio a Priscila, también conocida como Prisca. Aquila y Priscila, finalmente fueron martirizados en las persecusiones posteriores a los cristianos. Una antigua tradición sostiene que Priscila ayudó a redactar el libro de Hebreos, tradicionalmente atribuido a Pablo.
Una mujer en medio de un mundo hostil, llena de fe y dignidad, que hizo la diferencia tal como puede hacerlo cualquier cristiano hoy.

¿Estás entendiendo la tremenda influencia que una vida puede hacer en otras vidas? ¿Qué estás haciendo para ser una influencia positiva para otras personas?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Sin distinción
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Obligado a cargar la cruz


“Al salir encontraron a un hombre de Cirene que se llamaba Simón, y lo obligaron a llevar la cruz” (Mateo 27:32)

Era un momento tenso, Cristo estaba siendo llevado al Gólgota y la multitud, presionada por las circunstancias y por el miedo a los romanos, gritaba e insultaba a aquel que a todas luces estaba condenado a morir.

Es interesante que las multitudes son como animales amaestrados, nadie reacciona como individuo y se dejan llevar por la presión del grupo. No era diferente en este caso, la gente estaba envalentonada, pero porque no tenían el coraje de oponerse a algo a todas luces injusto.
En dicho contexto, Jesús, que estaba herido y cuyas espaldas estaban en carne viva por haber sido azotado de la manera más cruel que existía en ese momento, con cadenas que tenían pequeños garfios en sus puntas, que se incrustaban en la piel del condenado y lo desollaban de una manera horrible. La sangre brotaba a borbotones de la espalda de Jesús y la gente, como animales carroñeros, gritaban ante el espectáculo denigrante que observaban. Jesús casí no se podía poner en pie, por eso, un romano no tuvo mejor idea que obligar a un hombre que iba entrando a cargar la cruz de Jesús.

Simón procedía de la ciudad de Cirene, una población griega fundada en el norte de África, en la actual Libia. Lo más probable es que era un hombre de raza negra o al menos, muy moreno. Alguien que destacaba en el grupo.

Lo interesante es que Marcos consiga los nombres de sus hijos, Alejandro y Rufo (Marcos 15:21), éste último mencionado por Pablo en Romanos  16:13. La tradición ha señalado que ambos llegaron a ser misioneros y muy conocidos por los cristianos de la primera iglesia.  ¿Cómo ocurrió eso? No lo sabemos, lo que si es obvio que de alguna forma el que Simón llevara la cruz de Cristo lo transformó y eso de algún modo cambió la vida de sus hijos que se convirtieron en seguidores de Jesús. Será interesante conocer de boca de los protagonistas cómo es que llegaron a ser discípulos de Cristo, lo impactante de la historia es que nadie puede continuar siendo el mismo si entra en contacto con Jesús y más si es obligado a portar su cruz.

¿Entiendes el privilegio de portar, voluntariamente, la cruz de Cristo? ¿Qué habrá pasado en la mente de Simón cuando llevaba la cruz de Jesús y veía su sufrimiento?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Obligado a cargar la cruz
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Despreciado sin nombre



“Un hombre que tenía lepra se le acercó, y de rodillas le suplicó: —Si quieres, puedes limpiarme” (Marcos 1:40). 

Se necesitaba mucha valentía para hacer lo que este hombre, sin nombre conocido, hizo. Se acercó a Jesús arriesgando que fuera apedreado o maltratado por la multitud, pero no le importó, sólo sabía que tenía que llegar delante de él.
A veces, no se logra dimensionar lo que era la enfermedad en general y la lepra en particular, en la sociedad de tiempos de Jesús. Para empezar, toda dolencia física, incluso aquellas que eran congénitas, eran consideradas un castigo de Dios. Por lo que se entendía que ayudar a un enfermo de un modo u otro era ir contra la voluntad de Dios que “lo había enfermado”. Así que era muy triste la condición de los enfermos que se morían sin ser atendidos, y en algunos casos extremos, eran expulsados de sus casas por sus propios familiares que veían en el enfermo un estigma para la reputación familiar.

La lepra, como tal, es una enfermedad infecciosa se produce a partir de la bacteria Mycobacterium leprae que fue descubierta en 1874 por el médico noruego Gerhard Armauer Hansen, de ahí que se la conozca como bacilo de Hansen. Es una enfermedad que se transmite a otros sólo cuando no está bien tratada, pero en general se puede evitar el contagio. El problema es que en tiempos de Jesús, cualquier enfermedad a la piel era considerada “lepra”, incluso las manchas a la piel. Eso hacía que muchas personas fueran despreciadas por su comunidad por estar considerados malditos.

Cuando una persona era diagnosticada por lepra por el sacerdote, que era el único que podía determinar que tenía la enfermedad, era expulsada de la comunidad y su familia obligada a hacer un funeral por dicha persona, que a partir de ese día era considerada muerta. No podían acercarse a fuentes de aguas, a caminos, ni a lugares donde hubieran otras personas.

En estas condiciones este hombre se acerca y hace una corta oración: “Si quieres, puedes limpiarme”. Sabe bien que Jesús puede, lo que no está seguro es de si quiere. Pero, Cristo, que lo toca aún estando enfermo, siempre dice “quiero” y luego agrega “se limpio”. Eso es para todos nosotros.

¿Estás haciendo lo posible para acercarte a Jesús? ¿Entiendes que sólo él limpia?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Despreciado sin nombre
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Discípula a los pies del Maestro


María “sentada a los pies del Señor, escuchaba lo que él decía” (Lucas 10:39). 

Seguramente María era una mujer fuera de época por lo cual era resistida, incluso por su familia, porque a juzgar por la actitud de su hermana Marta, ella estaba en el lugar y la postura inadecuada cuando se sentó a los pies de Jesús para aprender.

En el tiempo de Marta y María a las mujeres les estaba vedado el aprender, de hecho, el analfabetismo era casi de un 90 por ciento en los varones, pero casi el 100% en las mujeres. Era mal visto que una mujer aprendiera. Esa frase “tirar perlas a los cerdos” era aplicada a la idea de enseñarle a una mujer. Lo único que se suponía que una mujer debía aprender era a hacer las tareas del hogar, cuidar los animales y la huerta, saber buscar agua, curar heridas y enfermedades, y atender a sus hijos. Lo demás, era patrimonio masculino.

Eso hizo que su propia hermana se molestara por lo que estaba viendo, a su hermana en posición de aprendizaje, a los pies del Maestro, tal como hacía un discípulo cuando estaba aprendiendo. La reprendió, pero Jesús la defendió, señal de que Cristo entendía que antes que ser mujer María era persona, una criatura de Dios, con los mismos derechos que cualquier ser humano. Por eso al alabarla dijo: “María ha escogido la mejor parte, y no le será quitada” (Lucas 10:42). Un texto interesante que muestra que aún cuando el contexto sea opresivo y reprimido, como el que le tocaba a María, aún así ella había elegido. Su elección implicó no ser del grupo de las mujeres que creían lo que les habían vendido. Se rebeló contra el estereotipo y actuó de otra forma. Una tremenda lección para cualquier discriminado de la actualidad.

María aprendió bien la lección, fue la primera persona que captó plenamente que Jesús iba a ofrecer su vida, por eso le hizo un homenaje en vida al verter un frasco de perfume en sus pies (Juan 11:2), mientras los varones huían y se escondían ella estuvo valientemente a los pies de la cruz (Juan 19:25) y fue la primera persona en ver a Jesús resucitado (Juan 20:16). Todo comenzó con una elección, escoger la mejor parte, estar a los pies del Maestro.

¿Estás eligiendo la mejor parte en tu vida? ¿Te sientas a los pies de Jesús?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Discípula a los pies del Maestro
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Consejos de una madre


“Mujer ejemplar, ¿dónde se hallará? ¡Es más valiosa que las piedras preciosas!” (Proverbios 31:10) 

Lemuel no aparece entre los nombres de los reyes de Israel, así que es un enigma su historia. No se sabe a ciencia cierta quién fue. Sólo aparece mencionado en el capítulo 31 del libro de Proverbios, sin embargo, basta ese capítulo para inmortalizarlo. Pero, no es él la persona más importante, sino su madre, persona a quien ni siquiera se nombra pero es quien da los consejos que su hijo recoje y da a conocer.

Sin embargo, los consejos que da esta mujer están totalmente fuera de lugar para la época, digamos que ella se adelante, no sólo a ese momento de la historia, sino varios siglos.

Primero, el advierte a su hijo que no gaste su fuerza en mujeres que arruinan reyes. No dice exactamente quiénes son esas mujeres, pero por lo que dice luego, deben ser damas con conductas contrarias a las que expone como características de una mujer adecuada para su hijo.

Luego, reconviene a su hijo advirtiéndole que no se deje llevar por el alcohol. En tiempos donde las borracheras reales eran pan de cada día, esta advertencia es realmente importante.

Luego en los versículos siguientes le dice que tiene que hablar por los que no tienen voz y defender los derechos de los desposeidos.

A partir del versículo 4 se construye un acróstico, es decir un poema, utilizando como primera letra cada una de las letras del alfabeto hebreo. Es un largo poema donde describe las características de una mujer virtuosa. Ideas revolucionarias para su tiempo, pero vigentes aún, porque describen a una mujer digna y plena de derechos, y no el estereotipo que ha construido el machismo o el androcentrismo, donde el varón es puesto al centro, descuidando a la mujer.

En todo tiempo, bajo las situaciones más opresivas, siempre han surgido personas capaces de poner las cosas en su lugar. La madre del rey Lemuel, es un ejemplo de eso en la defensa de la mujer.

¿Estás defendiendo los derechos de la mujer como corresponde? ¿Te estás comportando como una mujer digna y virtuosa?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Consejos de una madre
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Pastoreando al pueblo



“En aquel tiempo gobernaba a Israel una profetisa llamada Débora, que era esposa de Lapidot” (Jueces 4:4).

Nunca ha sido fácil ser mujer. El que crea lo contrario, seguramente es varón y machista. La historia muestra vez tras vez el abuso sistemático de la mujer que le ha tocado vivir una lista infinita de amarguras y, en algunos rincones del mundo, eso sigue siendo aún una realidad palpable todos los días.

Por eso que cuando la Biblia nos dice que Israel era “gobernado” por una mujer, que además era profetiza y que más encima estaba casada, nos deja ante una situación totalmente nueva. Es el equivalente a pensar que Afganistán o Arabia Saudita aceptaran que una mujer fuera su gobernante.

Por otro lado, según 1 Crónicas 17:6 la función dada por Dios a los jueces era pastorear al pueblo. Eso en buen español se dice “pastor” o, en el caso de una mujer, “pastora”. Nos gastamos discutiendo lo que la Biblia ya señala sin ambigüedad, que cuando Dios llama a alguien lo hace sin distinción de género.

Débora fue la encargada de pastorear Israel en un momento históricamente crítico, y lo hizo como cualquier otro juez que hubo antes o después. Con total convicción de que había sido llamada por Dios y que su tarea no se ponía en tela de juicio.

Se menciona al pasar el nombre de su esposo Lapidot, que seguramente, no tendría los complejos mentales que algunos tienen en la actualidad que no aceptan que sus esposas tengan más capacidad de liderazgo que ellos. Este hombre es admirable, en una época donde la mujer no tenía derecho ni siquiera a decidir con quién se casaba, aquí estaba él casado nada más ni nada menos que con la jueza, la gobernadora, la dirigente, la gobernadora, la pastora del pueblo.
Dios llama no a varones o mujeres, Dios llama a personas que indistintamente de su género están en condiciones de cumplir una misión para Dios. Débora aceptó el desafío y hasta ahora su nombre es símbolo de fortaleza, hidalguía, empuje y valentía, no por ser mujer, sino por aceptar el desafío.

¿Estás aceptando el llamado de Dios o te excusas a partir de tu género? ¿Estás aceptando que Dios llama independiente del género?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Pastoreando al pueblo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Los viajes misioneros de Bernabé



“Cuando Bernabé y Saulo cumplieron su servicio,  regresaron de Jerusalén llevando con ellos a Juan,  llamado también Marcos” (Hechos 12:25).

Probablemente al leer el título de la reflexión de hoy a más de alguno le suene erróneo. Sin embargo, no hay que olvidar que la historia muchas veces por sus énfasis, olvida a los verdaderos protagonistas. Los dos primeros viajes misioneros que se suponen fueron de Pablo, en realidad, fueron de Bernabé y Pablo fue el acompañante. El texto así lo consigna, puesto que por una forma de escritura griega, el nombre del líder iba primero.

Sin embargo, es lógico que hubiera sido así, puesto que el líder conocido por la iglesia era Bernabé, no Pablo, al que algunos todavía consideraban “Saulo”, el perseguidor de los cristianos. Bernabé, cuyo nombre significa “Consolador”, era un hombre inmensamente sabio. Sabía reconocer en las personas sus potencialidades. Él veía lo que otros no, y cuando todo el mundo parecía haber olvidado a Pablo, y mientras éste se encontraba en Tarso, un tanto desterrado, fue Bernabé el que lo fue a buscar y lo convenció de participar con sus dotes personales en la misión de proclamar el evangelio.

Fue Bernabé el que también rescató a Juan Marcos, el que en un principio fue despreciado por Pablo, por su inmadurez y su tendencia a dejar lo que había empezado, pero Bernabé no cedió, él se la jugó por Juan Marcos, y años después Pablo tuvo que reconocer su error y admitir la visión que tuvo Bernabé.

Lucas escribió el libro de los Hechos, y al ser discípulo de Pablo es más o menos obvio que exaltó más la figura de su líder que de Bernabé, con quien probablemente tuvo poco contacto, de allí que la tradición tendió a olvidar a este hombre amable, sensible y valiente que no temía luchar por otros.

Se necesitan muchos “Bernabés”... especialmente para rescatar a aquellos que han sido maltratados por la multitud y han sido relegados al largo silencio del olvido. Sin Bernabé, probablemente no tendríamos al tremendo predicador que fue Pablo y al escritor que fue Juan Marcos.

Seguramente hay otras personas que algún día contarán lo que Bernabé hizo en sus vidas.

¿Estás actuando de tal modo que traes bendición a la vida de otra persona? ¿Te estás poniendo de parte de quienes son exiliados de sus hermanos?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Los viajes misioneros de Bernabé
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Abigail, belleza con sabiduría



“El nombre de aquel varón era Nabal, y el nombre de su mujer, Abigail. Y era aquella mujer de buen entendimiento y de buena gracia; mas el hombre era duro y de malos hechos; y era del linaje de Caleb.”  (1 Samuel 25:3)

Abigail fue hermosa y sabia. Combinación poco común el medio ambiente en el que se desarrolló. Probablemente llegó a ser esposa de Nabal no por voluntad propia. Era común en ese tiempo que algunos padres hiciesen un buen negocio con sus hijas “casándolas” con alguien de buen capital, una forma elegante de decir que eran “vendidas” al mejor postor.

Las alternativas que tenían las mujeres de ese tiempo eran pocos. La inteligencia no significaba mucho en una mujer, importaban sus dotes físicas. Había una verdadera trata de blancas escondida en casamientos arreglados. Nabal, torpe, borracho y desconsiderado no era el marido soñado por alguna mujer. Debe haber sido un suplicio estar casado con él.

Abigail se enteró de lo que hacía David. Llegó a sus oídos las veces en que los hombres de David habían ayudado a los siervos de su esposo. Seguía a la distancia los acontecimientos. Sabía que algo iba a pasar en Israel. Entendía que en todo esto David era un personaje protagónico importante.

Cuando escuchó lo que Nabal le dijo a los emisarios de David enseguida supo que su esposo una vez más había cometido un error. Sin decirle nada preparó comida y animales y salió al encuentro de David. Supuso que sin duda este habría de venir a pedir cuentas de un trato tan poco hospitalario.

En Oriente se entendía que la hospitalidad era parte de la cultura y del buen vivir, nadie respondería como su esposo lo hizo, a menos claro que fuera enfermo o estuviera ciego por la avaricia.

A David le entregó los víveres y apaciguó el temporal. El resto de la historia lo sabemos. Nabal murió de un ataque cardiaco al enterarse de lo que su esposa había hecho y Abigail fue solicitada en matrimonio por David. Se convirtió así –con el tiempo- en la esposa del rey. Una decisión cambió su destino. Actuar de la manera correcta marcó la diferencia en su vida.

¿Tomas las decisiones adecuadas sin importar el qué dirán, simplemente obras porque eso es lo correcto? ¿Cuál es la lección de la vida de Abigail en relación a tomar decisiones correctas?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo

continue leyendo Abigail, belleza con sabiduría
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La despreciada




“No me ruegues que te deje y me aparte de ti, porque a dondequiera que tú vayas, iré yo, y a dondequiera que vivas, viviré”  Rut 1:16

Ser mujer nunca fue fácil. Muchas han visto frustradas sus ambiciones y sueños sólo por su femineidad. Millones de mujeres son humilladas, violentadas y maltratadas. Esto sucede incluso en hogares llamados “cristianos”.

Un día apareció en el pueblo de Rut una familia distinta. No vestían igual a las personas que ella conocía. Pero no fue eso lo que la cautivó sino su manera de actuar. Pero, por sobre todo le atrajo la manera en que aquellos hombres trataban a la única mujer que les acompañaba. Supo que era la madre de aquellos dos jóvenes y el esposo de ese hombre pobre, pero digno.

En su pueblo las mujeres eran las sirvientes. La única esperanza de tener alguna consideración era llegar a ser sacerdotisa del dios moabita. Pero aún allí se exponía a la posibilidad de ser reclutada como prostituta del templo.

Moab era un país próspero. Sus tierras agrícolas y ciudades fortificadas hacía a sus habitantes arrogantes que los inducía a despreciar a otros pueblos. Ruth no era excepción, sin embargo, vio en esos hombres extranjeros algo que no había visto nunca: El aprecio y respeto sólo por ser un ser humano.

Poco a poco fue enamorándose de esa familia. Al tiempo, fue solicitada en matrimonio por Mahlón, hijo mayor de Elimelec y Noemí. Su familia no entendió porque aceptó como marido a un extranjero pobre y errante.

Al poco tiempo, debido al trabajo esclavizante y a las condiciones en las cuales vivieron en Moab su esposo, su cuñado y su suegro murieron. De acuerdo a la costumbre tenía la opción de volver a la casa de su padre y ser ofrecida nuevamente en matrimonio. No obstante, en el transcurso de ese proceso, se había enamorado profundamente de Noemí, su suegra.

Rut admiraba el coraje, la bondad y la entrega de Noemí. Apreciaba la forma de ser mujer que ella tenía. Sin complejos, sin sentimientos de inferioridad, sin falsos pudores. Se sabía criatura de Dios y eso era más que suficiente. No es extraño que decidiera abandonar todo y seguirla a otro pueblo.

Si eres mujer ¿Aprecias el honor de ser mujer? Si eres varón ¿Respetas la dignidad de las mujeres que te rodean? ¿Cómo demuestras que todos los seres humanos sin distinción de sexo son hijos especiales de Dios?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo La despreciada
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Un samaritano de los buenos


“Pero un samaritano, que iba de camino … vendó sus heridas” Lucas 10:33-34

La historia del buen samaritano no habría trascendido si Jesús hubiese elegido otros protagonistas. Cada uno representa un sector de la humanidad. El sacerdote al gobernante. El levita al religioso. El samaritano a los despreciados. El herido puede ser cualquiera.
Los que gobiernan a menudo pasan de largo ante las necesidades reales de las personas, la mayor parte de las veces están preocupados de ayudar en tanto obtengan algún voto que los mantenga en su posición. Muchos religiosos por su parte están tan en el limbo de las alabanzas y aclamaciones a Dios que no escuchan los clamores de quienes están a su lado sufriendo.

Los que menos tienen más dan. Las poderosos están ocupados en contar sus recursos y no tienen tiempo de dar. He visto a ricos malgastar millones en diversiones insulsas y mendigar un centavo a quien lo necesita.

Los samaritanos de hoy son aquellos que aunque pobres, despreciados y humillados por su procedencia, etnia o nacionalidad están dispuestos, sin medir esfuerzos a ayudar y aliviar el sufrimiento de quienes están a su lado.

Recolectando alimentos para personas necesitadas llegué a casa de una mujer rica, luego de escuchar mi pedido mirándome con un gesto altanero entró a su casa y me trajo una caja de fósforos, que devolví diciendo:

—Señora, seguramente hoy almorzará lo que una o dos familias necesitadas tendrán por alimento para todo el día. No necesito su limosna. Confío en que nunca esté tan necesitada que le den como comida un caja de fósforos.

Triste golpee al hogar de una familia modesta. Cuando expliqué el motivo de mi visita me hicieron pasar y al poco rato volvieron con una caja de comestibles pidiendo disculpas por no poder dar más. Seguramente no entendieron porque mis ojos se llenaron de lágrimas. Quise ir a la casa anterior para mostrarles pero me contuve.
Tal como ayer, sigue habiendo heridos en el camino. Personas que necesitan que les cubran sus heridas y los lleven al posadero para descansar.

¿Cuándo ayudaste a un herido? ¿Cuántas heridas has cubierto esta semana? ¿Qué estás dando para las necesidades de otros? ¿Eres levita, sacerdote o samaritano?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Un samaritano de los buenos
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

El padre pródigo



“Y cuando aún estaba lejos lo vio su padre, y fue movido a misericordia, y corrió y se echó sobre su cuello, y le besó” Lucas 15:20

Cuando mi hijo tenía 10 años instaló en la puerta de su dormitorio un letrero que decía: “Prohibido entrar a toda persona ajena”. Al otro día mi esposa entró sin golpear y él le reclamó diciendo:

—¡Pero mamá! ¿No leíste el letrero?

—Si —contestó ella— pero yo no soy una persona ajena.

—Si —dijo él— pero es mi pieza, y ¿qué tal si me estaba desvistiendo?

Mi esposa sonrió y luego ambos nos hemos reído. En cierto modo repitió lo que su hermana de 16 años puso en su puerta: “Si usted ha venido con pensamientos negativos por favor deshágase de ellos antes de entrar”.

Aprendí con mis hijos que necesitan su propio espacio. Debe aprender a tomar sus propias decisiones y hacerse responsable de ellas. No creo que Alexis y Mery —mis hijos— sean egoístas, simplemente nos dijeron:

—¡Por favor! ¡Déjennos crecer!

Deberíamos hablar del “padre pródigo”. Su hijo viene con una serie de reclamaciones. Entiende que con imposición no logrará nada. Puede negarse, pero el hijo buscará otra forma de huir. Decide darle lo que desea.

Entiende que lo que en realidad su hijo le dice es:

—Papá, quiero tomar mis propias decisiones. Equivocarme o triunfar sólo. No quiero que vayas conmigo déjame ir.

Y el padre se lo concede, y se queda sólo. La situación del hijo no fue buena, pero, para el padre tampoco fue fácil. La espera fue angustiosa. Amaba a su hijo, pero, no podía retenerlo a la fuerza. Cuando lo dejó ir se dedicó a esperar con el alma en un hilo hasta que el hijo al fin regresara.

Cuando lo vio venir a la distancia gritó de alegría y salió corriendo a su encuentro. No tuvo asco de abrazar sus andrajos y oler su nauseabundo aroma. Lo recibió con la misma actitud de amor con la que lo había dejado ir.

¿Estás permitiendo que tus hijos tomen sus propias decisiones? ¿Amas lo suficiente como para dejarlos marchar a tierras extrañas? ¿Esperas el regreso de tu hijo sin rencores ni reproches?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo

continue leyendo El padre pródigo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Las endechas de una hija frustrada



“Déjame por dos meses que vaya y descienda por los montes, y llore mi virginidad, yo y mis compañeras” Jueces 11:37

Admiraba a su padre. Era el hombre que Dios había usado para librar a su pueblo. Antes de Jefté los amonitas habían abusado alevosamente de los Israelitas. Veía a su progenitor arengar a sus soldados. Lo contemplaba cuando él atendía las necesidades de la gente que recurrían a él como juez.

Las hijas admiran a sus padres cuando estos representan modelos atractivos. Admiraba a su padre porque había superado las amarguras de su niñez. De hijo de una prostituta se había convertido en un hombre poderoso.

La Biblia no ha registrado su nombre. Tal vez para no ironizarlo. Puede ser que su nombre tuviese un sentido esperanzador y su final fue diferente, que el redactor decidió omitirlo para no fuera objeto de burla.
Como mujer tenía muchas posibilidades. Era hija única de un juez de Israel. Como tal podría ser pedida en matrimonio por cualquier joven israelita. Sin embargo, dado su rango y alcurnia sólo el mejor o con mayores proyecciones en la vida seguramente sería el elegido. Como toda joven había soñado con la maternidad y el estado matrimonial.

Cuando anunciaron que se acercaba su padre victorioso reunió a sus amigas para ser la primera en saludarlo. Quería celebrar la victoria. Juntó instrumentos y se vistió con sus mejores ropas y salió al encuentro de su destino.

Al ver la desazón de su padre comprendió que algo andaba mal. En pocos instantes supo que todos sus sueños de un futuro marido y un matrimonio serían sólo un sueño que nunca podría concretarse debido a la poca sabiduría de su padre que ofreció a Dios a un ser humano y no un cordero.

Comprendió que era injusto, pero, entendió que no podía ir contra lo que su padre ya había juramentado a Dios. Salió durante dos meses por los valles a llorar junto a sus amigas. Un llanto inútil. Al menos serviría para que su padre y otros se diesen cuenta del enorme dolor que le acompañaría el resto de su vida. ¿Alguien le habrá dicho a Jefté la necedad que había hecho?

¿Estás tomando decisiones que de un modo u otro perjudican a alguna persona? ¿Estás consciente de que lo que decides siempre directa o indirectamente afecta la vida de otros?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo

continue leyendo Las endechas de una hija frustrada
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Ciego, pero obediente



“Rabí, ¿quién pecó, este o sus padres, para que haya nacido ciego?” Juan 9:1

El hombre al que miraban Jesús y sus discípulos no los podía ver, pero, como siempre lo había hecho, escuchó con atención. No se le escapaba ningún suceso a su alrededor. Su oído atento estaba pendiente de todo.

Sin previo aviso sintió que ponían lodo en sus ojos. En circunstancias similares hubiese reaccionado con ira. Pero, esta acción vino de un hombre que segundos antes había dicho: “Soy la luz del mundo” (Jn. 9:5 DHH).
Había aprendido a evaluar a las personas por la voz. El timbre de voz de aquel extraño era distinto a todo lo que había oido. Trasmitía paz. No había ni un dejo de mala intención en sus palabras. Así que sin pensarlo dos veces a la indicación de ir hasta el pozo de Siloé se paró y marchó obediente.

No sabía que vendría.  Nadie lo preparó. Sólo caminó el sendero descendente. Holló con sus pies la senda escarpada de los ciegos. Para los que ven era difícil bajar hasta el Estanque de Siloé, ¿cuánto más para un ciego?

Podría haber reclamado y eso habría generado una ola de simpatía. Pero decidió confiar en esa voz que infundía confianza. Cuando llegó al estanque se arrodilló con dificultad y puso sus manos en el agua y luego, tal como se lo ordenaron procedió a limpiar sus ojos. De pronto sintió una llamarada de luz que casi lo tumbó de espanto. Nunca antes había percibido algo así.

En un instante miles de formas y colores invadieron su mente. Había dejado de ser ciego en segundos. Se quedó inmóvil. Por momentos no articuló palabra. Se quedó pasmado recibiendo aquel caudal de luz que le traía por primera vez a su mente la sensación de formas, objetos y color. De pronto vino a su mente la voz de aquel hombre y subió corriendo por el sendero que minutos antes le costó tanto bajar. Mientras corría gritaba:

-¡No estoy ciego! ¡Ya no estoy ciego! ¡Veo! ¡Veo!

Buscó a Jesús y no lo encontró. Sin embargo, desde aquel día se convirtió en su más devoto discípulo.

¿Qué habría pasado si aquel hombre simplemente se hubiese negado a ir al estanque a lavarse los ojos? ¿Obedeces a Dios sin preguntar? ¿Confías en él como para ir hasta tu estanque de Silohé simplemente porque él te lo pide?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo

continue leyendo Ciego, pero obediente
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Jonatan: El amigo incondicional



“Y Jonathán dijo á David: Vete en paz, que ambos hemos jurado por el nombre de Jehová, diciendo: Jehová sea entre mí y ti, entre mi simiente y la simiente tuya, para siempre” 1 Samuel 20:42

“Amigos cuando hay higos” dicen en alusión a aquellos que se quedan sólo si hay un beneficio. Los verdaderos amigos no son así.

Jonatan era el futuro rey de Israel. Tenía derecho a la corona. Sin embargo, entendió que la voluntad de Dios era otra, y a diferencia de su padre no se amargó ni hizo cosa alguna para cambiar la opinión del Señor. Se abocó a la tarea de hacer que David llegase a ser rey. Defendió a David a riesgo de su vida. El amor al poder convirtió a Saúl en un enajenado. Jonatán siguió un camino diferente. Fue leal a su padre, pero no al grado de traicionar a su mejor amigo, la persona que Saúl consideraba su más grande enemigo.
En el mundo de hoy es cada vez más difícil distinguir la verdadera amistad. No porque existan elementos nuevos o esté teñida de misterios, sino porque cada vez menos personas están dispuestas a ser amigos sin condiciones. La consigna parece ser “qué tienes para darme a ver si me conviene”.

Jesús tuvo una familia de amigos incondicionales: Lázaro, María y Marta. Mediante esa amistad el maestro ilustró el sentido del verdadero encuentro humano. A menudo iba a la casa de dichos hermanos a descansar y a desconectarse de las actividades diarias que le tocaba realizar. Era su lugar de refugio. El hogar donde podía ser sin tapujos de manera natural.

Eso son los amigos verdaderos. Un refugio. A los amigos de verdad no se les pregunta si puedo visitarlos, simplemente, uno sabe que las puertas de su casa y de su vida están constantemente abiertas. El amigo que realmente ama es aquel que nunca usará dicha amistad como un medio para conseguir algún beneficio, todo lo contrario, simplemente será amigo por la alegría de sentir el contacto con una persona que es capaz de aceptarlo plenamente.

Las personas sin amigos son tristes. Llevan sobre si la carga de algo que les falta. Los verdaderos amigos producen alegría. Son el resguardo de nuestros anhelos, los oídos amorosos de nuestras cuitas y problemas, los brazos que nos sostienen en los tiempos malos. Dichosos los que tienen amigos.

La amistad se cultiva, ¿estás haciendo tu mejor esfuerzo por mantener a tus amigos? ¿Tienes amigos por conveniencia o eres una persona incondicional?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Jonatan: El amigo incondicional
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Jesús: Un hombre como todos



“Entonces Jesús, cansado del camino, se sentó” (Juan 4:6). “Pero mientras navegaban, él se durmió” (Lucas 8:23)

¿Le dolieron las muelas a Jesús? ¡Claro que sí! Y no sólo eso. También perdió los dientes cuando era niño.  Le dolió el estómago. Probablemente alguna vez tuvo indigestión. Iba al baño todos los días como cualquiera persona normal. Le dolían las manos cuando trabajaba. Le salían callos cuando las sandalias le apretaban. Le molestaban los mosquitos cuando le picaban y le dejaban aquellas desagradables ronchas en la cara y los brazos.

La tendencia de los cristianos es mitificar a Cristo. En otras palabras, nos hemos olvidado que la encarnación es precisamente lo que dice la palabra. La expresión de la presencia corporal de Dios mediante Jesucristo.

¿Se enamoró alguna vez? ¿Sintió atracción sexual? ¿Tuvo deseos de estrangular a alguien? ¿Sintió el peso del dolor al grado de querer en algún momento morir? ¿Se sintió solo? ¿Necesitaba la compañía de otros seres humanos? Sí. Sin duda. Era ser humano. Y a los humanos nos pasa todo eso. Se enamoró, sintió apetencia sexual, se enojó, sintió deseos amargos de morir, se sintió solo, necesitó el cariño y la simpatía de otros.

Una de las estrategias favoritas del enemigo de Dios es hacernos creer que Jesús no fue humano. Quiere que creamos que estuvo alejado de nuestras realidades cotidianas y por eso no es capaz de entendernos. Pero no es así. La Escritura lo dice con una sencillez extraordinaria: “No tenemos un sumo sacerdote que no pueda compadecerse de nuestras debilidades, sino uno que fue tentado en todo según nuestra semejanza” (Heb. 4:15).

Cuando sufrimos él entiende. Cuando la persona que amas no te habla él sabe. Cuando sufres el rechazo y te hacen sentir paupérrimo, no temas, Jesús vivió lo mismo. Cuando otra persona ha hecho algo que te enoja al punto que parece que vas a enloquecer, no te preocupes, Cristo vivió lo mismo. El nos entiende. Cuando sufrimos su mano amorosa nos toca y nos dice:

-Llora, yo sé lo que se siente.

¿Cuándo fue la última vez que le llevaste a Jesús tus dolores cotidianos? ¿Haz invitado a Jesús a tu casa o lo dejaste recluido en la iglesia?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Jesús: Un hombre como todos
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Goliat: Grande pero pequeño


“Hoy yo he desafiado al campamento de Israel; dadme un hombre que pelee conmigo.” 
(1 Samuel 17:10)

Siempre supo que iba a ser gigante.  Dicha convicción fue reforzada por lo que le decían y por lo que veía a su alrededor. Crecía más rápido que sus pares y tenía más fuerza que varios de sus amigos juntos. Era respetado y elogiado por su fortaleza física y su estatura.

Nunca supo de fracasos. Se convirtió en engreído y arrogante. Desarrolló los vicios de carácter propio de quienes reciben todo en charola de plata.

Fue natural que lo tentaran con el ejército. Las fuerzas armadas no precisan de cerebros, sólo de gente fuerte, especialmente si es altanera y soberbia. Le dio a sus compatriotas esperanzas de triunfos insospechados. Recibió honores y riquezas sólo por tener un don heredado por el cual nunca trabajó.
Cuando llegó el día de batalla contra Israel venía sumido en aires triunfadores. Tenía tras sí una historia de alabanzas y victorias. No sólo era Goliat el gigante. Para su gente era un héroe y un semidiós.

La vanidad se cultiva. La soberbia se va construyendo como un edificio al que le van agregando un ladrillo tras otro. El orgullo se extiende por el carácter a fuerza de repetir día a día panegíricos, adulaciones y la creencia de que el que recibe dichos elogios es capaz de las más extraordinarias hazañas.

Cuando apareció David era obvio que se ofendiese. Le enviaban a alguien no digno de su honor. Él estaba por encima de pequeños hombres, no sólo en estatura, sino en la percepción de grandeza que tenía de sí mismo.

David, vestido con su túnica de ovejero y con su honda en la mano parecía un adversario indigno. Era como aplastar una hormiga con un tanque blindado. En su petulancia percibía que era una lucha desigual.

No hizo amague de alejarse cuando vio la piedra. Sintió un dolor profundo a su orgullo cuando la roca se incrustó en su frente. Al caer pudo ver el precio de la presunción. Mordió el polvo de la derrota a manos de un hombre con no más arma que su dependencia de un Dios que él despreciaba.

¿Hay algún rasgo de carácter en tu vida que te asemeja a Goliat? ¿Cuántos orgullos has acumulado en tu existencia? ¿Cuántas arrogancias muestras como trofeos de guerra? ¿Te das cuenta que viene una piedra que hará morder tu orgullo en el polvo?

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo
continue leyendo Goliat: Grande pero pequeño
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Una suegra ejemplar


“Regresó Noemí, y con ella su nuera, Rut, la moabita” (Rut 1:22)

Dicen que el varón más feliz de la tierra fue Adán, la razón es simple, no tuvo suegra. Aunque el chiste es repetido, nunca fue fácil ser suegra. Aunque hay que admitir que algunas suegras no han hecho mucho para aliviar el prejuicio que se cierne sobre ellas hay otras, como el caso de Noemí, que se han convertido en proverbiales.

¿Qué hizo que Rut se enamorase tanto de su suegra al grado de decidir abandonar todo: pueblo, prosperidad, familia, prestigio? Noemí no era rica. No tenía posesiones terrenales que le permitieran un buen pasar. Sin embargo, había algo que la hacía atractiva, su vida llena de integridad.

Fue una mujer abnegada. Siguió a su esposo e hijos a una tierra extraña, aunque sabía que era una aventura sin rumbo. No le temía al trabajo duro, sus manos encallecidas así lo demostraban. Demostró ser valiente cuando decidió volver a su tierra aún cuando su regreso parecía una derrota.

Cuando se enamoró de Elimelec nunca sospechó el giro dramático que tomaría su vida. Ser extranjera, viuda y pobre no era el plan que tenía para su vida. En realidad nadie en su sano juicio proyecta ese tipo de futuro.

Cuando sus hijos se enamoraron de mujeres paganas no estuvo feliz, pero, decidió apoyarlos y convertirse en la mejor suegra.

Trasmitió en sus acciones la convicción profunda de que era Hija de Dios y no importa cuan difícil fuese vivir nada cambiaría ese hecho. A menudo repetía con una sonrisa: Dios me ama. Dios nos ama a todos.

Sus nueras, inexpertas e inmaduras, fueron poco a poco prendándose de esa confianza en un Dios invisible sin ninguna imagen visible que le recordase ni ninguna fiesta orgiástica que atrajera multitudes. Rut y Orfa admiraban la entereza de aquella mujer que las trataba con cariño, rectitud y dignidad. Cuando llegó la hora de optar no dudaron en seguirla a un país lejano.

Ser suegra es difícil, pero Noemí demostró que es posible serlo sin causar rechazo, al contrario, provocando a cambio una lealtad a toda prueba.

¿Qué tipo de persona eres? ¿Reflejan tus acciones cotidianas que eres una criatura de Dios? Las personas que te rodean, ¿se enamoran de Dios a causa de tus actos?
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Cada vida un universo

continue leyendo Una suegra ejemplar
Comparte en:    Facebook Twitter Google+