Esparcir las semillas


“El que llorando esparce la semilla, cantando recoge sus gavillas” (Salmo 126:6)

En toda la historia humana, siempre han existido personajes tétricos, que han planeado sus estrategias de terror escondidos en las sombras de sus cargos de turno, y luego, ante el asombro de todo el mundo han dado su zarpazo artero dejando desconcertados a todos los que los que los han creido leales y apegados al derecho y la ley, la misma que desprecian una vez en sus puestos, tal como hicieron algunos del los dictadores de los regímenes militares en latinoamérica, y en muchos lugares más en el pasado, y tristemente, aún algunos rincones de nuestro mundo en el presente.

Algunos enseñan que los cristianos, ante este tipo de situaciones, estamos llamados a ser neutrales. Sin embargo, esa es una mentira. Nunca un cristiano verdadero puede ser neutral. La neutralidad implica no comprometerse con nada, y el cristiano ha hecho un pacto con la verdad y eso, inevitablemente, implica tomar partido, y al hacerlo, necesariamente se pondrá en contra de situaciones que nada tienen que ver con el mensaje de Dios.

Los dictadores en todas las épocas, siempre han buscado mentes sumisas que no digan nada y se dobleguen. Los cristianos no podemos callar frente a la injusticia, al dolor ni a la soberbia de quienes arrebatan el derecho y la justicia. Ser cristiano es sembrar la verdad, y eso incluye seguir el mensaje de Cristo que vino a “anunciar buenas nuevas a los pobres” a “proclamar libertad a los cautivos y dar vista a los ciegos, a poner en libertad a los oprimidos” (Lucas 4:18).

Proclamar la libertad de los cautivos es ponerse al margen de la ley de los dictadores y opresivos.

Anunciar buenas nuevas a los pobres, es ponerse en entredicho con los explotadores.

Poner en libertad a los oprimidos, es pasar de la palabra a la acción y eso, es provocar la ira del tirano.

Un cristiano de verdad, nunca es neutral. La neutralidad, es en muchos casos, una forma elegante de no compromiso y más de las veces, una forma políticamente correcta para esconder la cobardía.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Esparcir las semillas
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La tarea del Señor


“Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto” (Salmo 126:4)

El día de ayer, utilizando el mismo versículo de hoy, reflexionábamos sobre la alegría de los cautivos que llegan de vuelta a la tierra prometida. Del gozo de los que vuelven. Sin embargo, es preciso tomar otro aspecto del mismo contexto. El que hace volver a los cautivos es Dios. Los esclavos no vuelven solos. Son librados y conducidos por el mismo Señor del universo.

La religión tóxica comete el desatino de poner el peso del esfuerzo no en Dios sino en el ser humano. El mensaje es que “Dios justifica al justo”, diciendo que “sólo cuando una persona es justa, es justificada”. Expresiones repetidas hasta la saciedad por algunos predicadores, pero el que una idea se repita un millón de veces eso no la hace verdad.

Una religión contaminada de orgullo, no puede creer en la gracia, no es capaz de aceptar la gratuidad del regalo divino que concede el privilegio de la libertad a quienes han estado cautivos en medio del dolor y de la desgracia. Los vendedores de ilusiones engañosas hacen creer que para merecer ese regalo, es preciso, hacer algo. La obediencia entonces se convierte en medio y fin. Medio, porque es la forma de conseguir ser perdonado y fin, porque es el mecanismo que me garantiza la salvación. En ambos casos es un engaño, sutil, pero engaño sin duda. Si mi obediencia sirve para algo, ¿para qué vino Cristo? ¿Para qué murió en mi reemplazo? ¿Para que intercede por mi por medio de su sangre?

Toda religión tóxica opaca el trabajo de Dios y concede al ser humano una importancia que no tiene, pone como centro la obediencia y saca del horizonte la gracia, la magnífica gratuidad que hace de la salvación un regalo espléndido e inmerecido para todo aquel que lo quiera recibir.

El texto nos recuerda que es Dios, el Señor, el dueño del universo el que hace regresar a los cautivos a la tierra prometida, así como hace correr el agua de los manantiales para alimentar los oasis. Dios es quien puede, nosotros no, simplemente, como humanos gozamos de su bondad y de algo que nunca podremos compensar ni pagar.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo La tarea del Señor
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

El gozo de volver


“Ahora, Señor, haz volver a nuestros cautivos como haces volver los arroyos del desierto” (Salmo 126:4)

Me crié en el desierto. Ahora mismo vivo en el desierto más árido del mundo. Me encanta amanecer todas las mañanas y sin excepción ver el sol brillando en todo su esplendor. Es una de las gracias del desierto, siempre, invariablemente se puede gozar del calor del sol.

Pero, también me gusta contemplar las maravillas de los oasis. Mi pueblo preferido es San Pedro de Atacama, que queda en la cordillera, en la provincia de Antofagasta, cerca de la ciudad de Calama, en Chile. Es un pequeño pueblo que pasa repleto todo el año de visitantes de todo el mundo que vienen a gozar de las lagunas cordilleranas llenas de flamencos, del Valle de la Luna (llamado así por su semejanza con un paisaje lunar), de los géiser del Tatio, de los volcanes, los restos de la cultura atacameña, del extraño espectáculo de ver las momias que dan cuenta de los habitantes precolombinos y, sobre todo de la belleza espectacular del desierto.

Cuando viajo a San Pedro y luego de atravesar kilómetros de salares, llanuras desérticas, volcanes y cerros, ver aparecer el oasis es un espectáculo inolvidable. Hay lagunas espectaculares y pequeños ríos que vienen de la montaña trayendo el agua que se derrite de las nieves eternas.

Esa misma sensación de alegría que siento al contemplar el paisaje desértico y ver el agua fluir desde la montaña en pequeños arroyos es lo que tenía en mente el salmista cuando comparó el regreso de los cautivos hasta la tierra prometida.

¡Qué sensación más hermosa debe haber sido atravesar el desierto desde Babilonia, llegar al Jordán y contemplar las tierras de Palestina! Me imagino a la gente saltando de alegría, abrazándose y llorando de gozo. Los niños, seguramente se tirarían al agua del rio y los adultos reirían como pequeños en día de fiesta.

Es lo que deberíamos vivir todos los días, porque quienes somos creyentes sabemos que cada momento que vivimos es atravesar el desierto y nos espera el oasis de la tierra nueva. ¡Qué alegría!

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo El gozo de volver
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Contar las alegrías


“Sí, el Señor ha hecho grandes cosas por nosotros, y eso nos llena de alegría” (Salmo 126:3)

Por cuestión de formación y de “des-formación” somos dados a contar más las penas que las alegrías. Hay algunos especialistas en llorar tristezas y regar con sus desdichas sombras sobre la vida de los que les rodean. Pareciera que a algunas personas nunca les sucede nada bueno, se olvidan que hasta respirar es un milagro, pero, para sus mentes ensombrecidas por el desánimo y el pesimismo, eso no cuenta.

Varias veces he contado que no me gusta dormir, siempre que tengo que cerrar los ojos para pernoctar lo hago sintiendo que me estoy perdiendo de algo. Los días se me hacen cortos para todo lo que quiero hacer. La vida es bella, detenerse a observar los miles de detalles que la hacen maravillosa es cuestión de actitud no de circunstancia.

Una vez llegué a un pueblo enclavado en la montaña, en la frontera entre Chile y Argentina. El tiempo parecía que no transcurría y la mayoría de los lugareños, simplemente, no usaba reloj. Sus días se constituían por la salida y la puesta del sol. Gente tranquila, sin apresuramientos, contentas de estar vivas y llenas de la alegría que dar el disfrutar de las pequeñas cosas que a menudo en la premura de las ciudades se pasa por alto.

El salmista expresa la alegría de saber que el Señor ha hecho grandes cosas en su vida. Pero esa es la experiencia de todos. El que el corazón bombee sangre sin parar, es un milagro. Un extraño milagro que no solemos entender a cabalidad y lo consideramos absolutamente natural, cuando, no tiene nada de natural entender que la vida funciona como un enigma que no tiene explicación.

Cuando despierto en las mañanas, cuando mi esposa y casi todos mis vecinos duermen, lo primero que hago cada amanecer es sonreír, no sólo por estar despierto, sino porque tengo otro día por delante, con miles de detalles que celebrar. La vida es celebración. Quejarse a cada rato por algo, es simplemente, dejar de ver las maravillas que nos rodean y que Dios en su infinito amor pone delante nuestro, empezando por la vida. ¡Alégrate, estás vivo y eso amerita, al menos, una sonrisa!

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria

continue leyendo Contar las alegrías
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Canciones jubilosas


“Nuestra boca se llenó de risas; nuestra lengua, de canciones jubilosas. Hasta los otros pueblos decían: ‘El Señor ha hecho grandes cosas por ellos’” (Salmo 126:2)

¿Puede ponerse freno a la alegría? Cuando veo a cristianos llenos de formas y tristes ante la esponteneidad genuina de aquellos que alaban a Dios de manera natural y espontánea, me entristece, porque simplemente, han llegado a crear un mito absurdo de la adoración convirtiéndola en un acto formal, frío, lleno de resquicios que lo único que hacen es entorpecer el verdadero sentido del gozo.

Hace poco leí una discusión en un foro como algunos, con un matiz de fariseísmo trasnochado, defendían el no aplaudir en actos religiosos, ¿por qué? Porque simplemente, estamos tan amarrados a normas, estatutos y conceptos humanos que no entendemos cómo funciona la expresión libre y espontánea de quien está lleno de gozo.

Fui testigo, al igual que millones de personas en todo el mundo, del rescate de los 33 mineros en Chile. Todos nos reímos hasta las lágrimas al verlos salir uno a uno desde las profundidades de la tierra. Cuando estaban libres, algunos caían al suelo llorando, pero no de tristeza, sino de alegría. Otros saltaban, gritaban y danzaban contentos de estar con vida. Uno de ellos se puso a abrazar a cuanto ser humano se le cruzó por delante, exultante de estar con vida.

Claro, piensan algunos, con armaduras de fariseísmo enquistadas en su mente... eso es un acto secular. ¿Qué tiene de secular celebrar la vida? ¿Qué tiene de mundano gritar de alegría porque se ha sido librado de una muerte segura? Celebrar la vida es un acto tan religioso y espiritual como el más solemne que se nos pueda ocurrir.

Es que no estaban en un templo, piensan otros. Esa idea es de quienes han hecho de cuatro paredes un monumento al formalismo. Los templos son invento humano. El único santuario que existió fue para conmemorar a Cristo, y venido él, ya no era necesario ningún edificio. Fue el orgullo humano el que ha separado lo secular de lo mundano. Para el israelita todo estaba vinculado con Dios, por lo tanto, la adoración se realizaba en cualquier lugar. La naturaleza es el templo de Dios y allí, celebrar la vida es celebrar a Dios. Llenarnos de risa, aplausos y saltos de gozo, también es adoración, aunque le duela al fariseo.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Canciones jubilosas
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Estar soñando


“Cuando el Señor hizo volver a Sión a los cautivos, nos parecía estar soñando” (Salmo 126:1)

El Salmo 126 se denomina “el canto de los peregrinos” y está pensado en el regreso del pueblo que estaba en el exilio y volvió a la tierra prometida. Expresa la alegría de quienes han estado tanto tiempo lejos y ahora regresan. Debe haber sido cantado como un himno de gozo especialmente en ocasiones especiales, cuando recordaban lo que había significado estar en la esclavitud y luego volver a sentirse libres.

De manera similar, expresa lo que sentirán los que puedan gozar de la experiencia de encontrarse con el Señor en la “tierra nueva”. Será una experiencia tan extraordinaria que a todos los salvos les parecerá que están soñando.

La Biblia no habla de un “cielo” ni de un planeta fuera de éste para los salvos, sino de “tierra nueva y cielo nuevo”, una expresión eufemística para referirse a esta tierra transformada y que tendrá una atmósfera diferente, tanto que nos parecerá nueva.

A veces, cuando se habla del “cielo” se tiende a pensar en un lugar lejano, y tendemos a mirar hacia arriba, como si algún remoto planeta estuviera reservado para los redimidos, pero esa idea, no sólo no es bíblica, procede de mitos de origen griegos que se introdujeron en el cristianismo posterior al primer siglo. La realidad es que tanto las promesas del Antiguo Testamento como del Nuevo hablan de esta tierra renovada completamente, donde los redimidos plantarán viñas y construirán casas.

No suelo pensar mucho en lo que será, porque no creo en la ley de la compensación (pórtate bien hoy y tendrás el cielo), sino que creo en la necesidad de gozar con lo que tenemos y esperar con expectativa, pero sin angustia, lo que Dios ha prometido. Aprender a gozar de las bellezas que hay en nuestro mundo actual, nos prepara para lo que vendrá que será tan inmensamente hermoso que todo lo que hoy nos parece bello, será opaco y sin brillo.

De todos modos, es posible gozar de la belleza de una puesta de sol frente al mar y también esperar el gozo de la tierra nueva.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Estar soñando
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Sembrar con lágrimas


“El que con lágrimas siembra, con regocijo cosecha” (Salmo 126:5)

Nada hay nuevo bajo el sol. A través de toda la historia han existido personas que han pretendido invertir poco y recibir mucho, o en otras palabras, hacer el mínimo de esfuerzo y lograr el máximo de beneficio. Lamentablente para quienes piensan así, la realidad es mucho más compleja. La vida humana no funciona así. No se obtienen grandes beneficios sin hacer esfuerzos en sembrar. Los que quieren obtener ganancias a costa de poco esfuerzo, finalmente, sucumben bajo su propia mediocridad.

Todos los agricultores saben que para tener una gran cosecha es preciso hacer un trabajo sostenido y a tiempo. Primero, hay que preparar la tierra lo que implica arar y quitar piedras, luego, cuando todo está listo, se planta la semilla, para que ésta pueda crecer es preciso regarla, nadie obtiene el crecimiento de una planta sin agua, pero cuando la plantita comienza a emerger, es preciso desbrozar, quitando malezas y hierbas que pudieran estorbar el crecimiento de la planta que se cuida. A medida que va creciendo hay que tomar precauciones para evitar plagas de insectos, y esto se puede hacer con plaguicidas o con otras plantas que ahuyenten a insectos depredadores. En todo ese tiempo, hay que ir regando y desbrozando de manera permanente. Finalmente, cuando llega el momento, y antes que la planta crezca demasiado hay que cosechar.

La alegría de la cosecha va precedida de trabajo arduo. Sin esa labor de siembra y preparación no hay cosecha posible. Hasta aquí, un mensaje poderoso, de lo que significa no desmayar, hacer el trabajo y luego, aunque haya sido duro gozar del privilegio de la cosecha.

Ahora, un análisis breve para algo más complejo. A lo largo de la historia del texto prueba, muchos han sacado este texto fuera de su contexto y lo han aplicado equivocada y falsamente a la salvación, queriendo decir que el esfuerzo humano dará como fruto una cosecha bendita, la salvación. Ese concepto, no sólo es erróneo, esconde una gran cuota de soberbia. Creer que el ser humano pueda ganar por su esfuerzo o pagar lo que ya Cristo pagó en la cruz con su muerte y luego con la resurrección. En Jesús ya tenemos cosecha de salvación, no necesitamos agregar nuestro esfuerzo sino nuestra aceptación.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Sembrar con lágrimas
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Un acto de justicia


“Soberano Señor, relataré tus obras poderosas, y haré memoria de tu justicia, de tu justicia solamente” (Salmo 71:16)

Muchos errores que cometemos cuando analizamos a Dios ocurren porque ponemos los actos de la divinidad en los mismos términos en los que los humanos vivimos y medimos nuestras conductas. Comparar la justicia divina con la justicia humana supone un ejercicio distorcionador, porque termina antromorficando la acción divina, en otras palabras, culmina poniendo a Dios al mismo nivel de los humanos, con todas las limitaciones que eso supone.

John Rawls, uno de los más destacados filósofos políticos contemporáneos, en su obra Teoría de la justicia “considera que los principios de justicia que son objeto de un acuerdo entre personas racionales, libres e iguales en una situación contractual justa, pueden contar con una validez universal e incondicional. Él mismo denominó a su teoría justicia como: imparcialidad, apoyado en la idea de que solamente a partir de condiciones imparciales se pueden obtener resultados imparciales. La imparcialidad de la situación contractual a la cual él llama posición original se garantiza por un velo de ignorancia que impide a los participantes del acuerdo observar y tener todos los conocimientos particulares, entre ellos los relacionados con su propia identidad y con la sociedad a la cual pertenecen” (Caballero, 2006:2).

El gran problema es si se puede esperar “imparcialidad” absoluta en la justicia humana y la respuesta es no, por eso Rawls deja un ámbito enigmático señalado por lo que él llama “un velo de ignorancia”.

La justicia humana es esencialmente retributiva, es decir, paga a cada cual lo que le corresponde y es además, punitiva, en otras palabras se concentra en el castigo a la falta.

La justicia divina es fundamentalmente redentora, no le da a cada uno lo que merece, porque de esa forma todos recibiríamos la muerte; y es además, eminentemente salvífica, es decir, se concentra en la gracia que otorga al que ha faltado y no en lo que el pecador puede o debe hacer para “merecer” justicia, porque en el universo de Dios nadie merece. Comparar la justicia humana con la divina es, por lo tanto, un craso error.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Un acto de justicia
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Un acto de soberbia


“Todo el día proclamará mi boca tu justicia y tu salvación, aunque es algo que no alcanzo a descifrar” (Salmo 71:15)

Es un acto de soberbia de consecuencias incalculables el que un ser humano se yerga como capaz de entender plenamente la voluntad y el accionar divino. Sería el equivalente a que una hormiga lograra entender el funcionamiento del cerebro de un hombre. Así de absurdo suenan las pretensiones de algunos teólogos y opinantes cuando hacen comentarios acerca del accionar de Dios.

Deben sonreír los ángeles cuando algunos humanos se atreven a decir, con una fuerza inexplicable: “Esa es la voluntad de Dios, estoy completamente seguro”, como si tuvieran una gran bola de cristal que les permitiera saber con exactitud la mente de Dios. La soberbia llega a ser cómica en una presunción que termina por ser ridícula.

Lo más que los seres humanos podemos decir del infinito Dios, hasta aquí es lo que alcanzo a comprender y no estoy completa y absolutamente seguro que esté 100% en lo cierto. Por eso que el salmista aparece como alguien con más sentido común de lo que muchos seres humanos actuales parecen tener. Dice expresamente “es algo que no alcanzo a descifrar”, ¡pues claro! Dios es Dios y nosotros seres humanos finitos.

Soy un convencido de que en lo que se refiere a Dios ignoramos más de lo que sabemos, por esa razón, aferrarse de manera absoluta a lo que conocemos, como si no hubiera más que saber, es un ejercicio digno de un niño que tercamente se aferra a un pensamiento porque no es capaz de vislumbrar otro.

Agustín de Hipona solía decir con humildad que todo lo que sabía era como un vaso de agua frente al oceano que tenía por delante. Sin embargo, hay quienes se atreven a decir que ya tienen una porción de oceano de conocimiento sobre Dios. Da risa, pero es cierto, la presunción es tan peligrosa como la ignorancia.

Uno de mis profesores de Filosofía de la Universidad de Concepción solía decir con entusiasmo: “Mientras más sé, más ignorante me siento, porque me doy cuenta lo mucho que me falta por conocer”. Esa convicción no la tienen los presuntuosos, lamentablemente.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Un acto de soberbia
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

¿Abandonado por Dios?


“Porque mis enemigos murmuran contra mí; los que me acechan se confabulan. Y dicen: ‘¡Dios lo ha abandonado! ¡Persíganlo y agárrenlo, que nadie lo rescatará!’” (Salmo 71:10-11)

Los versículos 10 y 11 del Salmo 71 son tristes. Muestran una realidad que muchas veces escondemos en frases de buena crianza o de una diplomacia mal entendida. La verdad es que los difamadores y quienes confabulan para hacer mal, abundan, aún en las congregaciones cristianas.

El salmista no está hablando de teorías, sino de la experiencia vital que está viviendo. Es acechado y perseguido por sus propios hermanos de sangre y por quienes, en algún momento, celebraron junto a él.

Mi abuela repetía el dicho “amigos cuando hay higos”, en referencia a quienes buscan la amistad de alguien por interés, y se alejan cuandoya no hay más para recibir. Triste espectáculo de quienes aún no entienden que la vida humana es un terreno de siembras, tarde o temprano cosechamos lo mismo que hemos sembrado.

Muchos, en una mala comprensión de la forma de actuar divina, suponen que si a alguien no le salen bien las cosas, ha sido abandonado por Dios. Eso significaría que si nunca hubiésemos conocido a Cristo y lo hubiéramos visto por primera vez colgado en el madero del Gólgota podríamos haber supuesto que había sido abandonado por Dios.

Lamentablemente, la religión determinista que supone que Dios tiene el control de todo, aún de los desastres naturales y de las hecatombes económicas que han asolado nuestro mundo en los últimos años, ha hecho un daño terrible a la salud espiritual de millones de cristianos que desilusionados se alejan de un Dios que creen manipulador y despreocupado de sus hijos.

Dios nunca nos abandona, ni aún cuando estemos sumidos en el dolor más agudo de la muerte de un hijo o de una catástrofe natural que se lleva en segundos el esfuerzo de años. La presencia de Dios es real para quienes confían en que él está apoyando y dando ánimos en momentos en que más lo necesitamos. Cuando tengamos la oportunidad de ver esa historia que está velada para nuestros ojos nos daremos cuenta que Dios especialmente estuvo en medio del dolor.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria

continue leyendo ¿Abandonado por Dios?
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Protección en tiempos difíciles


“No me rechaces cuando llegue a viejo; no me abandones cuando me falten las fuerzas” (Salmo 71:9)

El versículo da cuenta de una petición extraña del salmista a Dios. ¿Cómo es posible pensar en que Dios abandonaría a alguien especialmente en el momento más difícil? Sin embargo, el pedido no es extraño para el contexto cultural en el que fue escrito.

En tiempos del salmista no había ningún sistema de protección social y muchas familias no cumplían sus obligaciones fraternas. Muchos ancianos eran abandonados y se quedaban a merced de la mendicidad y de las inclemencias del tiempo.

La ancianidad no era muy común como lo es ahora. De hecho, muchos no llegaban a superar los cincuenta años, producto de las continuas guerras y de las enfermedades, especialmente, de las infecciones que hacían estragos entre la población. Hasta un simple resfrío podía ser causal de una catástrofe de salud pública.

En ese contexto, el salmista recurre a Dios a quien le implora que no lo abandone cuando le falten las fuerzas ni que lo rechace cuando esté anciano. ¿Podrá hacer eso Dios? Ciertamente que no. El salmista está hablando a partir de su realidad cultural y está antropomorfizando a Dios.

Una de las grandezas de Dios es que nunca nos abandona, especialmente cuando nos faltan las fuerzas. Es difícil a veces percibirlo, especialmente porque en medio del dolor las lágrimas no nos permiten ver con claridad. La promesa divina es que siempre está a nuestro lado y no nos deja, menos cuando más lo necesitamos.

Es un error suponer el alejamiento de Dios. Eso sería pensar en un Dios caprichoso y que actúa de manera arbitraria. Es cierto que hay aspectos de la realidad cotidiana que son un gran enigma y que difícilmente en esta tierra podremos comprender de manera cabal, sin embargo, tenemos la seguridad total de que Dios permanece a nuestro lado siempre, sin dejarnos en ningún instante.

Esa imagen de ver a Dios detenerse e inclinarse frente a nosotros para darnos consuelo y paz, cuando más lo necesitamos, es algo que no deberíamos olvidar, porque él nunca nos abandona.


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Protección en tiempos difíciles
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Justo, no justiciero


“Por tu justicia, rescátame y líbrame” (Salmo 71:2)

Desde que me acuerdo he sido buen estudiante, uno de los legados de mi madre que nos animaba a hacer siempre nuestro mejor esfuerzo. Sin embargo, cuando estaba en quinto año de la enseñanza básica comencé a tener malas calificaciones en matemáticas. No había sucedido antes, así que mi progenitora, que era como leona cuidando a sus cachorros comenzó a preocuparse. Estudiaba conmigo, haciamos ejercicios matemáticos juntos, pero invariablemente al otro día, cuando era interrogado obtenía una mala calificación.

Comenzó a averiguar lo que ocurría y cuando supo la razón fue muy enojada al colegio con una regla de madera en la mano y le dijo al profesor:

—¡Si vuelve a golpear a mi hijo se las verá conmigo y le voy a dar con esta regla por la cabeza!

El profesor se quedó mudo. Eran los tiempos en que los profesores se sentían con derecho a golpear a sus alumnos, e incluso, algunos padres azuzaban a los maestros a que lo hicieran.

Ese docente tenía un extraño método para enseñar. Iba banco por banco y nos ordenaba que nos pusiéramos en pie. Luego nos hacía extender la mano y teníamos que repetir alguna de las tablas de multiplicar, si fallábamos en alguna nos golpeaba fuerte con una varilla en las manos. En otras ocasiones, nos hacía pasar a la pizarra a resolver un ejercicio, si no lo hacíamos bien, hacía lo mismo. En mi caso, sabía todo, pero sólo miraba la varilla y me quedaba en blanco. ¡Qué bien me sentí el día en que mi madre me protegió!

Dios es justo, no justiciero. No anda con un palo para darnos por la cabeza cuando nos equivocamos. No busca escarbar en nuestros errores para hacernos sentir mal. Al contrario, cuando erramos nos rescata y nos libra de las dificultades. La justicia de Dios no se parece en nada a la forma implacable en como los seres humanos solemos actuar con los errores ajenos. Dios, que en esencia es misericordia, busca restaurarnos, nunca, hacernos sentir mal o hundirnos en el fango en que nosotros mismos nos metemos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Justo, no justiciero
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Vergüenza


“Jamás me dejes quedar en vergüenza” (Salmo 71:1b)

En una ciudad de Europa debía presentarse un pianista de fama mundial. Sin embargo, faltando poco para que comenzara el espectáculo el artista tuvo un accidente en su mano y no pudo cumplir con su obligación. Los organizadores llamaron de urgencia a un desconocido pianista que sabían que vivía en la ciudad. Le dijeron la dificultad que tenían y le pidieron que tocara para la gente que había pagado la función, para que no se sintiera chasqueada.

El hombre aceptó sabiendo que era un desafío monumental reemplazar al artista famoso. Antes de pasar al escenario el encargado de la función se dirigió al público y les explicó el inconveniente que estaba fuera del alcance de su voluntad. Les dijo que en su reemplazo había un artista local que haría la presentación. La gente comenzó a murmurar un tanto molesta, pero ya estaban allí, irse no tenía sentido.

El pianista pasó y comenzó a tocar frente a un público que definitivamente no estaba contento. Su interpretación fue magistral. Cuando terminó la primera pieza se produjo un silencio incómodo. Nadie aplaudió, aún cuando tocó tan bien como lo habría hecho el artista famoso. Sin embargo, de pronto, de las graderías donde se ubicaba la gente de menores recursos se escuchó una voz infantil que gritó:

—¡Bravo papi! ¡Bravo! —y comenzó a aplaudir entusiasmado.

La multitud sonrió y todos a una comenzaron a aplaudir y se pusieron en pie para homenajear al pianista que esa noche hizo una de sus mejores interpretaciones.

Siempre me ha gustado esta historia. Me gusta pensar que Dios es como ese niño que nos aplaude entusiasmado aún cuando una multitud nos mira de manera hostil. Dios es nuestro mayor fans. Él se goza con nuestro gozo y aplaude feliz cuando algo bueno nos ocurre y rie a carcajadas con nuestras alegrías.

Imaginar a un Dios que se complace en vernos derrotados o tendidos en medio de la vergüenza es simplemente, no entender quién es Dios. En este mismo instante, él está aplaudiendo entusiasmado sólo porque ha entrado este pensamiento a tu mente: Dios es feliz cuando tu lo eres. No lo olvides y aguza tu oído para escuchar su aplauso.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Vergüenza
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Refugio


“En ti, oh SEÑOR, me refugio” (Salmo 71:1)

Eran mis comienzos como pastor. Trabajaba en un colegio donde abundaba el dinero y escaseaba el cariño y la presencia paterna, por esa razón, gran parte de mi quehacer como capellán era crear actividades con el fin de pasar más tiempos con aquellos jóvenes y señoritas con abundancia de bienes y escasez de cariño.

Un fin de semana salí con una treintena de jóvenes a la cordillera. La excusa era dirigirnos a un yacimiento de fósiles para complementar la clase de ciencia y religión, sin embargo, la razón principal era pasar tiempo con ellos para poder ganar espacios afectivos en sus vidas. Estaríamos tres días. El viernes hicimos una fogata y nos quedamos largo rato en la noche, cantando, jugando y riéndonos con las ocurrencias de algunos. A eso de las tres de la madrugada sentí gritos que salían de una de las carpas. Me levanté rápido y al salir de mi carpa observé que estaba nevando de manera copiosa, algo extraño en esa época del año en la cordillera. De pronto, tenía a todos los jóvenes y señoritas, fuera de sus carpas, empapados con la nieve y sin estar preparados. Llamé a la policía que se ubicaba a unos treinta kilómetros montaña abajo y solicité ayuda. Les indiqué el lugar en donde estaba y me instruyeron para que caminara con los jóvenes unos tres kilómetros montaña arriba por el camino y que encontraría un refugio. Teníamos un sólo vehículo porque el autobus regresaría el domingo. Cargamos todos los bolsos y las carpas en la camioneta y comenzamos a caminar bajo un frío intenso y totalmente mojados. ¡Qué alegría fue llegar al refugio! Allí habían mantas, leña para quemar en la chimenea, agua caliente y cocina para preparar alimentos. Fue como estar de fiesta. Todos reíamos como si nos hubiésemos sacado la lotería.

Esa noche, contentos, limpios, abrigados, todos supimos la importancia de un refugio y entendimos la promesa de Dios de ser nuestra protección en medio de las dificultades.

Un refugio es un faro en medio de un momento difícil. En muchos casos puede significar la diferencia entre la vida y la muerte. Cuando llegó la policía casi dos horas más tarde nos dijeron que nos salvamos de morir por el frío. Eso es lo que quiere decir el salmista, Dios es el mejor refugio, sin duda, y el más estable en medio de la dificultad.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Refugio
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Recibir apoyo


“De ti he recibido apoyo desde mi nacimiento” (Salmo 71:6)

Hay promesas que nos recuerdan la providencia divina y nos sumergen en el misterio de la misma. Es hermoso saberse acompañado, y aún más, el entender que dicho acompañamiento ha sido siempre, aún cuando en pasajes de nuestra vida seguramente nos sentimos solos y no logramos, detrás de la bruma de dificultades, percibir con claridad, la acción providencial de Dios.

La palabra “apoyo” es poderosa. Es una expresión utilizada por los constructores de obras para explicar el proceso mecánico de una pared o de una estructura que debe tener suficiente “apoyo” para mantenerse en pie. En una construcción el “apoyo” es la parte de una viga, cercha u otro elemento estructural que descansa sobre un soporte y que sirve para sostener una estructura, sin ese aditamento todo se viene abajo.

No sé si el salmista estaba pensando en eso, pero la metáfora es extraordinaria. Nosotros, estructuras finitas, pequeñas, imperfectas, recibimos el apoyo del Dios del universo. El mismo Jehová nos sostiene para que no caigamos. Pero, no lo hace sólo un día, o en circunstancias difíciles, nos apoya siempre. Por eso el salmista recalca: “De ti he recibido apoyo desde mi nacimiento”. ¿Cómo es eso? ¿Cómo explicarlo? Es imposible, es sólo la convicción de creer en un Dios que no nos abandona nunca.

A veces quisiéramos tener una convicción mucho más certera de la presencia de Dios, pero el salmista nos recuerda que aunque no lo veamos, o en ocasiones, nos resulte difícil verlo, Dios está apoyándonos siempre.

En una construcción el apoyo puede ser visible o no estar a la vista de los que no son expertos. El mismo terreno sobre el que se construye debe ser lo suficientemente firme para servir de apoyo. No tener la contensión adecuada puede significar que el edificio se venga abajo o no sea capaz de soportar un movimiento telúrico.

Del mismo modo, en muchos momentos de nuestra vida el apoyo de Dios es evidente, lo podemos experimentar y ver de una manera palpable. Pero en muchos otros instantes, dicho apoyo es apenas perceptible. La fe sirve para entender que Dios no nos abandona nunca y su apoyo está siempre, nunca debemos olvidarlo. Dios no juega a los dados con nuestra vida y no nos deja solos en medio del mar de dificultades.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Recibir apoyo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Creer es optativo


“El malvado levanta insolente la nariz, y no da lugar a Dios en sus pensamientos” (Salmo 10:4)

Creer es optativo. Consensuar esa idea antes que cualquier cosa es fundamental para no decir lo que no corresponde. Nadie está obligado a creer. Ni siquiera Dios, todopoderoso, obliga a alguien a creer. Malamente podríamos nosotros querer obligar a alguien a tener fe en la divinidad. Por eso que resulta tan repulsivo cualquier manipulación para hacer que alguien crea.

Sin embargo, hay un aspecto del no creer que a veces soslayamos o no enfrentamos adecuadamente, que es lo que presenta el salmista. Una persona que se niega a creer en Dios por “insolencia”, cae en un pozo del cual es difícil salir.

¿A qué le llama insolencia el salmista? Algunas versiones nos dan luz sobre el asunto. La versión de Serafín y Ausejo traduce: “con el rostro altanero, no le busca”. La Reina y Valera de 1909 va un poco más allá al traducir: “El malo, por la altivez de su rostro, no busca á Dios”. La Biblia de Jerusalén de 1998 va en la misma línea de pensamiento: “el impío, insolente, no le busca: ‘¡No hay Dios!’, es todo lo que piensa”.

Negarse a creer por tosudez, por vanidad, por orgullo, o simplemente, porque en la torpeza de creerse más, termina por abandonar la idea de Dios, es lo que el salmista retruca.

Es distinto a una persona que lucha por creer, que busca, que anhela tener certeza y que realiza una búsqueda honesta para poder tener una convicción, a alguien que sólo por la altivez de su mente decide que está mejor sin creer en Dios.

La mente es nuestro principal aliado y también, en muchos casos, nuestro peor enemigo. Los pensamientos que albergamos van condicionando nuestra vida. Si elijo ser no creyente, eso se reflejará en todo lo que haga. La vida humana da muchas vueltas, pero el no creyente, da más círculos, porque una vida sin Dios nos sumerge en un vacío existencial que nos va llevando vez tras vez ante nuestra propia limitación y la situación de no encontrar sentido a la existencia.

Una y otra vez los testimonios de fe nos muestran que sólo encontramos a Dios cuando decidimos creer. O sea, creer para tener certeza.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Creer es optativo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Dios, ¿determinista?


“Tú creaste mis entrañas; me formaste en el vientre de mi madre” (Salmo 139:13)

Hay ideas que de tanto repetirse se vuelven parte de la cultura, y pasan de generación en generación sin análisis crítico, siendo aceptadas como si fueran conceptos válidos, así sin más. Una de ellas tiene que ver con el determinismo, Dios eligiendo lo que soy y decidiendo lo que cada individuo llega a ser desde el nacimiento.

Se repiten ideas como “Dios lo quiso” o “fue la voluntad de Dios”, sin medir de manera adecuada el impacto que dichas ideas pueden tener, especialmente en quienes padecen situaciones lamentables como enfermedades congénitas o problemas vinculados a mala gestación genética. Es muy fácil decir algunas cosas, especialmente, cuando estamos en la vereda del frente, sanos y en crecimiento normal. Distinto es cuando nos toca vivir el dolor de ver nacer a un hijo con parálisis cerebral, o el síndrome de Proteo, o cualquier otra situación similar.

Este versículo de este salmo ha sido utilizado por siglos como una “base” bíblica para sostener el determinismo. Supuestamente, deberíamos aceptar cualquier condición genética que recibimos como si fuera la “voluntad de Dios”.

¿De qué Dios estamos hablando? De un Dios justo, ¿dónde está la justicia de un Dios que decidiría que un ser humano sufriera de por vida la consecuencia de una parálisis cerebral? ¿De un Dios de amor? ¿Por qué extraña razón de amor Dios crearía una persona con el síndrome de Proteo?, esa rara enfermedad que trae dolor y sufrimiento a quienes la padecen haciéndolos dependientes el resto de su vida.

El texto está en el contexto de la omniciencia de Dios, en un Dios que nos conoce desde el vientre de nuestra madre. Por otro lado, es una poesía, que está en el contexto de la mente del salmista, que era determinista, que creía, por efecto de su cultura, que así obraba Dios. Sin embargo, es una metáfora, si fuera literal sumiría en un conflicto a miles de personas que luchan con graves dolencias de origen genético. Dios es justo y es amor, en su justicia no desea ni provoca el dolor de nadie. Los efectos del pecado no son voluntad de Dios, ni tampoco son su creación, así de simple y complejo a la vez.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Dios, ¿determinista?
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Ser madre


“A la mujer estéril le da un hogar y le concede la dicha de ser madre. ¡Aleluya! ¡Alabado sea el Señor!” (Salmo 113:9)

Cambian los tiempos, pero en pleno siglo veintiuno, existen personas que siguen sosteniendo premisas que son de dos mil años atrás, como si nada hubiera pasado. Seguimos, por ejemplo, creyendo que tener un hijo es siempre un dictamen divino donde las personas se someten sin más. Por esa razón usamos expresiones como “el hijo que Dios me dio”, como si la divinidad hubiese tenido algo que ver en el proceso de procreación y alumbramiento. Como muchas ideas infundadas pocas veces nos detenemos a pensar en sus consecuencias y las implicancias de algunos conceptos mitológicos.

Si Dios decidiese el nacimiento de un niño, ¿por qué razón algunas mujeres están condicionadas por la esterilidad? La respuesta más fácil, y a la vez, la más cruel es “por que Dios lo quiso”. Preguntar ¿por qué? es aparecer como hereje en un contexto de religión infantil donde se supone que la “voluntad” divina no se puede cuestionar.

Eso es lo que hay detrás de la expresión del salmista, que hay que contextualizarla para entenderla. En el tiempo cuando este salmo fue escrito se consideraba que los niños nacían expresamente por voluntad divina y las mujeres estériles lo eran simplemente, porque Dios así, en su arbitrariedad, lo decidía. Dicho concepto, no sólo es erróneo, resulta ser una idea cruel y angustiante para quienes quieren tener hijos y por factores hereditarios o ambientales no pueden tenerlo.

Es cierto que Dios en alguna ocasión efectuó un milagro como en el caso de Sara, pero eso es prerrogativa divina en un contexto, trasvasijar dicho concepto a todas las realidades de mujeres que no pueden tener hijos, es simplemente, un gravísimo error. La maternidad es un don, en el sentido que Dios creó el mecanismo para que se pueda dar, pero Dios no decide qué niño nace y cuál no. Poner a la divinidad en ese contexto es no traer paz a quienes tienen hijos afectados por graves enfermedades o, derechamente, a quienes pierden hijos antes de nacer, o simple y llanamente no pueden tenerlos.

Dios es un Dios justo, no hay justicia en lo antes descrito, a menos que tengamos una idea distorcionada de Dios.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Ser madre
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Empujado


“Me empujaron con violencia para que cayera, pero el Señor me ayudó” (Salmo 118:13)

Cuando alguien es empujado, ese es un acto de violencia agresiva que incluye la posibilidad cierta de que alguien se caiga, como es ciertamente la experiencia del salmista. Sin embargo, en esto de interactuar con personas violentas “el empujar” no es considerado violento, especialmente por quienes han hecho de la violencia su modus operandi. Muchos justifican su actuar, y de paso, minimizan su accionar.

Ahora bien, el caer, en este versículo puede tener varias connotaciones, no necesariamente asociadas al caerse físicamente. Hay muchas formas de empujar a una persona para que caiga:

* Hostigar a alguien de tal modo que termine cometiendo un acto inmoral, simplemente, por atosigamiento, como en el caso de un esposo que de una forma u otra va creando las condiciones para que su esposa se involucre con alguien.

* Molestar de tal forma a un empleado para que termine cometiendo errores que signifiquen un desmedro laboral que implique que en algún momento existan justificativos para expulsarlo de su trabajo.

* Atosigar a algún alumno, en el caso de un docente, hasta hacerlo equivocarse o crear miedos que lo lleven a cometer errores que puedan significarle perder una asignatura o fracasar en sus estudios.

* Crear las condiciones para que un grupo de personas caiga en una trampa política para sacar provecho social de algo que no es correcto, precisamente, porque quien recibe el beneficio ha provocado la situación.

Lo interesante del versículo es que no dice que Dios va a hacer que el afectado no sea “empujado”, sino que Dios lo ayudará. ¿Cómo? Es una buena pregunta. Dios tiene los medios para hacernos sentir que estamos acompañados y en medio del dolor y la dificultad no estamos solos, esa sea probablemente la mayor ayuda, aparte de acciones que Dios pueda hacer para entorpecer la acción de quien procura dañarnos, siempre en el marco del respeto a la individualidad y el libre albredrío, cuestión que sólo es competencia de Dios.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Empujado
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Confianza en Dios, no en los poderosos


“No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar” (Salmo 146:3)

Nos llamamos seguidores de Jesús, pero muchas veces, estamos totalmente alejados de su acción cotidiana. Cristo nunca le hizo venias al poder político ni religioso. No le dio honores al poder temporal, sin embargo, muchos cristianos de hoy viven pendientes de los gobernantes como si de ellos dependiera la salvación y la predicación del evangelio.

En su libro El dios en quien no creo, el escritor español Juan Arias señala que: “Cristo nunca evitó el escándalo de los poderosos”, ni siquiera intentó halagarlos. Y luego agrega, pero “a nosotros, a la Iglesia, suele ocurrimos lo contrario: escandalizamos al pobre, al débil, y agradamos al poderoso, al fariseo, al rico” (1970: 20).

Por eso el salmista es tan tajante y no deja lugar a dudas: “No pongan su confianza en gente poderosa, en simples mortales, que no pueden salvar”. Un imperativo religioso tan importante lo olvidamos de manera cotidiana y se confunde el respeto a las autoridades con la adulación y el halago impropio. Ponemos alfombras rojas para recibir a gobernantes y autoridades temporales, y nos olvidamos de quienes con su sencillez a cuestas han aceptado el evangelio y tienen corazones enternecidos para escuchar la voz de Dios. Pareciera que nuestra mente está puesta en metas temporales y no en la eternidad.

Cristo fue perseguido por los poderosos de su tiempo porque no estuvo dispuesto a doblegarse a ellos. Su mensaje era revolucionario y disidente, porque se mostraba como un espíritu libre e independiente no dispuesto a someterse a ningún poder temporal humano. Si los cristianos tomáramos la misma actitud, hace tiempo que los poderes temporales estarían persiguiendo a los seguidores de aquel que no dudó en decir: “Yo no puedo hacer nada por mi propia cuenta; juzgo sólo según lo que oigo, y mi juicio es justo, pues no busco hacer mi propia voluntad sino cumplir la voluntad del que me envió” (Juan 5:30).

Quien pone su confianza en poderes temporales antes que en Dios, no debería llamarse cristiano ni siquiera creyente. Dios es soberano, y quienes creen no aceptan otro poder que no sea el de Dios.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Confianza en Dios, no en los poderosos
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

La amistad de Dios


“El Señor brinda su amistad a quienes le honran, y les da a conocer su pacto” (Salmo 25:14)

No es un amigo cualquiera con el cual crecimos juntos y nos acompaña. No se asemeja a las amistades que tenemos o que hemos tenido. Es simplemente, sin parangón. Amistad con Dios. Cuando el salmista expresaba dicha idea estaba expresando algo que difícilmente lograremos entender alguna vez. El Dios del universo, el creador de todo nos “brinda su amistad”.

El sentimiento de tener una amistad profunda con la divinidad no es comparable con las ideas que a veces se transmiten de Dios. Muchos lo presentan como un ser implacable y lejano. Un ser que sólo busca castigar y normar y que no está ocupado de las cosas mínimas que nos suceden, sin embargo, la realidad es otra. Dios nos ofrece su amistad.

Es una lástima que algunas ideas van tomando forma al grado de que terminamos haciendo una caricatura de Dios. Como dice Dolores Aleixandre en su libro Bautizados con fuego: “no hay peor desamparo que pensar que nadie vela sobre nosotros ni nos espera con la luz encendida, y que aquel a quien un día tratamos como a un amigo pasa ahora de largo por delante de nuestra tienda sin que podamos seguir su rastro” (1997: 10).

Si honramos a Dios, es decir, si le damos lugar en nuestra vida, el nos ofrece su amistad y además nos da a conocer su pacto. El pacto que ha hecho con sus hijos, de permanencia eterna y la promesa de no abandonarnos nunca. Aún cuando nosotros en algún momento nos alejemos de su presencia, él no falla en su pacto. Él se mantiene siempre a nuestro lado a la espera de que nosotros renovemos la amistad con él.

Presentar a un Dios lejano, ausente e implacable, va en contra de la experiencia de quienes han logrado experimentar la amistad incondicional de Dios.

No seguimos a una divinidad oriental que está llena de caprichos y arbitrariedades, sino a un Dios de amor que se complace en darnos un lugar de privilegio en su existencia y para quien somos tan importantes que si alguien nos ataca, es como si lo atacara a Él, nuestro amigo.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo La amistad de Dios
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Poder y religión


“Es mejor refugiarse en el Señor que fiarse de los poderosos” (Salmo 118:9)

Hay una pregunta que muchos religiosos eluden, especialmente, por lo incómoda que puede ser. ¿Cómo pasó el cristianismo de ser una religión de parias, perseguidos y mártires a convertirse en una religión mundial y respetable?

Es probable que muchos cristianos, mal informados o no informados, simplemente, crean que la situación actual del cristianismo es una gran oportunidad para la proliferación del evangelio. Sin embargo, las apariencias engañan. Constantino, quien es sindicado como un “emperador cristiano”, fue un hombre que trajo al cristianismo las más grandes barbaridades, de las cuales aún no nos desprendemos.

Constantino oficializó el cristianismo, sin embargo, para entender qué tipo de persona era y qué buscaba, no hay que olvidar que este hombre hizo matar a su propio hijo, a su esposa, a su suegro y a su cuñado. Era un personaje oscuro y despiadado, que amaba el poder por sobre cualquier cosa y vio en el cristianismo un elemento que permitiera mantener unido al imperio.

Introdujo el símbolo de la cruz, que hasta ese momento los cristianos no usaban y comenzó la construcción de templos, introduciendo construcciones fastuosas que nada tienen que ver con la sencillez del evangelio y del mensaje de Cristo.

Lo que por muchos años se ha silenciado es que muchos cristianos no vieron con buenos ojos esos cambios y el abandono de los principios cristianos más elementales. Por eso no extraña que la primera acción que realizó Constantino, cuando oficializó el cristianismo, fue perseguir a muerte a todos los cristianos que quisieran vivir el evangelio al pie de la letra. Hizo asesinar a miles de cristianos que no se alinearon con el poder, otros fueron exiliados, a muchos se los despojó de sus propiedades, y a otros tantos los convirtieron en esclavos.

No hay que equivocarse, religión y poder, es una mezcla explosiva y nunca sale bien. Quienes ven en el cristianismo una buena manera de prosperar no son más que hijos de Constantino con otro nombre. Por eso el salmista tiene razón, el mejor aliado es Dios no el poderoso de turno que busca sólo fines temporales.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Poder y religión
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Fidelidad


“Oh Señor, por siempre cantaré la grandeza de tu amor; por todas las generaciones proclamará mi boca tu fidelidad” (Salmo 89:1)

Una de las expresiones más comunes en el libro de Salmos para referirse a Dios es la palabra “fiel”. Dios es fiel, porque no cambia, no está sujeto al vaivén de las circunstancias y nos ama de manera incondicional. Considerar que la forma de actuar de Dios es similar a la manera en que los seres humanos obramos, es simplemente, no entender la naturaleza de Dios.

Los humanos somos susceptibles a las circunstancias. En muchas ocasiones nos ponemos mal porque las cosas no andan tan bien como quisiéramos. Es en esos momentos donde aflora la verdadera naturaleza de Dios, porque él no experimenta la realidad de la forma en que lo hacemos los humanos. Si Dios estuviera sujeto a los vaivenes circunstanciales de la realidad, entonces, simplemente, no sería Dios.

La fidelidad de Dios se expresa en que es fiel a su palabra y a su carácter. No deja de amarnos ni aún cuando nosotros lo rechazamos, a diferencia de los humanos, que a la menor provocación o falta de reciprocidad, comienzan a alejarse de las personas a quien han dicho amar.

Por esa razón, al entender la naturaleza inmutable de Dios es que el salmista decide “cantar la grandeza de su amor por todas las generaciones”. Lamentablemente los seres humanos al comparar su amor con el amor divino y antropomorficarlo, terminan por perder de vista la magnificencia del amor de Dios.

Dios es incondicional. Nos ama pese a que nosotros tenemos problemas para amar y para amarnos. Como un padre amoroso o una madre incondicional, se mantiene a nuestro lado aún cuando lo rechacemos, concepto que a ciertas mentes les parece imposible de pensarlo, por el sólo hecho de vivir un amor condicional.

A través de la historia de Israel Dios dio muestras suficientes de su incondicionalidad, la torpeza de los israelitas fue no creerlo ni aceptarlo de manera efectiva, tal como muchos hoy en día, que se niegan a dejarse abrazar por el amor incondicional de Dios que está siempre dispuesto a estrecharnos en sus brazos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 130: Doy gracias a Dios por tener el privilegio de tener una buena ducha cada mañana. El agua corriendo por el cuerpo, es como un abrazo de alegría que inyecta energía para el día.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Fidelidad
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Ojos que observan


“Sus ojos observan, sus párpados examinan a los hijos de los hombres” (Salmo 11:4b)

En la novela de Aldous Huxley, “Un mundo feliz”, existe una especie de ojo que observa todo lo que los habitantes de la ciudad realizan. Mira cada paso que dan y examina con cuidado todo lo que hacen, nada se le escapa. Huxley, un incrédulo, quiso con esa imagen de algún modo burlarse de la idea de la omnipresencia de Dios, sin embargo, probablemente, los conceptos que recibió de su propio padre, un famoso biólogo y naturalista inglés. Los conceptos que recibimos marcan nuestra existencia, de un modo u otro, y condicionan nuestra manera de ver el mundo.

Cuando el salmista escribe estas palabras no está pensando en el personaje de Huxley, ni tampoco, no es un asunto de intimidación o amedrantamiento, sino de la omniciencia y omnipresencia de Dios, a quien no se le escapa la acción de quienes persiguen a los justos, que es el tema del Salmo.

En ocasiones se da la impresión de que Dios está ausente en las injusticias, que Dios o no hace nada o “permite”, expresión que resulta absurda en el contexto de la justicia de Dios.

Algunos para salvar el atributo de Dios todopoderoso, hablan de que “permite” algunas cosas, para que se manifieste su voluntad. Muchos no entienden lo ofensivo que es dicho pensamiento. Si lo llevamos hasta las últimas consecuencias, eso implica que Dios permitió el genocidio de millones de personas en la Segunda Guerra Mundial; o los asesinatos o torturas realizados por los gobiernos de facto de latinoamérica; o las matanzas provocadas por Pol Pot en Camboya; y la lista es inmensa. Estaríamos hablando de un Dios que hace la “vista gorda” frente a algunas acciones e interviene en otras.

Lo que la Biblia señala no es eso, si Dios “permitiera” estaríamos hablando de intervencionismo divino arbitrario, porque sugeriría que, en otras ocasiones, cuando por algo misterioso, se le ocurra intervenir, estaría bien. Lo único que señala la Biblia objetivamente es que Dios ve, es decir, no se le escapa nada y en algún momento todos darán cuenta. Dios respeta la libertad humana, más de lo que entendemos.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 129: Doy gracias a Dios por el descanso. Cuando llegan días en que podemos alejarnos de preocupaciones y concentrarnos en sólo descansar, es un alivio para el alma.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria

continue leyendo Ojos que observan
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Fundamentos destruidos


“Si son destruidos los fundamentos, ¿qué puede hacer el justo?” (Salmo 11:3)

La pregunta que hace el salmista no es fácil de contestar y puede derivar en una mala interpretación si no se analiza el contexto en el que está hablando. Lo primero es preguntarse ¿de qué fundamentos está hablando?

El contexto del versículo habla de la sugerencia que le han dado de huir de sus enemigos, a lo que el salmista se niega, porque ha puesto su confianza en Dios. Por lo tanto, lo primero que salta a la vista es que Dios es el trasfondo donde descansa la seguridad del escritor.

Luego, señala la acción de los malos que escondidos en las sombras y en la oscuridad preparan sus saetas para lanzarlas en contra del recto. Es una agresión artera y cobarde, porque no le da oportunidad al que actúa correctamente de reaccionar.

Es precisamente, como continuación de este pensamiento que señala la pregunta. No se refiere a fundamentos divinos, porque esos no podrían ser destruidos, tal vez algún no creyente pueda pensar que lo hace, pero es sólo una ilusión, Dios y eterno y permanece para siempre.

La única salida es pensar que se refiere a los fundamentos sobre los cuales se construye una relación humana adecuada. Sin confianza ni probidad, no es posible construir un vínculo estable. Si el malo artera y cobardemente agrede, entonces, los fundamentos se destruyen. No es posible confiar en quien escondido y a mansalva ataca a alguien.

En dicho caso, qué puede hacer el justo, lo mismo que ha hecho siempre, descansar en Dios. La tentación es contestar con la misma violencia, sin embargo, la violencia sólo alimenta monstruos, personas que sólo ven en los actos de defensa una excusa para seguir atacando. Es lo que sucede con personas que falsamente se llaman cristianas y adoradoras de Dios, que no tienen empacho en mentir, insultar y maltratar a otros, con tal de “ganar” sus discusiones y cruzadas.

Dios es nuestra única defensa y nunca el malo prosperará de manera definitiva. Confiar en el Señor es la única solución en medio del caos que deja la destrucción de los fundamentos.


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 128: Es en medio del caos ético y moral, cuando los fundamentos se vienen al suelo, cuando Dios fulgura en todo su esplendor mostrándonos el camino. Gracias Dios por ser lumbrera a nuestro camino.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Fundamentos destruidos
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Saetas en la oscuridad


“Porque los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para lanzarlas en oculto a los rectos de corazón” (Salmo 11:2)

El que escribe es un perseguido, alguien que ha tenido que enfrentar el dolor de ver a sus propios amigos e incluso a familiares, convertirse en enemigos y perseguidores. Es una situación tristísima saber que los amigos de ayer son los enemigos de hoy.

Sin embargo, estos enemigos tienen una característica mucho más dramática, son malos y actúan “a la mala”, como se dice en algunos países, “maleteros” (se dice en Chile). Buscan la oscuridad y las sombras para preparar sus saetas para dañar y lanzar sus dardos envenenados al que actúa con rectitud.

La violencia es acción de cobardes que suelen escoger el anonimato como forma de actuación. No van de frente sino amparados en la oscuridad y en el lugar donde están sus mentes, en las sombras.

Sin embargo, no hay que equivocarse, no se trata sólo de violencia física o agresiones visibles. Las más de las veces, son acciones que aparentemente son pueriles, pero el efecto es el mismo. Un rumor dicho en el lugar preciso, puede tener el efecto de una bomba en la vida de una persona. Una palabra de infamia, dicha en un tono de piedad, puede hacer que muchas personas sientan que están ante la presencia de alguien que no es recto sino un hipócrita cubierto de bondad.

Las personas malas no dudan en utilizar todas las argucias posibles para enlodar el buen nombre y la reputación de alguien a quien quieren dañar. Pero no hay que engañarse, tarda a veces, pero la verdad de sus intenciones siempre sale a la luz.

Lo más sorprendente en este cuadro nocivo es la actitud de quienes ven la mala acción y no hacen nada. Muchos se escudan en que no son ellos los atacados y deben mantenerse al margen, pero, ¿qué pasará el día en que ellos sean los maltratados? Es un acto de impiedad y complicidad, el ver que alguien es maltratado y no se hace nada. Cuando eso ocurre, no somos inocentes, somos simplemente, hipócritas que se escudan en excusas para no actuar bien. El malo, en la mayoría de las ocasiones puede actuar, sólo porque los buenos lo permiten.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 127: Revestidos de la gracia y la justicia de Dios, somos perfectos, santos y justos, pero sólo es un revestimiento de gracia que Dios nos concede, gracias Dios por tu amor.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Saetas en la oscuridad
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Escapar al monte


“En Jehová he confiado; ¿cómo decís a mi alma que escape al monte cual ave?” (Salmo 11:1)

El Salmo 11 es impresionante. Está cargado de imágenes que denotan confianza en el poder de Dios. Es el testimonio de una persona que tuvo que experimentar el poder de los enemigos de Dios y, por otro lado, la dulzura exultante del amor divino.

La declaración con la que parte el Salmo es una afirmación desafiante. Si he puesto mi confianza en Dios, ¿cómo esperan que huya para esconderme?

Si se lo piensa con cuidado, es razonable. Si alguien decide confiar en Dios, no tiene razón para hacer otra cosa que no sea vivir bajo la confianza de Dios que todo lo que hace lo realiza bien.

Es difícil vivir bajo el amparo de la gracia divina siempre, nuestra naturaleza pecaminosa nos juega malas pasadas y nos hace creer que el enemigo de Dios podría tener más poder, lo que no sólo es absurdo, también es una herejía.

Son muchos los cristianos que viven aterrorizados por lo que podría ocurrir con “su iglesia”, como si no entendieran que Dios es todopoderoso. Muchos de los “defensores” de la fe, en realidad, son personas timoratas que no han aprendido a confiar en el poder divino y en la capacidad de Dios de salir adelante aún teniendo a todos en contra.

Hay muchas formas de huida, no sólo escapando a pie de un peligro. También se huye cuando alguien se refugia en ideas o conceptos, con tal de no tener que enfrentar el hecho de la fragilidad humana.

Los seres humanos nos creemos fuertes, pero en el fondo, todos somos como niños recién nacidos necesitados de la gracia divina en cada momento. Cuando un niño aprende a confiar en su madre o en su padre, no duda. Va corriendo y se refugia en los brazos paternos con la seguridad de que nada puede alterar la protección que ha logrado.

El mismo sentimiento deberíamos tener con Dios, ir corriendo a sus brazos y descansar confiado, aún cuando a tu lado existan borrazcas y tormentas. ¡Eres el hijo del Dios del universo! ¡No temas! Corre a sus brazos y no huyas, Dios te ofrece sus brazos abiertos siempre.

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 126: El amor de Dios es incomensurable e inefable, lo que signfica que no se puede medir ni tampoco describir. Gracias Dios por tu inmenso amor incondional.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Escapar al monte
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Mirar su rostro


“El hombre recto mirará su rostro” (Salmo 11:7b)

Este es un texto extraño, continuación del texto de ayer, en relación a un Dios justo que ama la justicia. otras versiones lo expresan de manera diferente: “los íntegros contemplarán su rostro” (BAD); “los rectos contemplarán su rostro” (J76); “¡por eso le verán cara a cara los sinceros!” (DHH2002); “¡por eso la gente honrada habrá de verlo cara a cara!” (BLS); “Los honestos serán sus amigos” (PDT); “los justos contemplarán su rostro” (MN); “los perfectos disfrutarán de su presencia” (CAB); “...está siempre su rostro mirando la rectitud” (SA).

¿A qué se debe esta cantidad de traducciones distintas? En cierto modo a que el original no es muy claro y la traducción se torna difícil. Las palabras que se repiten son “íntegros”, “sinceros”, “honrados”, “honestos”, “justos” y “perfectos”. A juzgar por los adjetivos se está calificando una características de los seguidores de Dios, que de un modo u otro imitan el accionar divino, y por esa razón, gozarán con el encontrarse cara a cara con Dios.

De un modo u otro, las traducciones muestran una tendencia en el texto. Los creyentes, los que realmente conocen a Dios, imitan su conducta. Seguramente, no pueden hacerlo a la perfección, pero al menos, intentan hacer lo mejor para que su experiencia vital con Dios sea decididamente distintiva.

Una persona que contempla a Dios, sufre un cambio radical en su vida. Si era pendenciero, deja de serlo. Si acostumbraba a insultar e intimidar a la gente, cambia de actitud. Si trataba con desdén a otros, ahora los trata con bondad. Si era deshonesto o tenía malas prácticas de vida, ahora se comporta de otra manera. El conocer a Dios lleva a un cambio radical en la forma de ser.

No se puede ser creyente y actuar con injusticia. Si se adora a Dios los que le siguen se ponen de parte de la justicia aunque se desplomen los cielos. Un converso, vive una vida que da ejemplo en justicia y rectitud, especialmente en el trato con otros. Porque ser justo en privado, no tiene sentido. La justicia se refleja en el actuar de un cristiano, de otro modo, no lo es.

¿Qué ven los demás en tu accionar? ¿Ven la justicia de Dios?


Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 125: Hoy abracé a una persona que está sufriendo, tuve el privilegio de darle un poco de humanidad y darle esperanza. Gracias a Dios por esa oportunidad.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Mirar su rostro
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Un Dios justo


“Porque Jehová es justo, y ama la justicia” (Salmo 11:7a)

Es impresionante la imagen que se suele presentar de Dios. Muchas personas, sin darse cuenta de manera consciente, culpan de todo lo que ocurre a Dios: “Se murió alguien, Dios lo quiso”; “se enfermó una persona, fue la voluntad de Dios”; “hubo un accidente automovilístico, fue por que Dios quiso”; “le fue bien en el trabajo, en la universidad, en el amor, incluso, en el juego... Dios estuvo presente”. Al final, directa o indirectamente, todo es culpa de ese “dios”.

Sin embargo, si se piensa bien, con la claridad que da el análisis crítico de las propias ideas, con esa imagen se transmite la idea de un Dios arbitrario que “mata” a quien quiere y “deja con vida” a quien desea. Que le da amor, prosperidad y éxito a algunos, y a otros los condena al infortunio, la soledad y el fracaso. Un “dios” así, no vale la pena ni seguirlo ni adorarlo, es una mera caricatura, no un concepto sano, al contrario, es tóxico.

Muchas enfermedades mentales y también, grandes desilusiones religiosas vienen de una distorsión acerca de la imagen de Dios. Presentar un “dios” que es culpable de la muerte y la vida, del dolor y la alegría, del fracaso y del éxito, convierte a los seres humanos en títeres y muñecos de un “dios” que tiene mal gusto, porque elige como víctimas para morir a padres y madres de hijos pequeños, que provoca desastres naturales para que la gente crea en él, y que a algunos privilegiados bendice y a otros pobres desgraciados, los condena a los abismos del infierno.

El texto bíblico es claro: “Dios es justo y ama la justicia”. La muerte, el dolor y el sufrimiento no tienen nada de justicia, por lo tanto, no son obra divina, ni es cierto que “dios” está en su trono “permitiendo” el sufrimiento de algunos y evitándoselo a otros. Dios no provoca los sufrimientos que se ocasionan con el libre albedrío humano y por situaciones azorosas que nada tienen que ver con su justicia.

Dios en su justicia ha ofrecido la salvación universal a todos los que deseen aceptarla. La entregó sin condiciones en la vida y muerte de Jesús. El mayor don de Dios, es finalmente, un acto de justicia.

¿Qué imagen tienes y transmites de Dios?

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 124: Cada día tengo el privilegio de ser recibido en la mañana por una casa abrigada y por una ducha caliente. Doy gracias a Dios por ese privilegio.

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Un Dios justo
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

Iglesia “Facebook”


“Lengua embustera, te encanta ofender con tus palabras” (Salmo 52:4)

Varios estudios analizan el fenómeno “Facebook” como un medio propio de la época actual y se analizan las conductas de quienes participan en las redes sociales, y la forma en que interactúan con otros. Los resultados son sorprendentes.

Se ha configurado un nuevo fenómeno que se denomina “Ciberbullying” donde utilizando las redes sociales se acosa, violenta, moteja y maltrata a un grupo o a personas particulares. El fenómeno va en crecimiento y desconcierta cada vez más a los especialistas.

Se supondría que esto ocurriera entre individuos sin valores, ajenos a principios bíblicos o desconectados de las iglesias. La realidad está mostrando un fenómeno cada vez más desconcertante. Muchos cristianos, que suelen asistir a congregaciones y que dicen tener “valores cristianos”, muestran un nivel de beligerancia y violencia, que no es diferente al que se muestra en otros grupos que no son cristianos.

En algún momento he intentado dialogar con algunos de estos hermanos beligerantes y he recibido una andanada de insultos, descalificaciones y maldiciones que me auguran las zonas más horrendas del infierno. Dejé de intentarlo, pero definitivamente, algo extraño sucede.

El salmo habla de la “lengua embustera” que le “encanta ofender” con sus palabras (Salmo 52:4). En el contexto actual podríamos hablar de mentes que escriben ofensas y luego están en sus iglesias hablando del “amor de Dios” y del “mensaje de salvación”, lo que es por decir lo menos, una especie de esquizofrenia religiosa.

Un cristiano debe mantener en su accionar en todo ámbito una actitud similar, es decir, mantener una actitud ecuánime y ponderada. No se es cristiano en la iglesia y pagano en las redes sociales, eso significa ser incongruente y mostrar una conducta que nada tiene que ver con la realidad de Cristo. Si escribo ofensas, descalificaciones y maltrato con palabras a otra persona, protegido por el anonimato de las redes sociales, con eso traigo oprobio al nombre de Cristo.

¿Estás seguro de estar trayendo honra y bendición a otros en Facebook?

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2014 Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

MOTIVO DE GRATITUD 123: Los medios electrónicos actuales son un magnífico medio de difusión del evangelio, agradezco a Dios por las oportunidades que nos otorga

#MiguelÁngelNúñez #meditaciónmatinal #devocióndiaria
continue leyendo Iglesia “Facebook”
Comparte en:    Facebook Twitter Google+