Las luchas del que quiere creer


“Jesús le dijo: Si puedes creer, al que cree todo le es posible” (Marco 9:23)

Cuando elegí ser escritor sabía a las luchas que me expondría. Todos los que escribimos nos exponemos. Es más fácil estar en la comodidad del anonimato que expresar lo que se cree y defender las convicciones que se tienen. En nuestro mundo abunda la cobardía del políticamente correcto, del que no se arriesga a decir nada que pueda ponerlo en una situación incómoda, eso hace que al final, tengamos más lacayos que líderes y más personas irreflexivas que pensantes. Es un sino de los tiempos y un indicio certero de las limitaciones humanas.

Lo que antes he dicho, no lo formulo como una queja. Es simplemente un hecho. Es más fácil el anónimato que estar en un lugar visible. Algunos incluso me reclaman que por ser “visible” debería ser político y cuidar lo que digo para “no herir susceptibilidades”. A estas alturas de mi vida se con total certeza que no importa qué diga, ni en qué tono lo diga, siempre alguien se sentirá ofendido, porque siempre ofende que critiquen nuestra zona de confort intelectual en el que nos refugiamos.

No obstante, tengo una especial simpatía por los que indagan. En mis años como docente los alumnos que más me han atraído siempre son los preguntones, los que no se conforman con las respuestas, los que siempre quieren más, los que desafían al maestro a ir más allá de lo que ha planteado. Los que tienen dudas para creer son mis favoritos, son personas que no se conforman, los que están buscando y los que cuando encuentran, tienen una actitud mucho más sabia y certera que aquellos que a la primera aceptan sin indagar ni analizar.

No obstante, es penoso ver que algunos con poca capacidad de reflexión en vez de escuchar a quienes preguntan, los atacan y los maltratan, simplemente, porque se atreven a pensar. Conozco docentes que son felices con alumnos “muebles”, es decir, con jóvenes que se quedan en un rincón, silentes, sin emitir sonido y sin hacer preguntas. Ellos los consideran “buenos alumnos”, yo creo que son gorriones asustadizos que han sido educados para no pensar y que tienen miedo aún de sus propios pensamientos. Ese tipo de alumnos son los que luego de adultos le temen hasta su sombra y se aferran a ideas conocidas, por temor a examinar, analizar y pensar.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Superando obstáculos

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