Restaurar


“Hermanos, si alguien es sorprendido en pecado, ustedes que son espirituales deben restaurarlo con una actitud humilde” (Gálatas 6:1)

Restauración es una palabra llena de insinuaciones e imágenes interesantes. Cuando se restaura, en primer lugar, se supone que es un trabajo delicado y fino. No se lo hace a la rápida y para realizarlo se necesita experticia. Un inexperto puede hacer que la pieza a restaurar quede peor que al comienzo.

Es interesante el uso que hace de esta expresión Pablo, en el contexto de alguien que ha sido “sorprendido” en pecado, el apóstol invita a restaurar pero con una actitud humilde. Lamentablemente, muchos cristianos en su afán de “limpiar la iglesia” (como si ésta fuera una lavadora de pecados), se esfuerzan más por condenar que por restaurar.

Lo impresionante del versículo es que Pablo utiliza una palabra que no se alcanza a captar en las traducciones. El original sugiere “trampa”, una traducción posible sería, “si alguien es entrampado en el pecado”. El apóstol entiende la lucha que los seres humanos tenemos con el mal. Su actitud es compasiva y empática, en ningún caso condenadora. Sabe que el pecado es una verdadera trampa y que pocas personas están en condiciones de salir airosos de esa celda.

Una actitud humilde fomenta un clima de empatía. El que restaura lo hace sabiendo con claridad que él o ella también pueden ser atrapados por el pecado y que en ese momento no necesitarán una condena ni tampoco acusadores sino personas que estén dispuestos a tenderles una mano para ayudarlos a salir. Sólo así se podrá llevar a los perdidos a los pies de Cristo, de otro modo, sólo se los asustará.

“Cuando aprendemos de la experiencia, las cicatrices del pecado nos pueden conducir a la restauración y una intimidad renovada con Dios” (Charles Stanley)

Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: Reflexiones al amanecer

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