“Los maridos deben amar a sus mujeres como a sus mismos cuerpos” (Efesios 5:28)
“El organismo de las mujeres está dispuesto al servicio de una matriz; el organismo del hombre se dispone para el servicio de un cerebro”. Cuesta creer que estas palabras fueron escritas el año 1962 por el médico y jesuita Federico Arvesu en su libro La virilidad y sus fundamentos sexuales. Cuántos habrán condicionado a las mujeres con las que se vinculaban, convenciéndolas que ellas no estaban para pensar?
Pero, hay ideas que cuesta mucho que mueran. Los libros de John Gray como el famoso Los hombres son de marte las mujeres son de venus, no es más que una forma sutil y burda de seguir manteniendo el sexismo, bajo un manto de psicologísmo barato sin fundamento.
Varones y mujeres somos distintos, sin duda. No obstante, lo que siempre ha estado en la interrogante científica es si las mujeres llegan a ser como son por educación, expectativa y estereotipos sociales, más que por genética. Estudios de género han mostrado que emociones y actitudes supuestamente “femeninas”, también se encuentran en varones, y mediando el contexto en que se han criado, en ocasiones, tiene más prevalencia que en muchas mujeres.
Dios creó a los seres humanos a su imagen. Los seres humanos nos hemos encargado de hacer de esa imagen un culto al estereotipo creando condiciones absurdas de discriminación entre los sexos.
Cuando se entiende correctamente la naturaleza humana, se comprende el principio bíblico de dones y talentos, que no pasa necesariamente por condiciones genéticas únicamente, sino también por aspectos culturales, sociales y religiosos.
Las creencias hacen más para convertir a las personas en seres obrantes de una forma u otra, que la genética y la historia personal.
Dios creó a los varones y a las mujeres para vivir en equidad. Somos los humanos los que hemos rechazado dicho modelo.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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