Educación sexista


“Ester hacía lo que decía Mardoqueo, como cuando él la educaba” (Ester 2:20)

Aún recuerdo, con cierto dejo de molestia, la visita de un padre de familia que me visitó en mi oficina cuando yo era capellán de la Universidad Adventista del Plata. Venía enojado y con la intención de buscar ayuda para que convenciera a su hija que debía estudiar otra carrera.

La chica había optado por psicología y él consideraba que una mujer no debía estudiar, menos eso, porque una mujer no estaba en condiciones de ser consejera ni guía. Cuando le pregunté qué debía estudiar me dijo:

—Secretaria, ¿qué más podría hacer bien una mujer?

Pobre hombre. Le dije que se había equivocado de pastor, que no sólo no le diría eso a su hija, sino que la animaría a seguir estudiando psicología, porque seguramente con el padre que tenía, debía estar necesitando mucha asesoría psicológica.

Pero, nada hay nuevo bajo el sol. Agustín de Hipona, ese oscuro personaje medieval, que logró escribir páginas iluminadoras acerca de la espiritualidad, pero que transmitió algunas de las más extremas opiniones misóginas del cristianismo dijo: “Las mujeres no deben ser iluminadas ni educadas en forma alguna. De hecho, deberían ser segregadas, ya que son causa de insidiosas e involuntarias erecciones en los santos varones”. Eso de “santos varones”, siempre me hace reir. Cuando mi profesor de filosofía medieval, un ex-jesuita, leía esas palabras, siempre entornaba la voz como si el pronunciar esas palabras le diera un aire de santidad a él.

¡Qué estupidez! Por causa de esas ideas, por siglos estuvo vedada la educación para las mujeres, que fueron tratadas como los judíos trataban a sus mujeres, como personas incapaces de aprender.

Sólo pensar en una idea así es trastocar la Biblia e ir en contra de los principios bíblicos de equidad, igualdad y justicia. Dios no hace personas de primera y segunda categoría.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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