"Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen” (Salmo 25:19)
Es probable que algunos no hayan leído nunca a Agustín de Hipona, el obispo africano que más ha influenciado a occidente, sin embargo, muchos transmiten sus ideas como si fueran propias, señal de que algunos legados ideológicos dejan una huella más importante de lo que nos imaginamos.
Mientras estudiaba Filosofía en la Universidad de Concepción, tuve que leer la mayor parte de la obra de Agustín de Hipona, en la asignatura de Filosofía Medieval, un poco porque el profesor era un ex-jesuita admirador de la obra de este filósofo cristiano. Allí pude comprobar el tremendo odio que sentía Agustín hacia la mujer y que a menudo lo escondía en palabras de buena crianza.
Una de sus perlas dice: “Es Eva, la tentadora, de quien debemos cuidarnos en toda mujer. No alcanzo a ver qué utilidad puede servir la mujer para el hombre, si se excluye la función de concebir niños”. En otras palabras, siguiendo la lógica de millones de varones en la actualidad, las mujeres son peligrosas, y aparte de cuidar niños, no tienen ninguna otra utilidad práctica.
Han pasado siglos desde Agustín y aún se siguen repitiendo sus palabras, lo más triste es que algunos lo hacen creyendo que sus ideas tiene asidero bíblico, cuando no es cierto.
Nada hay en la Palabra de Dios que sugiera que la mujer, heredera de Eva, es la tentadora de la cual hay que cuidarse.
El primer varón es tan culpable como la mujer en haber elegido lo que eligió. En las palabras torcidas de Agustín se lo hace aparecer como una víctima, cuando no lo es.
Por otro lado, la paternidad no es una cuestión de mujeres. Lamentablemente el modelo de mujeres cuidando niños, como trabajo exclusivo de mujeres, lo único que ha provocado es tener a muchos varones con poca o nada de inteligencia emocional. El trabajo de cuidar niños y guiarlos es de ambos, varón y mujer. Ese es el modelo bíblico.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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