“—Aquel de ustedes que esté libre de pecado, que tire la primera piedra” (Juan 8:7).
No se sabe con total certeza quién escribió el relato de Juan 8, mal llamado de “la mujer adúltera”. Fue incluido en el libro de Juan de manera posterior, hay evidencias para pensar de que fue el mismo Juan el que lo escribió o alguien cercano al apóstol que conocía bien su pensamiento y estilo de escritura. Sin embargo, es una de las piezas más conocidas del cristianismo, aún cuando está sólo en este evangelio y no hay ninguna fuente extra bíblica que de cuenta de la historicidad de la historia. No obstante, retrata a Jesús completamente.
El centro de la historia no es la mujer, aunque pareciera serlo. La mayor parte del relato se concentra en Jesús por una parte y su pregunta incisiva y los espectadores/acusadores que han venido con el propósito de poner una trampa a Jesús.
Apelan a la ley de Moisés y a la ley del Talión, ojo por ojo. Si Jesús se atiene a la letra del mandato de Moisés, no hay mucho que hacer, a lo más podría haber intentado una defensa por algunos elementos faltantes en la acusación como el marido que debía estar o los tres testigos que la ley demandaba. Pero Jesús opta por la esencia de la situación: Quién acusa debe estar libre de aquello que acusa como para ser creíble.
Cuando les dice “el que esté libre de pecado, que tire la primera piedra”, los está poniendo de cara a cara con su propia condición. Jesús anota en el suelo, algunos autores señalan que escribe en la arena los pecados de los acusadores. ¿Qué pecados crees que Jesús anotaría de ti? ¿Por qué el tirar piedras al pecador simplemente nos acusa?
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez, 2013
Del libro inédito: Reflexiones al amanecer
Mmmm pienso que para identificar es preciso conocer...o experimentar... Para reflexionar... Dice una frase muy interesante "lo que te choca, te checa" en otras palabras, lo más seguro que no te gusta de alguien es muy probable que esté en tí.....ojo!
ResponderEliminarCreo que nuestra condición humana llena de pecado, No puede colocarnos en una posición en la que podamos juzgar a otros, sino debiéramos someter nuestra vida a Cristo
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