“El que quiera hacerse grande entre ustedes deberá ser su servidor” (Marcos 10:43)
René Favaloro (1923-2000)
Los sueños, cuando son motivados por el ideal del servicio son imparables. No es posible detener a un soñador que tiene la motivación y el esfuerzo suficiente para salir adelante con su proyecto. Desde muy niño René quiso ser médico, aunque nació en un barrio pobre de la ciudad de La Plata, en Argentina y aquel sueño parecía imposible para alguien de su condición social. Hijo de un ebanista y de una costurera, desde niño aprendió a valorar el esfuerzo y el trabajo digno.
Desde sus comienzos como médico aprendió que la medicina tiene que ver con el respeto y la dignidad a las personas. Ese tinte impuso en su estilo de hacer la profesión, nunca tratar con un órgano, sino con una persona. Cuando le ofrecieron su primer trabajo como médico en un prestigioso hospital, lo rechazó porque tenía que firmar un documento declarando que apoyaba los lineamientos del gobierno en curso, con los cuales él no estaba de acuerdo. Así que pese a sus calificaciones y el prestigio que gozaba como médico que recién iniciaba su labor aceptó un puesto como médico rural. En su condición de médico rural se compenetró de la realidad del campesino pobre y apartado, de sus desdichas, perplejidades y dolores. Aunque iba por algunos meses terminó por quedarse allí por varios años, junto a su hermano, también médico que se le sumó a la tarea.
Con el propósito de servir mejor viajó a EE.UU. y se especializó en cirugía cardiovascular. Fue el inventor de un procedimiento quirúrgico que cambió la historia de la enfermedad coronaria, eso hizo que su fama trascendiera. Motivado por enseñar lo que había aprendido regresó a su país y fundó una institución con el fin de enseñar técnicas quirúrgicas sobre el corazón y además, atender casos difíciles. Así nació la Fundación Favaloro en 1975.
Hasta el final se sacrificó por sus ideales y en un acto incomprendido por la mayoría de quienes lo conocieron muy de cerca, decidió ofrendar su vida para hacer conciencia sobre la corrupción y desidia de su país.
¿Hasta dónde estás dispuesto a seguir tus sueños? Jesús quiso que viviéramos felices y vino a sacrificarse por nosotros. Su sueño fue que tú y yo gozáramos la eternidad, por eso murió. Cristo, al igual que todos los soñadores, no se quedó en la mera teoría, él obró y hasta el sacrificio.
Del libro inédito Héroes y heroínas de verdad
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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