¿Qué mujeres callan?


"Escuchen en silencio” (1 Timoteo 2:11)

Este consejo paulino parece extraño. En primer lugar pide sumisión y silencio a las mujeres de Éfeso, pero no hace lo mismo con las mujeres de Roma, ni siquiera con las de Corinto, a las que invita a profetizar. ¿Tiene acaso Pablo un doble estandar? ¿Trata a algunas iglesias de una manera y a otras de otra manera?

Lo primero es que hay que señalar es que Pablo cuando escribió sus cartas no estaba pensando en las generaciones futuras y para dejar un legado doctrinal. En su mente estaba el pastor que quería solucionar problemas puntuales que surgían en las congregaciones que él había ayudado a formar. No se le pasaba por la cabeza pensar que en algún momento de la historia sus escritos serían considerados sagrados y se los pondría al mismo nivel de los libros que ciertamente él entendía como sagrados, es decir, el Antiguo Testamento.

Eso implica que si no entendemos el contexto inmediato en el que surgieron, entonces, podríamos entender algo muy distinto a lo que el apóstol quiso expresar.

Lo que es evidente en la carta es que Pablo está reaccionando a una serie de ideas que han calado hondo en algunos cristianos y que se caracterizan por especulaciones (1 Timoteo 2:4); discusiones (1 Timoteo 6:4); cuestiones que Pablo considera necias e insensatas (2 Timoteo 2:23). Eran elitistas, por eso que Pablo insiste en la salvación para todos (1 Timoteo 2:4). Tenían tendencias al ascetismo (1 Timoteo 4:4), incluso, tal como le plantea a Tito, llegaban a menospreciar el matrimonio (Tito 2:4).

Sus planteamientos estaban llenos de mitos y genealogías (1 Timoteo 6:29) y negaban la resurrección corporal (2 Timoteo 2:18).

La única herejía que coincide con todos esos datos es el gnosticismo, y es en ella donde se encuentra la clave para entender algunos de los planteos de Pablo, como por ejemplo, el que la mujer se mantenga en silencio o que el varón no fue engañado.

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez
Del libro inédito: Ser mujer no es pecado
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