“La bondad y el amor me seguirán todos los días de mi vida” (Salmo 23:6a)
Este versículo tiene dos lecturas posibles. Dios actúa con bondad y con amor con sus hijos. No es un Dios implacable que anda con un palo buscando castigar a quienes se equivocan, esa es una visión macabra y tétrica sobre Dios. Su bondad es a toda prueba, busca por todos los medios posibles poner sobre sus hijos una gran cuota de amor que se exprese en gestos bondadosos y no crueles ni arbitrarios. Esto es especialmente cierto cuando sus ovejas equivocan el rumbo y se van a lugares incorrectos, arriesgando su vida y estabilidad.
El carácter de Dios se define por el amor (1 Juan 4:8). Eso implica que Dios actúa de un modo diferente a como lo pinta la cultura popular y la religiosidad pervertida con ideas foráneas a la Escritura.
Algunos prefieren ver a Dios como un gigante enojado que está ocupado de maltratar a quienes se portan mal y busca por medios punitivos mantenerlos a raya. Esa imagen medieval que aún perdura en la mente de muchos, es simplemente, no entender la revelación de Dios que es Cristo. Jesús en la cruz es lo que debería hacernos reflexionar en el costo que Dios está dispuesto a pagar para vernos felices y plenos.
Por otro lado, el texto tiene una aplicación horizontal. Cuando alguien acepta a Dios y entiende su carácter de amor y de bondad, entonces, debe reflejar eso mismo en su actuar cotidiano. Un cristiano sin amor y bondad es un descrédito a Dios.
Muchos cristianos actúan como la visión distorcionada de la divinidad. Se creen conciencia de sus hermanos y pronuncian las más horribles maldiciones cuando alguien se equivoca. Son como jueces universales de la conducta ajena. Eso no es más que una conducta nacida en el orgullo y la vanidad. Un creyente que realmente entiende el amor y la bondad de Dios procurará presentar el mismo mensaje hacia otros en su vida cotidiana.
El mejor mensaje a favor de Dios lo dan los creyentes cuyas vidas reflejan amor y bondad. Son los que pregonan con más propiedad el carácter de Dios. La mayoría de las personas no lee la Escritura ni va a las iglesias, pero ve a los creyentes, ellos son la manifestación real de la divinidad. Somos los brazos de Dios para manifestar su bondad.
Copyrigh: Dr. Miguel Ángel Núñez. Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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