La lógica de la venganza


“Dios mío, haz que rueden como zarzas, como hojas secas arrastradas por el viento” (Salmo 83:13)
 

Me cuesta entender cómo es que el Salmo 83, escrito por Asaf, esté en la Biblia. No es un poema agradable. Está lleno de venganza y de una actitud revanchista que nada tiene que ver con la imagen que la Biblia presenta de Dios. Lo único que se me ocurre es pensar que está allí para mostrarnos a modo de contraste lo que significa vivir atado a la venganza y a una actitud llena de rabia y rencor.
 

Nada hay en el salmo que nos haga pensar en un Dios perdonador. Jesucristo es opado por el salmo. La redención y la expiación desaparecen en una oración cargada de rencor.
 

Le pide a Dios una intervención llena de sufrimiento y dolor. Un Dios que venga a destruir y asolar. Una divinidad que siembre el terror. En la mente de Asaf, no había cabida para nada más.
 

Lo que pide es que arrase con los enemigos de Israel. Que los destruya a fuego y ceniza. Que haga con ellos un barrido de la tierra. Que los haga desaparecer. Que no quede rastro de ellos.
 

Supuestamente el pedido está en el contexto de sentir que el nombre de Dios está siendo blasfemado, pero no entiende, que con su pedido la divinidad queda más expuesta a la ignominia porque le pide hacer precisamente aquello que provocará más rechazo.
Esa mentalidad de venganza y rencor no ha desaparecido nunca. 


Muchos creen que Dios tiene el deber de destruir a los malvados, cuando el mismo Dios dice: “Porque no quiero la muerte del que muere” (Ezequiel 18:32 RV60). Más adelante señala: “No quiero la muerte del impío, sino que se vuelva el impío de su camino, y que viva” (Ezequiel 33:11 RV60).
 

¿Qué Biblia leía Asaf? ¿Qué libro abren los que se niegan a creer en un Dios redentor y viven anhelando para los que se le oponen las penas del infierno? ¿Cómo Dios podría ser al mismo tiempo redendor y vengador?
 

La realidad es que la oración de Asaf es impropia en el contexto de un Dios redentor. Está en la Biblia, pero es un ejemplo de lo que resulta contrario al carácter de Dios pedir. Es no entender ni la gracia ni el perdón divino.


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Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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