El texto de Salmo 82 pone una responsabilidad en los hombros de quienes lideran tienen que hacer todos los esfuerzos posibles para librar a los débiles y a los pobre y defenderlos de los malvados. Es una orden perentoria escrita en términos imperativos. No hay excusa para no hacer lo que Dios manda.
Un error común, especialmente entre legalistas, es creer que los mandatos de Dios se reducen exclusivamente al decálogo de Éxodo 20: 3-17 y Deuteronomio 5:7-21. Tener esa mirada es miope. Limita la voluntad de Dios a unas pocas fórmulas. Es en muchos sentidos, no entender ni el propósito de Dios ni su forma de actuar.
La realidad es que Dios ha dado muchas instrucciones que no están contenidas en los diez mandamientos, en muchos sentidos, son una extensión de lo que allí se dice, pero explicitados en contextos diversos. Pero, también son madato divino y para ser cumplido si queremos ser fieles a la voluntad divina.
En el caso de este salmo es evidente que Dios espera un compromiso político de quienes se dicen sus hijos. Mantenerse en silencio sin hacer nada frente a la injusticia y la maldad, es convertirse en cómplice de conductas erráticas.
Viví una dictadura. Sé lo que es vivir en un contexto donde no puedes confiar ni siquiera en tus familiares porque cualquiera se puede convertir en un delator. Lamentablemente, tal como en la Alemania nazi, los cristianos en su mayoría se mantuvieron en silencio y cedieron sus conciencias a la propaganda militar. Terminaron creyendo que los asesinatos, las torturas y las desapariciones eran necesarios. Se pusieron de lado de los homicidas, torturadores y delincuentes que no respetaron la vida ajena ni el dolor de otros.
Al hacerlo, muchos cristianos, terminaron siendo cómplices de los peores horrores de la maldad humana. Aún en la actualidad, cuando han salido a luz la multitud de situaciones de violación de los derechos fundamentales, muchos siguen negando que aquello hubiera ocurrido, como lo hacen algunos nazis negando el Holocausto. Si un hijo de Dios no se pone de parte de la justicia, del débil y del pobre, entonces elige ser parte del mal, la ignominia y la soberbia.
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA
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