Un Dios que perdona y olvida




“Le perdonaste a tu pueblo su maldad y sus pecados” (Salmo 85:2)

El Dios de la Biblia es un Dios de perdón. El Dios de muchas congregaciones religiosas es un Dios vengativo. Prefiero pensar que la Biblia tiene razón y que los religiosos, tal como en tiempos de Cristo, han construido una religión al servicio de fuerzas contrarias a la voluntad divina.
El pueblo de Israel vivió cientos de episodios que habrían merecido la destrucción, pero Dios, una y otra vez, con una paciencia incomprensible, los perdonó e hizo borrón y cuenta nueva. Una y otra vez les dio oportunidades.
El Dios de la Biblia es el Dios de las segundas, terceras, y cuartas oportunidades. Sin embargo, muchas congregaciones religiosas se han convertido en verdaderos sitios de tortura mental. Han convencido a cientos de personas que deben hacer largos actos penitenciales para merecer el perdón divino. No le creen a quienes han decidido dejar atrás su estilo de vida y viven recordándoles a los que se han equivocado su error.
Lo terrible de esta actitud es que es la imagen que se proyecta a quienes no creen. Muchos se alejan de las iglesias o ni siquiera se acercan porque creen, justificadamente, que lo único que encontrarán será condena y acusación. No dejan de tener razón, porque eso es lamentablemente, el ejercicio más repetido de quienes se llaman seguidores de Dios.
Dios mostró un camino. Explicó en acción y palabras, que el camino de la venganza lo único que provoca es dolor, frustración y una sensación de condena permanente. Les dijo a sus seguidores, con el ejemplo de Cristo, que nada podría salvar a las personas si no estaba teñido de amor y comprensión.
Amar a Dios no significa pasar por alto el pecado, pero tampoco que debamos mantenernos permanentemente en la condena y el rechazo a quienes se han equivocado. El error es parte esencial de la naturaleza humana. Los que no yerran, simplemente, no existen, y si alguien dice que no comete pecado, es o una persona mentalmente enferma o simplemente, un mentiroso profesional. Dios nos recibe, para transformarnos, no para condenarnos.



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SALMOS DE VIDA 

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