El efecto sospecha



“Sus labios hablan mentira” (Isaías 59:3)

Por una extraña razón los seres humanos tienden a recordar con mayor facilidad lo malo que lo bueno, la mentira más que la verdad, el engaño y no las certezas. Eso lo saben muy bien quienes se especializan en sembrar sospechas.

¿Qué es sembrar sospechas? Decir algo de alguien sin aportar ninguna prueba, sólo para que otras personas digan: “Si el río suena, es porque piedras trae”, en otras palabras, “si es lo que dicen, por algo será”. ¡Claro! Si se dice algo, ¿no podría ser simplemente porque alguien ha decidido no decir la verdad?

El problema de sembrar una sospecha sobre algo o alguien, es que posteriormente, aunque se pruebe que lo que se ha dicho es mentira, la sospecha quedará sembrada y no faltará alguien que dirá: “Es que escuché algo”, como si el mero hecho de que exista un rumor amerita que sea verdad.

La mente humana es engañosa. Acepta como verdad mentiras encubiertas, simplemente, porque pocas personas se dan el trabajo de averiguar si lo que dice sobre algo o alguien es una verdad total.

Las iglesias están llenas de personas que aceptan verdades a medias sobre las personas. Hace poco escuché un vídeo del pastor mexicano Jesús Adrían Romero defendiéndose de las mentiras que se dicen de él en las redes sociales. Su explicación, aparte de ser honesta y completa, generó miles de reacciones, pero una me dejó lelo. Un joven escribió: “Bueno, pero si se defiende es porque lo que dicen de él es verdad”. ¡Qué! Es decir, ¿intentar aclarar una mentira y defenderse de ella, te convierte en culpable? Esa forma de pensar nos tiene en la podredumbre ideológica, eso mantiene a muchos religiosos en una mentira consciente.

Cuando estudié filosofía uno de mis profesores solía decir: “Los predicadores son, en esencia, mentirosos finos y elegantes”. En ese momento me molestó, pero luego, con los años, he tenido que aceptar que respecto a muchos que enseñan conceptos religiosos, esa aseveración es cierta.

Cada vez que se dice una media verdad sobre algo o alguien se miente. Si tomo una parte de un texto bíblico, sin mencionar el contexto, la historia detrás de las palabras, el uso de las expresiones originales, la intención del autor, los motivos, etc., simplemente, se miente, aunque no lo parezca.


Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SUPERANDO OBSTÁCULOS 



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