Adivina quien viene a verte



¿Acaso no sabe usted lo que ha hecho Saúl? respondió la mujer. ¡Ha expulsado del país a los adivinos y a los hechiceros! ¿Por qué viene usted a tenderme una trampa y exponerme a la muerte? (1 Samuel 28:9)

Siempre me han admirado las personas que se enredan en el ocultismo. Sin embargo, me causa más desazón comprobar que cada individuo que se involucra con el satanismo alguna vez fue un niño que inocente jugó como cualquier otro niño, pero que en algún momento algo hizo que dejara a un lado su inocencia y se involucrara en un mundo del cual es muy difícil escapar conscientemente.

La Biblia habla de la “adivina de Endor”, aunque no era en realidad una adivina. Por las características que menciona el texto era una médium espiritista. Se ganaba la vida a punta de engaño. Sólo que la mentira se disfrazaba en dos áreas, por una parte, el engaño hacia la mujer por parte del enemigo de Dios, y por otro lado, el de ella a sus clientes. Si era adivina, ¿por qué no supo que estaba ante el mismo rey Saúl?

El ocultismo no tiene nada oculto. Es sólo la manipulación de la realidad que hace que los incautos se rindan ante supuestos poderes del mal.

Hay lugares de peregrinación donde personas de todos lados visitan a los médiums y agoreros para escuchar versiones distintas del engaño. En el fondo obedece a una enorme necesidad humana que es la de tener convicciones y certezas respecto al presente y al futuro.

En Chile existe el llamado Valle de Elqui, donde aparte de producir un licor muy cotizado se han establecido muchas personas que premunidas de lenguajes crípticos y palabras altisonantes hacen creer a los incautos que tienen noticias del “más allá”, o prometen que los vivos puedan hablar con los muertos. Todos los países tienen su propio “valle de mentiras”.

Un cristiano debe entender con claridad que Dios no hace nada en oculto. Para acercarse a él con honestidad y transparencia es preciso dejar a un lado las presunciones ocultas. Dios es Dios de luz. Quien mezcla la luz con las tinieblas nunca llegará a buen puerto. Un cristiano real sólo buscará vivir conforme a la voluntad divina. Todo lo demás sobra.

Del libro inédito Cada vida un universo
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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