Es fácil engañar en el amor.
Muchas acciones que llaman “amor” no son más que engaños bien desarrollados. Lo que algunos llaman “Síndrome Dalila”, convencen de que aman, cuando sus intenciones son otras. El amor real no está ocupado en poseer sino en entregar.
Cuando las personas viven centradas en sí mismas no logran compartir su vida. Todo pasa por el tamiz de su experiencia y carecen de empatía hacia la pareja que eligieron, y se convierte sólo en alguien que es “usado” para satisfacer sus necesidades, y con nula o poca ocupación en las necesidades del otro. Eso, a la postre, no es amor, sino tortura.
Una persona que vive el amor de esa forma, no logra conocer realmente a su pareja, al contrario, cada vez se interesa menos en la otra persona, al grado que termina viviendo una ilusión, como en una torre de mármol donde no hay cabida para nadie más que su egoísmo.
Este tipo de relaciones “yoistas” son realmente destructivas. Muchos que la viven terminan sintiéndose meras piezas de recambio en un engranaje donde no interesan como personas, sino sólo como medios para lograr un fin, en este caso, la satisfacción de uno y no de dos, como debería ser cuando una pareja es realmente “pareja”.
Las relaciones destructivas lo son porque una parte de ella no recibe lo que es preciso en una relación que es un puente de ida y de vuelta, no sólo en un sentido. Cuando ambos, se ocupan positivamente uno del otro, entonces, la relación de pareja se convierte en un vínculo de alteridad, donde ambos se sienten escuchados, apoyados, estimulados en sus perspectivas y expectativas, y su proyecto de vida potenciado.
Una relación de alteridad, donde dos se ocupan uno del otro, produce un flujo permanente de autoestima, de respeto, de entusiasmo y de ganas de vivir, que no es igualable con ninguna otra vinculación humana. De allí la importancia para cambiar las claves con las cuales se entiende la pareja. Cuando la relación no es nutritiva, y sólo una parte recibe, la otra muere de falta de afectividad y estímulo. Al contrario, cuando hay alteridad, todo funciona bien y con ganas.
Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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