Doce años de educación



“La mujer de Amram se llamó Jocabed, hija de Leví, que le nació a Leví en Egipto; ésta dio a luz de Amram a Aarón y a Moisés, y a María su hermana” (Números 26:59).

Jocabed estaba casada con su sobrino Amram, cosa no poco habitual en esa época, donde personas de una generación se casaban con otros de una generación diferente. Difícilmente podemos elaborar un juicio moral de esa práctica, porque son otros los tiempos y condiciones que se viven en la actualidad.

Lo que llama la atención de Jocabed es el martirio por el cual pasó. Tuvo que enfrentar un decreto absurdo, cruel y criminal. Se resistió a ver morir a su hijo simplemente por ser varón y en un acto desesperado lo puso en una cesta con el fin de que una persona caritativa la viera y lo salvara. Nunca supuso que esa persona sería la misma princesa del palacio real, una de las mujeres más poderosas de Egipto.

Su hija mayor, María o Miriam, se dio cuenta y tuvo la inteligencia de proponer a su propia madre como la nodriza del niño. Ni corta ni perezosa y sin aparecer como demasiado interesada, pero seguramente con el corazón latiendo a mil, le fue encomendada la tarea de criar al niño, que seguramente durante todo ese tiempo fue protegido, cuidado y observado desde el palacio. Jocabed sabía que tenía su tiempo limitado, así que en esos años de cuidado intensivo, hizo todo lo posible por darle a su hijo las mejores herramientas para que pudiera vivir en la corte, sin olvidar sus raíces.

No me imagino el dolor que habrá sentido, si como padre me quitaran a uno de mis hijos y fuera entregado en adopción a otra persona sin que pudiera hacer algo, seguramente me sentiría destrozado. Ella vivió durante doce años sabiendo que en algún momento su hijo partiría y tendría que entregarlo a la princesa y sería educado en un contexto totalmente diferente y con todas las argucias propias de un sistema pagano y perverso como lo era el palacio del Faraón.

Jocabed dejó una lección de vida. Los primeros años de vida de un niño son los que marcan el resto de su existencia. Sin saber psicología ella lo entendió, lo aplicó y luego pudo gozar de los resultados. El principio sigue estando vigente.

Del libro inédito Cada vida un universo
Copyright: Miguel Ángel Núñez
Comparte en:    Facebook Twitter Google+

0 comentarios:

Publicar un comentario

Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.