“Guíame, Jehová, en tu justicia, a causa de mis enemigos; endereza delante de mí tu camino” (Salmo 5:8)
Una tentación grande es que cuando los enemigos nos acechan olvidemos la justicia de Dios y decidamos hacer justicia por mano propia. Es muy común ver a personas que se dicen cristianas actuando de manera poco apropiada cuando son atacados o maltratados por quienes obran mal por decisión propia.
El salmista sabe de lo que habla. Ha sido perseguido, maltratado, injuriado y difamado por enemigos que lo son, simplemente, por lo que él representa, y por lo que ha decidido como acción de vida. La tentación de obrar de la misma manera en que actúan los enemigos, es grande, pero entiende que ese no es el camino.
¿Cómo obra Dios? Siempre lo hace con justicia. No actúa de otra manera que no sea apegado a derecho y obrando de una manera apropiada. Por eso que es tan desconcertante cuando alguien creyente, busca hacer justicia con métodos inapropiados, eso no es de factura divina, y los resultados a largo plazo suelen ser desastrozos.
Dios espera que en todo obremos apegado a su voluntad. Que entendamos que él no obra de modo que su carácter sea denigrado o falsamente representado. No podemos apelar a Dios y a la vez, actuar de maneras inapropiadas. Quien sigue a Dios, busca el camino de Dios, así de simple, no hay segundas interpretaciones en eso. Por eso el salmista ruega a Dios: “endereza delante de mí tu camino”, en otras palabras, muéstrame derecho el camino tuyo, no el mío, dime cómo debo actuar, señálame la manera apropiada de actuar.
Muchos cristianos a través de la historia se han visto en la disyuntiva de seguir la forma de actuar de los no creyentes, que a veces, parece dar resultados, u optar por la manera de Dios, que en ocasiones parece ser más lenta, pero a la larga, produce mejores resultados.
Actuar en justicia. No hay otra manera. Buscar el derecho, obrar conforme a lo que es justo, actuar sin dobles intenciones, mostrarse tal como se es, sin temor a ser engañado, porque quien engaña a un hijo de Dios, en el fondo, está creyendo que engaña a Dios, y nunca, por ninguna razón Dios puede ser burlado y sus hijos, son la niña de sus ojos que él protege. ¿Por qué preocuparse entonces?
Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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