El poder de la motivación



“¡Dichoso el que se compadece de los pobres!” (Proverbios 14:21)

Ryan Hreljac (1991)

No se necesita ser rico, famoso ni tener un gran puesto político ni estatal para hacer una gran obra, basta la motivación. Una persona motivada es capaz de las más grandes acciones. Ryan es un joven de canadiense de 23 años, que comenzó una gran obra cuando tenía tan sólo seis años. A esa edad un día supo que muchos niños de África no tenían agua potable y por esa carencia padecían enfermedades y graves secuelas provocadas por las mismas dolencias que sufrían a causa de beber agua no potable.

Se enteró por la organización Watercar que se necesitaban 2000 dólares para poder construir un pozo, dinero imposible de reunir en la mayoría de las comunidades africanas, pero ese pozo podía hacer la diferencia entre vida y muerte. Tardó un año en reunir ese dinero pero se enteró que con esa cantidad lo que se hacía era un pozo a mano, así que comenzó nuevamente una campaña para reunir 25,000 dólares que era el costo de un taladro eléctrico para tener pozos profundos.

Poco a poco fue involucrando a otras personas y fundó la “Ryan’s Well”, una ONG que se ocupa de buscar recursos para construir pozos de agua en África y de ver medios para potabilizar el agua. A la fecha, 2014, casi dos millones de personas en 14 países han sido beneficiadas por su trabajo humanitario. Su fundación ha recaudado millones de dólares con un solo fin, lograr que todos tengan agua y vivan en las mejores condiciones posibles.

A los 8 años de edad fue por primera vez a Uganda, el primer país donde se puso un pozo, gracias a las donaciones de millas gratis que le donó a él y su familia, un empresario. Cuando llegó a la ciudad de Otwal le esperaban 5000 niños que comenzaron a corear su nombre. ¿Saben mi nombre? Dijo Ryan con asombro, a lo que una de las personas que lo recibió le contestó:

—Todos saben tu nombre en un radio de más de 100 kilómetros —le dijo el hombre mientras sonreía.

Hay muchos que se quejan de la pobreza y de lo poco que se ayuda. Quejarse no sirve en absoluto. La diferencia la hacen quienes en vez de hablar hacen algo y se comprometen. Los cambios reales no son producidos por los demagogos y habladores, sino por los que se proponen algo y lo realizan.

Del libro inédito Héroes y heroínas de verdad
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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