“Dame, pues, un corazón atento para gobernar a tu pueblo y para distinguir entre lo bueno y lo malo; porque ¿quién hay capaz de gobernar a este pueblo tuyo tan numeroso?” (1 Reyes 3:9)
Abraham Lincoln (1809-1865)
Cuesta creer que hubo épocas donde profesos cristianos, que se consideraban a sí mismos, personas piadosas y honestas, consideraran que la esclavitud era un expreso deseo de Dios.
Muchos de los más acérrimos defensores de la esclavitud y de todos sus excesos y crueldades, eran cristianos que asistían regularmente a la iglesia y que criaban a sus hijos en la piedad cristiana, pero era una “piedad” de formas y exclusivismo, que olvidaba lo más elemental del evangelio, ese que dice que Dios no hace acepción de personas y que Jesús murió por todos, sin distinción de raza, sexo o nacionalidad.
Abraham Lincoln es una figura extraordinaria, porque lideró un proceso muy doloroso, pero a la vez exitoso. Logró que se le diera a los esclavos el estatus de personas libres.
La tarea no fue fácil. Lincoln se ganó enemigos acérrimos por su lucha. Muchos lo vieron como el ícono de su esperanza pero otros lo transformaron en el causante de un desmedro económico, quitar el estilo de vida del sur de los EE.UU., centrado en la explotación de esclavos. De hecho, defendió la paz y la inclusión de todos, pero fue asesinado por alguien que veía en sus propuestas una amenaza para sus intereses.
Es una constante histórica que muchos personajes que han defendido la paz, la igualdad, la inclusión de todos, la no separación por raza o sexo, han terminado asesinados por los mismos esbirros de siempre, aquellos que no pueden soportar a un mensajero que trae esperanza millones de desplazados. Cuando Cristo caminó por las tierras de Palestina fue visto como una amenaza para el status quo de la época. Se constituyó en un revolucionario para el sistema. La política de los amantes del poder es siempre la misma, eliminar y sacar del medio a quienes atentan contra sus intereses. Jesús fue atacado no por sus ideas, necesariamente, sino por el peligro que representaban dichas ideas para el poder. Siempre ha sido así. Jesús es el mayor ejemplo de liberación de toda la historia, si viviera hoy, también tratarían de asesinarlo.
¿Estás siguiendo el ejemplo de Jesús de vivir de tal modo que le des esperanza a quienes viven esclavizados y claman por libertad?
Del libro inédito Héroes y heroínas de verdad
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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