Para instruir en justicia



“Toda la Escritura es inspirada por Dios y útil para enseñar, para redargüir, para corregir, para instruir en justicia” (2 Timoteo 3:16)

Pablo dice taxativamente que una de las funciones de la Escritura es “instruir en justicia”. La mayoría de las personas no cuestiona dicha expresión, porque en realidad, promueve algo positivo, pero, ¿y si no fuera así?

Algunas preguntas me surgen cuando veo la manera en que algunas personas utilizan la Biblia para justificar sus preconceptos culturales y suponer que su interpretación sexista está afirmada por la Biblia. Algunos de los argumentos que he escuchado son:

La mujer no puede predicar, todos los discípulos de Jesús fueron varones. Esa es una media verdad. La realidad es que había mujeres discípulas y el grupo selecto de Cristo no terminaba en los 12, que eran solo un símbolo de Israel. Lucas menciona a varias y por nombre en el capítulo 8. Pero, lo más preocupante es el absurdo de este argumento, si las mujeres no pudieran predicar porque, supuestamente, no hubo varones entre los discípulos, tampoco podrían hacerlo los sudamericanos, los japoneses y los asiáticos, porque no había nadie de otra raza que no fuera la semita.

Las mujeres no pueden ser pastoras, solo hubo sacerdotes en el Antiguo Testamento. Este argumento está sustentado en la ignorancia. Sí, hubo sólo sacerdotes, pero las razones no tienen que ver con el género, sino con lo que significaba la mujer en el mundo antiguo en el contexto de la religión pagana. Pero, lo más grave es que este argumento es falso, porque el sacerdocio no es equivalente al pastorado, no hay ninguna alusión a un paralelo entre sacerdocio y pastorado en el Nuevo Testamento, por lo que tenemos otro argumento persuasivo pero falso.

En realidad, cuando se analiza con cuidado cada uno de los argumentos que se dan para oponerse a la participación plena y sin discriminación de la mujer, lo que hay es una enseñanza que nada tiene que ver con la justicia que promueve la Escritura, al contrario, dichas interpretaciones producen un sesgo donde la mujer es vista, simplemente, como un agregado sin valor en sí misma, lo que es contrario a la Biblia.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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