Ya hemos hablado de este versículo y de lo horroroso que son los otros textos que le acompañan. Deuteronomio 22 debería ser puesto en la larga lista de textos de la Biblia que han servido para trasladar el horror y el abuso a la familia y a la mujer. Muy que le pese a quienes hacen una lectura literalista de la Escritura.
Este texto en particular nos habla de una mujer que ha sido violada, y se sorprendió al violador abusándola (nada dice de quiénes no eran sorprendidos, en ese caso, el silencio contribuye a la impunidad). La solución sexista y androcéntrica de la época, que no puede ser de factura divina, sino de un Moisés que siguió las leyes de sus vecinos, es pagarle una multa a su padre por el daño efectuado a la mujer y a ella, entregarla como esposa a su abusador. ¡Es horroroso! ¡Y si no lo había notado, está en la Biblia!
¿A qué padre se le ocurriría en su sano juicio entregar a su hija como esposa de su violador? En este caso, para obligarla a seguir siendo violada el resto de su vida, con total impunidad, y ahora, con la sanción social “respetable” de haberse casado. Cuesta creer que estas concepciones horrorosas están en la Biblia, pero a la luz de la justicia, del derecho y del sentido común, es preciso criticarlas y oponerse a una forma de ver a la mujer como mercancía que nunca ha correspondido y está lejos de un Dios que creó a varones y a mujeres a su imagen.
La investigadora Sara Cuenca Suárez, de la Universidad Complutense de Madrid identifica en un trabajo de exploración lo que ella denomina “violación consentida”, es decir, “la violencia estructural e intrapersonal que sufren o experimentan las mujeres cuando acceden a mantener relaciones sexuales sin el componente del deseo” (Cuenca 2015:57). Lo que describe este texto bíblico, es exactamente lo que señalan las investigaciones actuales. Una persona que es violada permanentemente, simplemente porque “está obligada” por las circunstancias. ¿Se imaginan lo que habrá sentido la mujer que describe el texto el resto de su vida y las miles de mujeres que fueron obligadas a casarse con sus violadores por una interpretación errónea de la Biblia?
Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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