“Entonces tomaron como mujeres a todas las que desearon” (Génesis 6:2b)
En el contexto de las relaciones de pareja suele hablarse del sexo como un “deber” conyugal. Esa sola expresión ha sido causal de millones de lágrimas y sufrimiento para muchas mujeres que a lo largo de los siglos, y con un supuesto fundamento bíblico, ha sido obligadas a participar en relaciones sexuales no consentidas, y con el apoyo de líderes religiosos que consideran que no pueden ni deben oponerse.
En los últimos años han surgido campañas con el lema “No es no”, o “Si no hay consentimiento es violación”, y algunas similares, para hacer conciencia de que la mujer tiene todo el derecho del mundo a decir no, y tener una relación consentida, aún estando casada o en una relación de pareja estable.
Muchos, incluso, utilizando el púlpito han enseñado que cuando una mujer se casa renuncia a su cuerpo y éste, le pertenece al marido. Solo decirlo así es enfermo. Nadie puede pertenecer a otra persona, eso es esclavitud. Si las relaciones sexuales en la pareja y el matrimonio no son consentidas, entonces, simple y llanamente es violación, aunque se quieran usar eufemismos o expresiones de buena crianza. Las cosas por su nombre “no, es no”, y punto.
Quienes deben empoderarse de este pensamiento son las mujeres. Porque muchas actúan como si padecieran de “indefensión aprendida”, como si no fueran capaces de defenderse y tengan que someterse a ese régimen indigno.
Con ese mito que se ha creado por la mala utilización del texto bíblico de Génesis, de que “ya no son dos, sino son uno”, sin entender ni la metáfora ni el sentido de lo que la Biblia dice, muchos varones se consideran dueños de sus esposas, y eso, aparte de ser incorrecto, es abuso, así, sin atajos mentales.
Una relación de pareja se forma entre dos personas que siguen siendo individuos y tienen no solo conciencia personal, sino necesidades diferentes. Un varón, que estando en pareja o casado, fuerza a una mujer a tener relaciones sexuales, no es diferente de un violador de esos que son llevados a la justicia por obligar a alguien a participar en un acto que no quiere. Si la sexualidad no es consentida, entonces, no es relación.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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