“¿Quién te dio esa autoridad?” (Mateo 21:23)
El meollo del problema del cristianismo contemporáneo es el concepto autoridad. Tal como en antaño, los religiosos de este tiempo preguntan: “¿Quién te dio esa autoridad?”, cuando la afirmación de Cristo es simplemente: “Sígueme”.
Lo que no se alcanza a captar en el modelo de Cristo, que evidentemente, la mayoría de las congregaciones cristianas desconoce es que “la fidelidad al seguimiento está por encima de cualquier otra fidelidad, por encima incluso de la religión y por encima de los deberes legales. En última instancia, se trata de comprender que el seguimiento de Jesús no admite condiciones, ni aun siquiera las más sagradas que puede haber en esta vida” (Castillo, 1986: 49-50). Es lo que nunca entendió mi viejo profesor-político, el que la conciencia cristiana no admite otro tutor o regidor que Dios mismo.
Un seguidor de Cristo, que realmente entiende lo que significa la invitación “sígueme” tiene que “romper su dependencia de tradiciones humanas” (Ibid., 50). Lo que incluye la jerarquización a poderes religiosos humanos y con factura secular, por mucho que se lo quiera cubrir con un manto de santidad o fundamento bíblico que no existe en ninguna parte.
Cuando Constantino dio el pie inicial para que se llegara a construir este engendro misceláneo y mixto que llamamos “iglesia”, sabía bien lo que quería: romper con la individualidad, la elección personal, la conciencia de cada uno y el seguir a Jesús siguiendo los dictados del Espíritu. Su obra fue magistralmente diabólica. No hay que olvidar, que fueron sus directrices las que dieron lugar a las más horrendas persecuciones a quienes no se alineaban con la postura cristiana oficial, Arrio y sus seguidores, fueron uno de los tantos grupos primeros perseguidos, y aún cuando se pueda estar de acuerdo o no con su doctrina, evidentemente, está fuera de todo lo que Jesús enseñó con su vida y fundamentalmente, con su muerte.
Se introdujo la jerarquización que tenía como modelo no la enseñanza de Jesús sino la figura monárquica. Así se creó el concepto “laico” que sigue las directrices de un “pastor” que a su vez, se somete a una autoridad eclesiástica “superior”, modelo que Agustín de Hipona reseñó ampliamente en su obra y que fue la base para la creación del catolicismo y luego, de las estructuras de los protestantes que siguieron el mismo modelo.
Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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