De la libertad a la dependencia



“Cristo nos libertó para que vivamos en libertad. Por lo tanto, manténganse firmes y no se sometan nuevamente al yugo de esclavitud” (Gálatas 5:1)

Cuando era un joven pastor y comenzaba a plantearme algunas de las inquietudes que planteo en este libro, un día le hice saber mis dudas a un personaje que en algún momento respeté, porque llegué a considerar ingenuamente que estaba interesado en la verdad bíblica, hasta que tuve que entender que su único interés era la política denominacional y llegar “lo más alto posible” en la escala eclesiástica, a como diera lugar. El individuo, egresado de una gran universidad católica me dijo, sin responder a mi pregunta:

—Miguel Ángel, plantear dudas es pecaminoso. Tienes que someter cualquier inquietud a tus “superiores”, para que ellos te digan qué debes creer y qué no.

Lo quedé mirando estupefacto. En ese momento supe que tenía “superiores”, hasta allí ingenuamente creí que todos éramos parte del cuerpo de Cristo sin jerarquías ni rangos. Cuando le dije eso, se enfureció, pero a su manera, con una sonrisa gélida, y me dijo cortante:

—Tendrás muchos problemas. Tienes que aprender que aquí las únicas preguntas que tienen validez es la que desarrollan los administradores no las tuyas.

¿En qué momento perdimos la libertad de conciencia que Jesús nos concedió con su muerte en la cruz? ¿Cómo pasamos de ser un movimiento de entusiastas seguidores de Cristo a convertirnos en los lacayos de instituciones que pretenden manipular nuestras conciencias?

La realidad es que la mayoría de las congregaciones cristianas sigue un modelo de autoridad que no es bíblico ni cristiano, es simple y llanamente la imitación de una forma de gobernar secular nacida en la mente de gente que ama el poder por sobre las personas. Es un liderazgo, como señala Viola de “uno-arriba/uno abajo”, en la práctica “este estilo de liderazgo, los que están en posiciones eclesiásticas más altas ejercen un dominio tenaz sobre los que están debajo de ellos” (Viola, 1998:7) y de esa manera, en vez de proteger a los creyentes los hacen dependientes de individuos o de organizaciones, sin dar lugar a la dirección del Espíritu Santo ni al respecto a la conciencia individual. Tal como pretendía ese viejo profesor con una mirada verticalista del liderazgo cristiano que nada tiene que ver con la propuesta de Jesús.

Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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