Jesús no fue un rabino



“—Rabí, ¿dónde te hospedas? (Rabí significa: Maestro)” (Juan 1:38)

Hace poco caí en la cuenta que tenía un concepto equivocado. Jesús no fue un rabino, tampoco un Maestro de la ley a la usanza de su tiempo. Fue reconocido como maestro por sus seguidores, pero haciendo la salvedad que no era como lo que ellos habían conocido hasta el momento, Cristo representaba algo enteramente diferente, por lo tanto, es fácil equivocarse y confundirlo con los maestros de su tiempo. Jesús no se auto refirió a sí mismo ni como “rabí” ni como “maestro”, esas fueron expresiones de otros.

En tiempos de Jesús la relación rabí y discípulo se basaba en la imitación, más bien pasiva. Sin embargo, la relación que Cristo estableció con sus discípulos fue diferente. Nunca apeló a la pasividad ni a la imitación sin reflexión, al contrario.

Cien años más tarde de Jesús la expresión “rabí” adquirió un uso exclusivo referido no a quien da una enseñanza aún de manera informal, sino a los “maestros de la ley” formados para tal actividad. La tarea principal de los rabinos era explicar los rudimentos de la ley con todas sus explicaciones y tradiciones incorporadas (halajá). Sin embargo, Cristo hizo todo lo contrario.

Aunque cuesta entenderlo, Jesús quebrantó la ley tal como se la conocía en su tiempo y animó a sus discípulos a hacer lo mismo, algo que ningún rabino de su tiempo haría. Algunos ejemplo puntuales: no sólo el mismo participó sino que invitó a sus seguidores a comer con pecadores e incrédulos (Marcos 2:15-16), no practicar el ayuno en los días fijados por la ley (Marcos 2:1819), hacer lo que estaba expresamente prohibido en sábado (Marcos 2:23 par) y no observar las leyes sobre la pureza ritual (Marcos 7:1-23).

Pero hay otras diferencias evidentes con los rabinos de su tiempo. Jesús no procede de una escuela rabínica, cosa que molestaba a los religiosos de su tiempo. Tampoco tiene un lugar físico para enseñar, como una sinagoga, al contrario, lo hace de manera informal en los más variados lugares. Lo más extraordinario, es que recibe entre sus oyentes a personas que los rabinos de su tiempo nunca aceptarían: Mujeres, niños, enfermos, publicanos, pecadores y extranjeros. Personas a las cuales les estaba negado el aprender.

La enseñanza de Jesús no se concentró en teorías ni en minucias de la ley. Se enfocó en una vida nueva, en darle un giro novedoso a la existencia humana con sentido y orientación al “reino de Dios”.


Del libro inédito Superando obstáculos
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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