“¡Cuán incomprensibles son la mente y los pensamientos humanos!”. Salmo 64:6
Un elefante fue criado en un circo atado a una cadena que lo mantenía limitado en su desplazamiento. Sin embargo, un día su domador decidió sacarle la cadena. Sorprendentemente el elefante siguió limitado en el espacio que le permitía su antigua cadena. Aunque no estaba atado a ninguna estaca, en su mente, aún permanecían las cadenas que lo aprisionaban. Del mismo modo, el pobre elefante nunca se dio cuenta antes que bastaba tirar y con la fuerza que tenía, podría fácilmente romper sus cadenas o quitar la estaca que lo mantenía amarrado.
Las peores cadenas no son externas. Están dentro de nosotros y no nos permiten liberarnos. Si crees que no puedes, no podrás. Sin embargo, si confías en tí mismo y crees que puedes, lo vas a lograr. Así de simple. La mente tiene herramientas poderosas para ayudarte a imaginar, soñar y fijarse metas.
Dios no nos hizo para ser esclavos de nuestras propias limitaciones. Al contrario, el Señor desea que logremos lo máximo de nuestro potencial. Contentarse con menos, es simplemente, hacer un mal tributo a los dones que Dios nos ha concedido.
Dios se goza con nuestros éxitos. Dios cree en nosotros, por eso planeó el plan de salvación, para darnos una oportunidad y para que podamos visualizar lo mejor para nosotros mismos.
Sin embargo, para Dios debe ser frustrante ver a tantos de sus hijos encadenados a los “no se puede”, “es imposible”, “es muy difícil”, “no lo podría lograr aunque lo quisiera”, y todas esas frases que usamos que se convierten en las cadenas invisibles que no nos permiten construir una vida de éxito.
Las cadenas más difíciles de romper no están en el exterior, sino en la mente. Los que logran grandes cosas no se detienen a pensar en lo que no pueden, sino que se concentran en aquello que sí pueden y avanzan, mientras otros se quejan.
Del libro inédito ¡Atrévete a creer!
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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