“De la costilla que Jehová Dios tomó del hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre” (Génesis 2:22)
Un argumento que se suele dar para hablar de la “inferioridad natural” de la mujer es el orden de la creación. Supuestamente, Dios creó primero al varón y luego a la mujer, y en ese solo hecho se ratificaría que la mujer, en sí misma, posee una esencia que la hace ser subordinada al varón, que por diseño divino sería, supuestamente, superior.
¿Será real este argumento? Para analizar una idea es preciso llevarla hasta las últimas consecuencias, derivando todas las posibles implicaciones que dicho concepto pudiera tener.
Si suponemos que el orden de la creación es relevante, y otorga, algún grado de jerarquía, entonces, el mismo relato del Génesis nos complica.
Si se lee con cuidado Génesis 1, todos los seres fueron creados antes que la primera pareja. Luz, animales, planetas, pájaros, aves y reptiles, todos fueron antes que el ser humano. Si el argumento es cierto, entonces, antes que el varón está todo lo demás, por lo tanto, vida animal en todo sus tipos son, jerárquicamente, superiores. El varón sería el segundo en la creación y la mujer tercera.
Sin embargo, no hay nada en el texto bíblico que corresponda a dicho concepto erróneo. La idea, en realidad, es al revés, si se observa Génesis 1, lo que allí hay es un orden creciente, de lo menos complejo a lo más elaborado o inteligente.
Del mismo modo, si tomamos la literalidad del texto y siguiendo la lógica creciente de la creación, entonces, la mujer representaría la corona de la Creación, en ese caso el varón sería inferior y la mujer superior.
Ni lo uno ni lo otro. El relato bíblico no nos permite concluir dichos conceptos. Es solo invención de quienes, como consecuencia del pecado, se niegan a aceptar que las mujeres son creaturas de Dios con los mismos derechos y deberes como cualquier ser humano.
Dios creó a una pareja. En igualdad de condiciones. Dios es sabio, el ser humano, no.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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