“Se volverán el uno contra el otro y se pondrán a pelear entre ellos mismos” (Zacarías 14:13)
El profesor de la Universidad de Berlín, Byung-Chul Han, oriundo de Corea del Sur, y considerado uno de los más importantes filósofos de occidente actual señala en su libro La expulsión de lo distinto: “El signo patológico de los tiempos actuales no es la represión, es la depresión. La presión destructiva no viene del otro, proviene del interior” (Han, 2016:9).
Con estas lapidarias palabras Han deja en evidencia uno de los fenómenos más extendidos del mundo actual, millones de personas sumidas en un sin sentido aplastante, que no les permite experimentar la alegría de la existencia porque están tan sumidas en los conflictos que viven que gozar de la existencia es algo que aparece como exótico.
En todos los tiempos vivir ha sido difícil, no obstante, hoy padecemos el conflicto de lo abundante. Tanta información está produciendo seres catatónicos que no se impresionan por nada. El acceso a tanto produce la sensación de saciedad que no deja lugar a la curiosidad ni a la posibilidad de saber que se necesita algo.
Lo superfluo es tan aplastante que lo importante no se reconoce como tal. Lo banal se ha convertido en habitual. Las estrellas del orbe de la mayoría son gente vacía de propósito pero llena de sonrisas falsas que están allí para obtener lo mismo que se les niega a todos, sentido y propósito.
Cristo dice en Juan, “yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia” (Juan 10: 10). Jesús espera que tengamos una vida plena (Castillian). Llena de sentido y propósito. Que logre que seamos felices, porque Dios lo espera y para eso hemos nacido, para lograr tener plenitud en todo el sentido de la expresión.
Sólo se sabe el valor del agua cuando se tiene sed, del alimento cuando se tiene hambre, de la paz, cuando se padece de guerra. Todo lo que el ser humano experimenta, de alguna u otra forma, es un sendero que le muestra un sólo camino, el que lleva al único que puede lograr que los seres humanos tengamos plenitud: Dios.
Un siglo sin Dios está produciendo abundancia de bienes y carencia de sentido. Exuberancia de experiencias, pero carencia de propósito. Vivir así, es simplemente, no lograr experimentar la gracia de vivir.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: SUPERANDO OBSTÁCULOS
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