La guerra sin fin



“Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia” (Génesis 6:11)

La ignorancia, no sólo es osada, además, es peligrosa. Vivimos en la época de la post-verdad, donde los rumores y los prejuicios se han convertido en las “nuevas verdades” para muchos. Estudiar, investigar, analizar, buscar libros de eruditos, no se considera necesario, para muchos, que creen que la verdad está en la Internet o en las redes sociales. Discutir con quienes hoy sienten que su opinión tiene tanto o más valor que un experto, es simplemente, como rascar vidrio.

Hace poco intenté explicarle a uno de los opinólogos que abundan en la red que la jihad islámica es un fenómeno que tiene siglos, y que en parte, ha sido posible por la actitud que los cristianos históricamente han asumido en su ambigüedad frente a la violencia. La persona en cuestión, sin haber leído lo más mínimo sobre el asunto, simplemente, me trató de ignorante. Suelo no molestarme por ese tipo de situaciones. No obstante, estoy convencido que la ignorancia es peligrosa porque genera prejuicios, fomenta odios, altera la verdad y promueve la irresponsabilidad. También, expande el error y el amarillismo en todos sus sentidos.

La odiosidad del mundo musulmán hacia los cristianos no comenzó el 11 de septiembre de 2001, es de larga data. Hubo una época donde los árabes vivieron en paz y formaron una coalisión de pueblos donde no sólo se respetaba la religión de otros, sino que además, se creía que las personas podían convivir en paz. Quienes iniciaron guerras sangrientas fueron los turcos en la expansión del Imperio Otomano, hicieron su propia guerra religiosa, la jihad, en contra de todos los pueblos cristianos, incluyendo a muchos árabes que no se sometieron a su premisa expansiva. El Imperio Otomano ocupó parte del Imperio Bizantino, y regiones de los Balcanes, Grecia, Hungría, Polonia y Austria, y gran parte de Europa.

Los cristianos reaccionaron de la peor forma, llegando a fomentar las peores atrocidades en la supuesta defensa de la fe. Las batallas sangrientas que se suscitaron no hicieron más que fomentar odiosidades que continúan hasta el día de hoy.

Nada hay nuevo bajo el sol. Los pueblos cristianos han creído en una guerra santa, tal como los árabes y los turcos. Una guerra sin fin.


 El amor no se mendiga

Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: SUPERANDO OBSTÁCULOS 

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