“¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en el hoyo?” (Lucas 6:39)
No hay nada más desconcertante que tener algo a la vista y simplemente, no verlo. Es como si estuviéramos cegados a la posibilidad de que la realidad se pueda mostrar en toda su extensión ante nosotros. No hay peor ceguera que la mental.
Uno de los mayores obstáculos para la proliferanción del evangelio de Jesucristo son los mismos cristianos, evidentemente, no todos, pero si una gran cantidad. Si Jesús estuviera entre nosotros, difícilmente se reconocería a sí mismo en actitudes, palabras y conductas de muchos de sus seguidores.
Me avergüenza saber que muchos “hermanos” de iglesia y que cada semana se reúnen a alabar el nombre de Dios, sean, a través de las redes sociales, personas intolerantes, violentas, mal habladas, llenas de juicios, prejuiciosas y con actitudes que están llenas de odiosidades, resquemores y expresiones que no se dan ni siquiera al mayor enemigo.
Lo que desconcierta es que dicen representar a Jesús, el amigo de pobres, prostitutas, ladrones y enfermos, pero no son capaces de hacer lo que su Maestro hizo.
Aunque Cristo tuvo compasión con sus adversarios, y trató con amabilidad, incluso a sus verdugos, ellos están llenos de odio y resquemor, que no tienen empacho para decir lo peor de quienes no comparten su manera peculiar de ver la religión.
En un país sudaméricano, en el contexto de la discusión de una polémica medida para implementar en los colegios información acerca de género, un pastor, desde un púlpito llamó a asesinar a quienes tenían esa visión de la realidad. Luego, los mismos cristianos, que profieren expresiones de odio y rechazo se extrañan porque esas mismas personas no desean escuchar nada acerca de Jesús, lo que extrañamente les sirve de retroalimentación para su mente, cognitivamente sesgada, y vuelven a la carga, emitiendo blasfemias y expresiones de odio, sobre los que ahora, se niegan a escuchar “las buenas nuevas”. ¿Qué tipo de cristianismo es ese? No el de Cristo, evidentemente, sino uno que ha secuestrado el nombre de Cristo para utilizar su figura, para vender odio, discriminación y exclusión. Jesús, el “príncipe de paz” (Isaías 9:6) es defendido por una horda de violentos que aún no lo ven.
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: SUPERANDO OBSTÁCULOS
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