El poder de las palabras



“El oído saborea las palabras, como saborea el paladar la comida” (Job 34:3)

Cada palabra que pronunciamos tiene el poder de curar o dañar, no hay mucho que decir al respecto, más que entender que ninguna expresión que sale de nuestra boca o es escrita con nuestras manos es neutra, siempre tiene un significado que acompaña a lo que decimos.

Muchas personas entienden el poder de las palabras, por esa razón, tienen cuidado con pronunciarlas de manera apresurada y sin reflexión, no obstante, otras personas las dejan rodar sin detenerse a pensar en el efecto que tendrán.

El poder que hay en las palabras tiene un componente cultural importante, porque no es lo mismo una expresión en un país o en un sector poblacional que en otro. Cada vocablo que es utilizado está cargado de significados.

A menudo, usamos las palabras sin entender con claridad su valor o poder. No obstante, en otras ocasiones sabemos exactamente qué decir y cómo decirlo, para causar el efecto que queremos. Esto es necesariamente un problema si no sabemos usarlas de manera adecuada y una bendición si conocemos su valor y aprendemos a utilizar cada expresión en su justa medida.

Robert Burton (1577-1640), el escritor y clérigo inglés, escribió: “Una palabra hiere más profundamente que una espada”. Puede parecer una exageración, pero es real, especialmente cuando el que te hiere con sus vocablos es alguien que ha prometido amarte o al menos dice que le importas.

Si aprendiéramos a utilizar las palabras de una manera saludable, sin duda, tendríamos menos conflictos interpersonales y aprenderíamos a tratarnos mejor.

“Las palabras tienen poder y ese poder hay que saber usarlo de una forma correcta. Como mínimo deben ser justas e imparciales. No pueden caminar solas” (Haruki Murakami)



Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: REFLEXIONES AL AMANECER



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