“Dichosos los perseguidos por causa de la justicia” (Mateo 5:10a)
La persecución, de alguna manera extraña, es inherente a la naturaleza humana. Desde el comienzo de la historia cuando Caín persiguió a su hermano Abel hasta matarlo, hasta el día de hoy que la gente es perseguida por las más diversas razones. No basta con ser distinto, sólo ser, y seguramente, existirá algún tipo de persecución. Siempre es así. Los seres humanos no están tranquilos frente a la diferencia o cualquiera que de algún modo sobresalga.
Una de las formas más certeras de ser perseguido, en el mundo actual, es tener una opinión contraria a la mayoría. Es una fórmula que siempre resulta. Las minorías siempre son perseguidas, en parte, porque ser parte de la minoría los deja en evidencia, y porque siempre estar en la mayoría da seguridad y confort, no se necesita pensar mucho, ni tampoco se exige.
El cristianismo, está llegando a ser parte de la minoría, y esto es más sutil, lo está siendo en el llamado “mundo cristiano”, donde tener iglesias o cierto “estilo” de vida cristiano, los hace aparecer como tales. En la realidad, cada vez hay menos cristianos y más religiosos que viven una pose espiritual que nada tiene que ver con los ideales de Cristo.
Si de verdad se viviera como Jesús lo hizo, hace rato que se habría desatado una persecución implacable contra todos aquellos que dicen seguir al Maestro de Galilea, pero no es así, en parte a que los cristianos se han mimetizado en sus comunidades y prefieren el discurso “políticamente correcto”, antes que representar la verdad directa, sin ambigüedades y a menudo incómodas que pronunciaba Jesús en su época y cuya validez conceptual aún sigue estando vigente. Sólo cuando entendamos que es inherente al cristianismo ser perseguido, podremos ser “cristianos”.
“La probabilidad de perder en la lucha no debe disuadirnos de apoyar una causa que creemos que es justa” (Abraham Lincoln)
Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez.
Del libro inédito: REFLEXIONES AL AMANECER
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