Temor a la exclusión



“Todos serán expulsados, cada uno por su lado, y nadie reunirá a los fugitivos” (Jeremías 49:5)

Uno de los temores más sutiles y corrosivos que existen es el temor a ser excluido. Motivados por dicho miedo, muchos tranzan principios, familias, amigos y proyectos de vida, todo para no quedar entre los excluidos. Porque ser parte de una minoría que no tiene eco es simplemente insoportable para muchas personas.

Este temor se da en todas las etapas de la vida y de muchas formas. El niño que ve como maltratan a otro, se une al grupo de maltratadores para evitar ser la próxima víctima. La mujer que observa cómo su jefe humilla a una de sus compañeras, en vez de congraciarse con la afectada, guarda silencio por temor a ser ella la próxima elegida.

En todo el ámbito de la existencia los seres humanos se mueven en el filo del miedo a ser excluidos. ¿Hasta qué punto es sano?

En realidad, no hay nada de sano en vender la propia conciencia por temor a quedar en los márgenes del grupo social al que se pertenece.

La mayoría de los excesos que ocurren en nuestra sociedad, en las iglesias, en los trabajos y en todo, ocurre, simplemente, porque el temor a la exclusión domina el consciente colectivo y hace que muchas personas simplemente, se conviertan, por temor, en cómplices de explotadores, torturadores y abusivos.

¿Qué debería hacer un cristiano? Pues, en primer lugar, entender que ya es parte de una minoría, y en segundo lugar, aceptar que es seguidor de uno que era tan segregado que no tenía donde poner su cabeza para descansar. No somos seguidores de un gurú rico, sino de uno que nació en un pesebre.

“Cuando pertenecemos al bando mayoritario de los que excluyen, todos estamos más tranquilos que cuando pertenecemos a la minoría de los excluidos” (Haruki Murakami)




Copyright: Dr. Miguel Ángel Núñez. 
Del libro inédito: REFLEXIONES AL AMANECER



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