“No se preocupen por el día de mañana, porque mañana habrá tiempo para preocuparse. Cada día tiene bastante con sus propios problemas” (Mateo 6:34 DHH).
Preocuparse consiste en “ocuparse” previamente, es decir, estar ocupado antes de que la situación ocurra. Sin embargo, siempre lo que anticipamos es diferente a lo que pensamos, a menudo, es mejor de lo que nuestra imaginación nos hizo creer. Pre-ocuparse, es en el fondo, sufrir, estar ansioso, convertirse en un “atado de nervios” antes de que ocurra aquello que está sólo en nuestra mente.
El otro día, un amigo me decía: “Miguel, ponte en el peor de los casos y parte de allí”. Lo pensé, y tiene razón, él quería hacerme ver que afligirme por algo que no estoy viviendo aún no tiene sentido. Por eso las palabras de Jesús tienen tanta lógica. “Basta a cada día con sus propios problemas”.
Conocí a alguien que solía decir sobre posibles problemas en el futuro: “Ya veremos en el momento”. Me causaba estupor que aquel hombre, que continuamente andaba con una sonrisa y sin aflicción, tuviese esa actitud que me parecía irresponsable, hasta que alguna vez se lo hice ver y él me contestó. Si ocurre algo malo, ¿qué saco con preocuparme hoy?, ya tendré tiempo en su momento para hacerlo. Y si lo que ocurre llega a ser bueno, perdí energía en preocuparme, así que “ya veremos en el momento”.
La vida va enseñando. Se aprende a los golpes y los tropiezos. Trato de tomarme cada día de una manera tranquila. Cada día tiene sus propios afanes. Angustiarse por lo que aún no llega, no sólo es absurdo, también es poco sabio.
En general las preocupaciones crean ansiedad, angustia, sensación de fragilidad, frustración por no poder resolver, insonmio porque se traslada la preocupación al sueño, y así sucesivamente. Lo más sano es vivir cada día. Eso no significa no hacer previsión, pero prevenir es algo muy distinto a preocuparse. El prevenido se adelanta, se prepara para las circunstancias que vendrán como la hormiga que junta en verano para tener en el invierno y no estar afligida después.
“Las preocupaciones acaban por comerse unas a otras, y al cabo de diez años, se da uno cuenta de que se sigue viviendo” (Jean Anouilh).
Del libro inédito Reflexiones al amanecer
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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