Sinceros



El psiquiatra chileno Sergio Peña y Lillo señala en uno de sus mejores libros, El temor y la felicidad que: “Sólo pueden ser felices quienes asumen con valor la precariedad intrínseca de la existencia y son capaces de mantenerse siempre fieles a su voz interior, aquellos hombres [y mujeres] que no mienten y no engañan y que, en todo momento, son un testimonio sincero de sí mismos” (Peña y Lillo, 1989: 27).

Muchos matrimonios y relaciones interpersonales fracasan porque muchos no son sinceros consigo mismos, porque fingen vivir lo que no es real, o porque intentan que una relación funcione cuando no son honestos consigo mismos y están en relaciones tóxicas o engañosas.

Ser honesto consigo mismo es lo primero que se debe hacer para poder construir una relación sana. Cuando el autoengaño gana terreno la relación va en picada. Se pierde la frescura y la confianza, en primer lugar en sí mismo, y luego se va cayendo en juegos de artificio que terminan engañando a los demás.

No es egoísta pensar en sí mismo. La Biblia dice “ama a tu prójimo como a ti mismo”, es decir, no es posible amar a otros si no te amas a ti mismo. No dice, “ama a tu prójimo en vez de ti mismo”. Es imperioso entender que la realidad parte desde sí mismo. El mundo se construye desde sí mismo, no a partir de la visión de otros. Eso implica que cada individuo construye su realidad a partir de las experiencias que ha vivido. Dichas vivencias son la base para construir una relación sana. Hacer un puente a partir de sí mismo.

El amor “entrega”, donde supuestamente nos damos totalmente por otra persona, olvidándonos de nosotros mismos, no sólo no es sano, sino que tiene el potencial de convertirse en una relación tóxica, porque tarde o temprano quien actúa de esa forma termina convirtiéndose en un individuo frustrado, con una sensación de fracaso y no viviendo lo que había soñado. Las expectativas se vienen al suelo, porque cuando supuestamente “amamos”, dejándonos a nosotros mismos a un lado, terminamos no dando nada o convirtiéndonos en individuos con poca o nada de energía para entregar, porque terminamos vacíos.

Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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