A veces Pedro me cae simpático, en otras ocasiones lo encuentro un desubicado, en esta ocasión me parece ingenuo.
Era el más viejo del grupo de apóstoles, probablemente tenía más de cuarenta años, pero a ratos se comportaba como un niño caprichoso, hacía lo que para muchos es pan de cada día: Hablaba primero y luego pensaba. No lo hacía por maldad sino por hábito. Era impulsivo, poco razonable y tenía la tendencia a dejar que sus primeros impulsos guiaran su vida.
Nos cae bien porque nos representa como humanos, porque al final de cuentas es desubicado a veces, pero honesto, algo mucho más loable que multitud de personas que son calculadoras, frías, diplomáticas, que no dicen todo lo que piensan porque buscan sacar partido de las situaciones y de la gente. Pedro era lo que mostraba, y en muchos sentidos, eso era más sano que lo que vivían otros de los cuales nunca escuchamos su voz.
La pregunta de Pedro la han hecho muchos cristianos a través de la historia: “Hemos dejado todo por seguirte, ¿qué recibiremos a cambio?”. Sin embargo, por loable que sea la pregunta, está basada en un preconcepto erróneo, la vida cristiana no es una carrera ni tampoco un negocio, aunque lamentablemente son muchos los que lo han mirado así, especialmente algunos que han construido una vida laboral en torno a la figura de Jesús.
Cuando se sigue a Cristo por algún interés entonces es fácil buscar escalar, querer tener poder, buscar destacar por sobre otros, la pugna que tenían todos los discípulos que como algunos seguidores del Maestro de este siglo aún no entienden que seguir a Cristo no es una carrera profesional.
Sin embargo, Jesús, magnánimo, contesta a la pregunta de Pedro con amor, porque entiende cuan confundido está Pedro: “—Les aseguro —respondió Jesús—que todo el que por causa del reino de Dios haya dejado casa, esposa, hermanos, padres o hijos, recibirá mucho más en este tiempo; y en la edad venidera, la vida eterna” (Lucas 18:29-30). Dios sabe que lo que recibimos es mucho mejor que lo que pensamos.
Del libro inédito Cada vida un universo
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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