“El hombre llamó a su mujer ‘Eva’, por ser ella la madre de todos los vivientes” (Génesis 3:20)
La tradición misógina del cristianismo de mano de autores como Tertualino y Agustín de Hipona se encargó de convertir a Eva en un personaje de caricatura. La hacen aparecer como la “culpable” de que Adán hubiese caído en pecado, se dice que por su curiosidad el pobre hombre terminó haciendo algo que no debía, y que si se hubiera mantenido al lado del varón nada de eso habría ocurrido.
Como todos los mitos, estas ideas son alimentadas simplemente porque no nos damos el trabajo de examinar los hechos con detención.
¿Quién fue Eva? Pues nada más y nada menos que la mujer más inteligente que ha pisado la tierra. De hecho, poseía, al igual que Adán todas las características perfectas de alguien que no es copia de nadie sino el original.
¿Es culpable? No, en absoluto. No hizo ni más ni menos que lo que habría hecho Adán en circunstancias similares. Tertualino vendió la idea de Satanás se acercó a la mujer porque ella era moralmente inferior al varón, al que no podía ser tentado. Eso es no sólo una interpretación sesgada, sino que además tiene tintes sexistas y misóginos. El varón no fue tentado, en ese momento, simplemente, porque no estaba, pero al primer intento, cayó redondito, al igual que Eva.
Asumir que si se hubiera mantenido al lado del varón nada habría pasado es un insulto. Es suponer que como mujer no poseía las dotes suficientes para poder elegir claramente, como si el varón poseyera características superiores que de algún modo lo convirtieran en una persona superior.
La historia es injusta, contada con rasgos misóginos simplemente distorsiona la realidad. Eva, al igual que Adán, poseía toda la inteligencia que se necesitaba para elegir en conciencia. Tomó, junto al varón, una mala decisión, pero eso no es señal de invalidez cognitiva, sino todo lo contrario. Tenemos que tener cuidado de no traspasar nuestros prejuicios misóginos y sexistas a la relación con el sexo opuesto porque eso es comer el fruto prohibido una vez más, esta vez, como manzana envenenada por la ignorancia.
Del libro inédito Cada vida un universo
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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