El amor no justifica todo



El amor debe ser incondicional, eso es cierto, sin embargo, eso no significa que el amor deba aceptar todo, porque nunca el amor sustituye la dignidad propia ni el aprecio que cada persona debe guardar por sí mismo. Es un craso error, muy común por lo demás, sostener que el amor debe aceptar hasta lo inaceptable. Aún el amor tiene límites.

Como señala el psicólogo italo-colombiano Walter Riso “si el amor lo justificara todo, estaría por encima de los derechos humanos, la justicia y la ética. Entraríamos en un ‘todo vale’ afectivo que funcionaría como una bomba de tiempo, donde el ‘ser para el otro’ quedaría automáticamente validado y el ‘ser para sí’ sería considerado una herejía” (Riso, 2006:xiv).

Se enseña que hay que “soportar” para vivir en paz y que el amor debe aguantar. Si, en cierto modo, pero hay que establecer límites porque en aras del amor no se puede justificar todo.

La violencia, el maltrato, el abandono, la indiferencia, la humillación, la perversidad, y tantas otras desviaciones no tienen nada que ver con el amor, y aceptar dichas conductas, es simplemente, no entender que el amor perdona, pero no implica vivir bajo una tiranía en virtud del amor.

Muchas personas no entienden los límites del amor. Creen que el amor es un pagaré en blanco para permitir cualquier cosa en la relación, lo que no sólo es absurdo, va en contra de un principio básico, que no tiene que ver con egoísmo, que es la auto preservación.

Amar es deseable. Ser maltratado es intolerable. El amor es algo bueno, la humillación es nocivo. El amor transforma, el menoscabo destruye. Podríamos seguir, y el resultado siempre sería el mismo. El amor tiene límites.

Aún Dios con toda su magnificencia ha establecido límites al decir: ¡Basta! ¡No más! Porque bien sabe Dios que el amor verdadero no tiene porque tolerar conductas reñidas con el amor.

El que ama aprende a respetar, pero también a respetarse.

Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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