Una característica difícil de entender de los narcisistas es su incapacidad de cambiar, lo que resulta conflictivo para quienes son cristianos y creen que todas las personas pueden cambiar con el poder de Dios, la realidad, es que para cambiar las personas deben desearlo, de otro modo, nadie puede hacer nada por ellos.
En el caso de los narcisistas “su orientación narcisista le restringe la razón y le impide ver la realidad tal y como es, le impide ver los hechos y las personas de forma objetiva” (Muñoz, 2005: 19). Su forma de actuar no le permite tener empatía con las necesidades de otras personas, especialmente, porque centra toda su vida en sí mismo.
Por definición el amor supone una relación donde es necesario dar y comprometerse, ambas acciones no posibles para un narcisista, quien solo piensa en su bienestar y en ningún momento en los demás.
El narcisista está demasiado ocupado en apuntalar su ego y en manipular a su pareja, como para tener tiempo y energía en invertir en su relación. De allí su distanciamiento afectivo y lo poco comprometido que en general es en sus relaciones amorosas. Los otros son vistos, para la mente narcisista, sólo como un medio para satisfacer sus ansias de dominio y auto retribución.
Los narcisistas, además, son mentirosos por definición. No sólo son expertos en engañar, sino que se gozan en hacerlo, porque eso les da una sensación de superioridad y la falsa sensación de que pueden hacer lo que quieran con otros, sosteniendo de fondo que las otras personas no están a su altura. De alguna manera la mentira le sirve para validar el concepto de superioridad que invade su mente.
Todo esto va acompañado, en general, de una personalidad atractiva que usa dicha capacidad precisamente para embaucar a sus víctimas, en quienes logra una cierta fascinación con su personalidad, que se mantiene, hasta que descubren quién es en realidad, y el grave peligro que significa vivir asociado a un narcisista.
No hay nada de agradable en estar vinculado con un narcisista, al contrario, produce un gran estrés emocional y afectivo.
Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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