Una verdad que a menudo se pasa por alto es que la vida consiste en establecer prioridades, decidir efectivamente qué será primero, segundo y tercero en nuestra vida. Las prioridades condicionan nuestra existencia, así sin más.
Cuando se establecen prioridades los seres humanos lo que hacen es seguir patrones y modelos aprendidos de sus familias de origen. Si el padre dedicaba más tiempo a su trabajo que a su familia, probablemente, ese será el tipo de conducta que tendrán los hijos. Si la madre optó por trabajar mientras los niños eran pequeños, tal vez, algunos hijos lo considerarán normal y harán lo mismo, y así sucesivamente. No nacimos en el aire, somos herederos de una cultura familiar que en ocasiones traspasa varias generaciones.
Las prioridades de un modo u otro nos van dando las pautas para establecer lo importante y lo secundario.
¿Cuáles son las prioridades para una persona casada que es cristiana?
En primer lugar, Dios. Tal como dice el texto de hoy, cuando Dios es primero todo lo demás viene por añadidura. La convicción de la fe hace que todo se ordene de una manera natural.
Luego de Dios es el lugar para el cónyuge. Un matrimonio cristiano entenderá que nada hay más importante en sus vidas que atender las necesidades de su pareja.
Si tienen hijos, es necesario poner a los hijos luego de la atención de la pareja. Si los cónyuges están bien los hijos también lo estarán. Por esa razón, los hijos vienen después de la pareja.
El trabajo, es fundamental luego de atender lo anterior. Uno de los males que enfrentamos en la actualidad es que el trabajo ha suplantado a Dios y a la familia. Muchos dicen que trabajan para darles lo mejor a sus hijos, sin embargo, al no establecer prioridades claras terminan cometiendo el error de transmitir un mensaje equívoco.
Del libro inédito Lazos de amor
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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