“De mañana escuchas mi voz; muy temprano te expongo mi caso, y quedo esperando tu respuesta” (Salmo 5:3)
Un componente esencial de la vida cristiana es la oración. Sin embargo, a menudo el acto de orar está contaminado con una serie de ideas que no tienen nada que ver con el contexto bíblico y con el sentido que tiene la comunicación directa con Dios. Digamos que se ora más a partir de premisas extra bíblicas que desde lo que la misma Escritura presenta como verdad.
La oración se ha convertido en la mayoría de las personas en una acción de petitorios, donde día tras día se repite lo mismo una y otra vez, como si Dios necesitara nuestra repetición constante e incesante de lo mismo. El apóstol Pablo enseñó que es necesario “Orar sin cesar” (1 Tesalonicenses 5:17), sin embargo, el apóstol no está diciendo “repetir sin cesar”, sino que nos está diciendo que debemos mantenernos constantemente en comunión con Dios. Me gusta la traducción de la versión Dios Habla Hoy 2002 porque capta el verdadero sentido paulino: “Orad en todo momento”. Esa es la idea, mantener abierta la puerta de comunicación con Dios de manera permanente, no para repetir sino para estar en comunión. Lo que evidentemente exige una comunión constante.
Tampoco la oración es un requisito para que Dios conteste, quiero explicarlo bien para que se entienda correctamente. Algunos enseñan que si no pides Dios no te contesta. En esencia, el pensamiento es erróneo, la providencia de Dios actúa sin que pidas, sólo por la misericordia de Dios, es lo que está implícito en las palabras de Jesús: “Él hace que su sol salga sobre malos y buenos, y envía la lluvia sobre justos e injustos” (Mateo 5:45). Sin embargo, cuando entras en comunión con Dios, tú vida experimenta un cambio, porque Dios tiene más libertad para actuar porque la oración es un acto de autorización de Dios para obrar en otras instancias de tu vida donde es preciso la autorización humana. Dios no avasalla nuestras vidas, él obra en nosotros sin invalidar nuestra libertad. Sería injusto que un Dios justo obligara o manipulara para tener súbditos obligados a actuar de una manera contraria a sus propios deseos, y de paso, se anularía la libertad de conciencia, un valor fundamental para todo aquel que es creyente y entiende a un Dios de justicia.
Orar es un acto de comunión. Por eso el versículo de Salmo 5:3 tiene tanto sentido: “Expongo mi caso y espero”, no “expongo mi caso e insisto”. Confía en Dios, lleva su caso, y espera confiado porque sabe quién es Dios.
Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
0 comentarios:
Publicar un comentario
Tus comentarios enriquecen este blog, y a las personas que lo leen. Te agradezco por tus aportes. Sin embargo, ten en cuenta que para que se publique lo que comentas debes indicar tu nombre (no se publicará ningún mensaje anónimo), y no debe aparecer ningún enlace a alguna página, número de teléfono, o dirección. Además, no se publicará ningún comentario con tinte ofensivo, homofóbico, discriminatorio, insultante o irrespetuoso. Todo lo demás, es bienvenido.