“En paz me acuesto y al instante me duermo porque sólo tú, Señor, me haces vivir tranquilo” (Salmo 4:8)
Es probable que mañana te levantes con un dolor estomacal persistente, luego vayas al médico y te diagnostique cáncer. También es posible que en vez de una enfermedad se muera un pariente cercano. O, tal vez, vayas a trabajar como todos los días y te encuentres con un sobre que te anuncie que estás despedido. Todo puede suceder. El error es vivir anticipadamente los acontecimientos negativos que podrían ocurrir. Eso no es sano ni lógico. Vivir con temor inmoviliza. Nos hace experimentar el dolor que no ocurre en el presente, aún cuando sea fantasía.
La religión no cambia las circunstancias pero permite a los creyentes interactuar con la realidad de una manera tranquila, sin ansiedad y confiando que pese a cualquier conflicto o dolor, al final, podremos gozar de la providencia divina.
La forma en que Dios actúa es misteriosa, y en muchos sentidos, extraña. Lo que debemos aprender es a confiar, así como lo hace un niño que permite que su madre o padre lo guíe sin cuestionarse si lo están llevando por un lugar incorrecto. Los bebés sólo se dejan llevar, son infantes que confían en sus padres. La misma actitud desea Dios que tengamos nosotros.
Preocuparnos, afligirnos, vivir dolores anticipados o problemas antes de tiempo, no sirve para nada, sólo crea ansiedad, inquietud y una sensación de precariedad que no sirve para vivir. Produce cristianos creyentes que actúan como si tuvieran neurosis.
Eso lo entendió el salmista y sabía que las preocupaciones no sirven para nada ni ayudan ni adelantan, sólo crean condiciones precarias de vida y convierten la existencia en algo difícil de vivir..
El que confía en Dios duerme en paz y vive tranquilo, sabiendo que al final Dios tiene el control, de una manera en que no entendemos totalmente, pero, para qué preocuparse, en algún momento podremos ver el panorama completo y Dios nos revelará que algunos episodios donde aparentemente estábamos solos y hundiéndonos en problemas, figuraban entre las mayores bendiciones que hemos tenido.
Si eres cristiano debes pertenecer al club de los que viven confiados y abandonar la asociación de individuos que viven preocupados.
Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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