“Si son destruidos los fundamentos, ¿qué puede hacer el justo?” (Salmo 11:3)
La pregunta que hace el salmista no es fácil de contestar y puede derivar en una mala interpretación si no se analiza el contexto en el que está hablando. Lo primero es preguntarse ¿de qué fundamentos está hablando?
El contexto del versículo habla de la sugerencia que le han dado de huir de sus enemigos, a lo que el salmista se niega, porque ha puesto su confianza en Dios. Por lo tanto, lo primero que salta a la vista es que Dios es el trasfondo donde descansa la seguridad del escritor. No basa su seguridad personal en sí mismo y en sus posibilidades sino en su confianza en Dios.
Luego, señala la acción de los malos que escondidos en las sombras y en la oscuridad preparan sus saetas para lanzarlas en contra del que actúa con rectitud. Es una agresión artera y cobarde, porque no le da oportunidad al que actúa correctamente de reaccionar. Lamentablemente, es la manera más cruel de actuar de los malvados, amparados en la oscuridad y en el anonimato.
Es precisamente, como continuación de este pensamiento que señala la pregunta. No se refiere a fundamentos divinos, porque esos no podrían ser destruidos, tal vez algún no creyente pueda pensar que lo hace, pero es sólo una ilusión, Dios y eterno y permanece para siempre.
La única salida es pensar que se refiere a los fundamentos sobre los cuales se construye una relación humana adecuada. Sin confianza ni probidad, no es posible construir un vínculo estable. Si el malo artera y cobardemente agrede, entonces, los fundamentos se destruyen. No es posible confiar en quien escondido y a mansalva ataca a alguien.
En dicho caso, qué puede hacer el justo, lo mismo que ha hecho siempre, descansar en Dios. La tentación es contestar con la misma violencia, sin embargo, la violencia sólo alimenta monstruos, personas que sólo ven en los actos de defensa una excusa para seguir atacando. Es lo que sucede con personas que falsamente se llaman cristianas y adoradoras de Dios, que no tienen empacho en mentir, insultar y maltratar a otros, con tal de “ganar” sus discusiones y cruzadas.
Dios es nuestra única defensa y nunca el malo prosperará de manera definitiva. Confiar en el Señor es la única solución en medio del caos que deja la destrucción de los fundamentos.
Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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