Saetas en la oscuridad



Porque los malos tienden el arco, disponen sus saetas sobre la cuerda, para lanzarlas en oculto a los rectos de corazón” (Salmo 11:2)

El que escribe es un perseguido, alguien que ha tenido que enfrentar el dolor de ver a sus propios amigos e incluso a familiares, convertirse en enemigos y perseguidores. Es una situación tristísima saber que los amigos de ayer son los enemigos de hoy. Aunque lamentablemente, dicha realidad es y sigue estando vigente.

Sin embargo, estos enemigos tienen una característica mucho más dramática, son malos y actúan “a la mala”, como se dice en algunos países, “maleteros” (se dice en Chile). Buscan la oscuridad y las sombras para preparar sus saetas para dañar y lanzar sus dardos envenedados a la persona que actúa con rectitud.

La violencia es acción de cobardes que suelen escoger el anonimato como forma de actuación. No van de frente sino amparados en la oscuridad y en el lugar donde están sus mentes, en las sombras.

Sin embargo, no hay que equivocarse, no se trata sólo de violencia física o agresiones visibles. Las más de las veces, son acciones que aparentemente son pueriles, pero el efecto es el mismo. Un rumor dicho en el lugar preciso, puede tener el efecto de una bomba en la vida de una persona. Una palabra de infamia, dicha en un tono de piedad, puede hacer que muchas personas sientan que están ante la presencia de alguien que no es recto sino un hipócrita cubierto de bondad.

Las personas malas no dudan en utilizar todas las argucias posibles para enlodar el buen nombre y la reputación de alguien a quien quieren dañar. Pero no hay que engañarse, tarda a veces, pero la verdad de sus intenciones siempre sale a la luz.

Lo más sorprendente en este cuadro nocivo es la actitud de quienes ven la mala acción y no hacen nada. Muchos se escudan en que no son ellos los atacados y deben mantenerse al margen, pero, ¿qué pasará el día en que ellos sean los maltratados? Es un acto de impiedad y complicidad, el ver que alguien es maltratado y no se hace nada. Cuando eso ocurre, no somos inocentes, somos simplemente, hipócritas que se escudan en excusas para no actuar bien. El malo, en la mayoría de las ocasiones puede actuar, sólo porque los buenos lo permiten. La maldad no pasa desapercibida, lamentablemente, los que se creen mejores, actúan como si a ellos no les fuera a llegar. La neutralidad, a menudo, es complicidad.

Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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