Muchos enemigos



Señor, muchos son mis enemigos, muchos son los que se han puesto en contra mía (Salmo 3:1 DHH96)

Hace poco me escribió un admirador secreto que me dice, “me das asco” (lo de admirador es una ironía, pero en el fondo, es cierto). En fin... soy una persona limpia, suelo bañarme una vez al día fijo y a veces dos, utilizo perfume y desodorante, y nunca uso la misma ropa más de un día. Es para la risa, pero la razón por la que le doy asco es porque supuestamente yo enseño que “Dios es mujer”, concepto que una mente con serios problemas emocionales ha puesto en las redes sociales, de una pésima lectura, diría infantil, de un estudio académico que publiqué en tres revistas teológicas titulado: “Dios en femenino”. El problema no es si no entendió o no lo que escribí, creo que eso es secundario, sino que en la defensa de “su” concepto de Dios, tilda a otro ser humano de “asqueroso”. Eso es lo preocupante, porque no ha salido de labios de un ateo o de un fundamentalista musulmán miembro de un grupo terrorista, sino de la pluma de una persona que todas las semanas va a la iglesia, probablemente con su familia y que intenta vivir una vida pía, pero no tiene empacho en descalificar a otro cristiano. ¿No es paradójico?

Philip Yancey, uno de los escritores más importantes del mundo cristiano contemporáneo dice: “Cuando lanzamos juicios llenos de altivez, o proclamamos con nobles palabras cosas que no se convierten en acciones, o sencillamente, hablamos sin escuchar primero, demostramos que no amamos, y de esa manera impedimos que un mundo sediento se acerque al Agua Viva” (Yancey, 2015: 36).

Si ese cristiano que me escribe, me trata así a mi, otro hermano en la fe, seguidor del mismo Jesús que él dice seguir, entonces, ¿cómo tratará a quienes niegan a Dios o que tienen serios problemas para creer porque se han encontrado con personas como él?

Muchos están abandonando las iglesias, no porque hayan dejado de creer o porque renieguen de Jesús, sino porque quieren preservar su fe. Dejar las denominaciones y los fanatismos de algunos creyentes, es fundamental para seguir siendo fiel al Dios que no juzga y no condena.

Es triste, pero tenemos cada vez más cristianos fuera de las iglesias que dentro de ellas, porque muchos que se llaman seguidores de Jesús están actuando peor que los enemigos de Cristo. Es una señal de los tiempos que vivimos... una triste señal.

Del libro inédito Salmos de vida - 1
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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