“Por deshonrar con su mala conducta la casa de su padre” (Deuteronomio 22:21)
Si de mí dependiera, eliminaría una parte de Deuteronomio 22 o le agregaría un pie de página que dijera: “Los conceptos vertidos en esta sección son altamente peligrosos para la mujer y deben ser entendidos en el contexto de una sociedad patriarcal donde la mujer no tenía derechos”, sería la única forma de digerirlos medianamente. Supongo que los “bibliolatras”, es decir, que “adoran el texto bíblico” y no al Dios que lo inspiró rasgan vestiduras y pedirán para este servidor una hoguera, pero, simplemente, no puedo entender las expresiones de esta sección de la Biblia a la luz de Jesucristo y de un Dios misericordioso, justo y lleno de amor.
Cuesta entender que la Biblia está plagada de conceptos sexistas, androcéntricos y patriarcales, y que siempre se cuelan ideas que configuran lo que los expertos llaman hoy “micromachismos” que en la definición de Luis Bonino son “son actitudes de dominación ‘suave’ o de ‘bajísima intensidad’, formas y modos larvados y negados de abuso e imposición en la vida cotidiana. Son, específicamente, hábiles artes de dominio, comportamientos sutiles o insidiosos, reiterativos y casi invisibles que los varones ejecutan permanentemente”.
Luego agrega que los micromachismos “son comportamientos manipulativos que básicamente inducen a la mujer a la que son destinados a comportarse de un modo que perpetúa sus roles tradicionales de género, con el interés no expresado de conservar la posición superior y de dominio, intentando mantener mayores ventajas, comodidades y derechos (a la libertad, a tener razón, al uso del tiempo y el espacio, a ser cuidado y a des-implicarse de lo doméstico entre otros), y colocando a ellas en un lugar de menos derecho a todo ello” (Bonino, 2004:2).
Comparen las secciones de la Biblia donde se mencionan a mujeres, y compárenlo con la definición de Bonino y comprobarán que aún en contextos cristianos, los micromachismos se colaron como parte esencial del ser “varón”. Muchas congregaciones cristianas tienen comportamientos micromachistas no asumidos, que lo único que hacen es perpetuar un orden que nada tiene que ver con la justicia y la equidad.
Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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