Mundial



“Pero Dios vio que la tierra estaba corrompida y llena de violencia” (Génesis 6:11)

Espero que no les suene mal a quienes aman el fútbol, pero estoy contento que terminó el mundial de Rusia 2018. Cada cuatro años el mundo parece paralizarse y la inteligencia pasa a segundo lugar, y la mayoría de las personas parecen concentrarse en un esférico que pareciera tener un poder hipnótico sobre muchos. No hablo en contra del deporte sino sobre el efecto que se provoca.

Sin embargo, hace poco salió a la luz un estudio realizado en Inglaterra que muestra que en medio de un mundial los incidentes de violencia doméstica aumentan un 26% y si el equipo pierde estos escalan hasta un 38%. Rabia, frustración, desahogo, y agregaría falta de inteligencia emocional, descontrol, incapacidad de tolerar el fracaso, y suma y sigue, y como siempre, las más perjudicadas son las mujeres.

El gobierno inglés, durante Rusia 2018, realizó una campaña de concientización con el fin de promover el diálogo honesto sobre un problema difícil de manejar, porque simplemente, se considera privado.

Es inaudito que en pleno siglo XXI y cuando muchas gente considera que hemos avanzado notablemente en tecnologías y ciencia, muchos vivan como en el tiempo de las cavernas, obsesionados por ganar una competencia deportiva y descargando su furia y frustración en personas a las que se dice amar.

La descripción de Génesis 6:11 nos habla de una tierra llena de violencia y corrupción. ¿En qué nos diferenciamos nosotros, los del siglo XXI de los antediluvianos? ¿Es que acaso somos mejores? En muchos sentidos, es peor, porque ahora existe mucho más conciencia de qué está bien y qué está mal y hay leyes que nos enseñan a diferenciar entre el derecho y la injusticia.

Mientras no exista equidad. Mientras se encuentre una sola mujer maltratada. En tanto haya formas de discriminación basados en el género. Seguirá habiendo un ambiente de violencia, porque aunque muchos de los fanáticos ingleses los mueve la estulticia, a otros simplemente, su actuar lo marca la indiferencia y la apatía.

Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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