Negar a la esposa



Cuando estaba por entrar a Egipto, le dijo a su esposa Saray: Yo sé que eres una mujer muy hermosa” (Génesis 12:11)

El capítulo 12 de Génesis es escabroso, de pronto parece mentira que se hubiera escrito o que la historia hubiese ocurrido, pero es real. Abraham, casado con Saray, tiene miedo de que le hagan algo a él por estar casado con una mujer tan hermosa. Teme, increíblemente, por su vida, no por la de su esposa, lo que resulta extraño. De hecho, no tiene empacho en poner en riesgo la vida de ella con tal de proteger la suya, es un ejemplo de machismo, pero teñido de cobardía y de una actitud sinvergüenza.

Se puede pintar la actitud de Abraham con los colores que se quieran, pero no deja de ser una figura propia de su tiempo: Machista, androcentrista, sexista y apegado a las normas y reglas de la época, que exigían, entre otras cosas, que la mujer estuviera al servicio del varón y la mujer, se sometiera de manera sumisa sin decir nada. La mujer no tenía ningún derecho.

Como era de esperar, Saray fui codiciada y llevada al palacio del faraón para que se convirtiera en una más en el harem del palacio. No había ningún tipo de consideración al respecto, cuando una mujer le agradaba a alguien de poder, los demás tenían que entregarla sin miramientos, salvo que fuera casada, y en ese caso, lo más fácil era asesinar al marido, como temió Abraham.

Dios vino en auxilio de Abraham, y condenó a Egipto a algunas plagas que hicieron sospechar al Faraón de que algo no estaba bien, cuando se dio cuenta del engaño, obligó al patriarca a abandonar Egipto, eso es extraño, porque tenía el poder de asesinarlo por la mentira de la que había sido víctima, pero, seguramente tenía miedo porque se dio cuenta que había un poder superior que estaba en el asunto.

Algunas mujeres se quejan del trato que reciben y sigue siendo indignante en muchos casos, pero los “santos” patriarcas eran mucho más infames en su trato a sus esposas y en general quedaban impunes frente a todo el daño que hacían. El relato mantiene un cauto silencio sobre lo que realmente sucedió con Saray en el palacio, pero no es extraño que fuera abusada, porque a fin de cuentas, no era más que una mujer y la vida de Abraham, valía más que la de ella.


Del libro inédito Ser mujer no es pecado
Copyright: Miguel Ángel Núñez
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